Capítulo doce.

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Capítulo doce.

18 de noviembre del 2013.

Pensé por tercera vez en dos minutos que debo comprarme un saco de box para tenerlo en mi departamento, la verdad es que con las peleas ganaba suficiente y podía ahorrarme eso de caminar todo los días a este puto gimnasio con gente entrometida.

Mi departamento unos días después se sintió bien, hasta mi presencia en los pasillos. Podía notar que todos seguían lo que le he pagado a Tom. Se siente bien ese poder que tienes sobre las personas que te temen, me gustaba la persona en que me he convertido. La verdad todo el mundo se merece mi mierda, yo terminé de soportar la suya.

—Muchacho, has venido temprano hoy. —Sonríe Calé palmeándome el pecho, le fulmino con la mirada.

—Déjalo en paz Calé, hoy tiene que entrenar duro. Le toca volver a destrozar a Harry. —Sonríe su madre agarrándole la manga a su hijo.

Sin decir nada me voy hasta el saco de box dejando las cosas en una de las banquetas, las mismas chicas que solían entrenar una pelea normal estaban sonriendo cuando una de ellas se cayó en el suelo. Hice mueca cuando una de ellas llevaba unos shorts corto y un top revelando su abdomen.

Me aseguré de enrollar muy bien las gazas en mis manos para no lastimarme los nudillos lo suficiente, aunque si no los llevara es mejor. Pero aquí lo exigían.

Golpee el saco de box golpe por golpe imaginándome la cara del cretino de Harry, me ha retado hace un día y no puedo esperar poder ganarle. La verdad es que cuando esa chica apareció en mi camino la cara de pocos amigos que tenía me dio a entender que no le gustó nada que la rechazara, pero poco me importa. Me gustan las chicas donde dejan que tome la iniciativa cuando las vaya a follar.

Mi sexto golpe tambaleó el saco de box muy alto, que cuando alguien pasaba cerca lo cogió tambaleándose en el acto. Supuse, que para no cogerlo fuerte era una de esas chicas.

—Au. —Se queja soltando el saco y cogiéndose la barriga.

Enarco la ceja mirándola hacer su escena, no pensaba disculparme. Todo el mundo sabe que nadie se me puede atravesar cuando entreno.

—Ten más cuidado. —Gruñe fulminándome con la mirada, me cruzo de brazos.

—Tenlo tú. —Espeto volviendo a mi rutina.

Ella me ignora con un quejido y se marcha, no miro a ver por dónde se va. Pero siento la mirada de sus amigas cerca de mí.

Sobre las cuatro sigo estrellando los puños contra el saco, decido ir a tomar un poco de agua y coger camino a casa. Hoy me tocaba una gran pelea y no quería tener las baterías fallas.

Lamí mis labios pasándome la palma por la frente, el sudor corriéndome por la piel. Los murmuro cerca de mí no me llamó la atención, aunque mis oídos escucharan de más no me permitía mirar.

—Solo tienes que ir, será una ronda de cervezas entera durante la noche. Ambas ya tenemos con quien quedarnos esta noche. —Habla una de ellas, no sé porque aún permanecían aquí. Todo el mundo comenzaba a irse sobre las tres y ellas duraban horas entrenando.

—Yo opino que no, hay mejores chicos que él. —Espeta la segunda.

Casi quiero reírme, por supuesto que me odia.

—Vale, tendré un accidente fingido y quedaré en la noche. Intentaré conseguirlo. —Dice antes de pisar sobre los colchones, enarco las cejas, no parece muy decidida pero puede servir para una noche de folleo.

OrígenesWhere stories live. Discover now