Capítulo once.

5.2K 447 25
                                    

Capítulo once.

6 de octubre del 2013.

A la edad de veintiuno...

El tiempo ha pasado volando, la verdad es que apenas recordaba cuando fue el día que llegué a Seattle con planes y sin Mell. La última vez que la vi estaba en el suelo muerta, me preguntaba qué sería de ella si estuviera viva ahora.

Habían pasado dos años los cuales no tienen algo emocionante que contar, cuando he llegado he pasado por mucho al principio. De pronto había encontrado un gimnasio donde solía quedarme, luego de que me corrieron debí dormir en una casa abandonada donde chicos como yo que fumaban y se drogaban dormían por ser echados de su casa. Muchos intentaron entablar una conversación conmigo pero definitivamente no cedí, nunca he estado emocionado por hacer amigos. Solo había tres personas con las que en mi vida he hablado tanto, y no tenía planeado hacerlo con más.

Caminé despreocupadamente al sitio donde vivía desde hace seis meses, en el gimnasio donde practico hacían las peleas ilegales a postas de dinero. La verdad es que me emocionaba saber que tenía algo donde dejar mi ira, toda la que me ha consumido desde que tengo memoria. Por fortuna he ganado cuatro y me han pagado muy bien, pero últimamente han estado hombres mucho más entrenados que yo que he tenido que pasar de alta por mis heridas.

Como sea, ese dinero me ayudó a pagar un buen departamento en los edificios de Mohs Room. Era un lugar con muchas personas entrometidas intentando saber de mí pero un lugar cómodo para vivir. Desde que llegué no han hecho más que intentar ser mis buenos vecinos y personas agradables. Pura mierda, lo único que quería era vivir en paz sin tener que lidiar con más personas en mi vida.

El viejo que estaba en la entrada no me miró pero si me abrió la puerta, enarqué las cejas como si yo necesitaría de eso. Estaba claro que hoy mismo acabaría eso en estos lugares.

Me acerqué a recepción a paso decidido, esperé unos segundos que las personas con una cochina sonrisa en su rostro se fueran y le hago al hermano del dueño llamarlo. No tendría que lidiar con un niño de poca experiencia en esto.

El chico del departamento 517 quiere hablarte. —Escuché detrás de la oficina donde estaba recepción.

¿No te dijo para qué? —Preguntó Tom con una cara confusa.

Su hermano negó y el hizo un ademan de pararse, me eché hacia atrás para hacerles saber que no me estaba gustando nada esperar a este jodido chico.

—Hey chico, me han dicho que quieres hablarme. ¿Algún problema con el piso? —Sonrío, apreté la mandíbula cuando me di cuenta que solo era una fachada de vendedor.

—No. —Escupí. —Sólo quiero que hagas algo para las personas que viven aquí, y lo digo en serio.

El frunció el ceño.

— ¿Perdona? ¿Alguien te ha hecho algo?

No corté la mirada con él.

—La verdad, es que no quiero que nadie se entrometa en mi vida. Lo único que quiero es vivir tranquilo sin que siquiera me miren, ¿está claro?

Tom sonrió confuso, parecía una locura pero no iba a dejar que descubrieran más de lo que se decía de mí.

—Es absurdo, nadie está pendiente de...

— ¿Cuánto quieres para poner las reglas sobre mí y mi piso? —Negocié, —No quiero lastimar a nadie, así que lo mejor será que se alejen de mí.

Su rostro se tornó serio, estaba más que claro que yo estaba hablándole con seriedad.

—No puedo simplemente poner...

OrígenesWhere stories live. Discover now