Canción del capítulo: Troye Sivan ft. Alessia Cara - Wild
Capítulo 35
Todo estará mejor
Desperté un poco sobresaltada. Seguíamos en el avión, Matt estaba junto a mí mientras Emilia dormía en mi pecho sin soltar a su muñeca. Sonreí un poco acariciando su cabello.
— ¿Te sientes bien?
—Sí, sólo creí que habíamos llegado—recosté mi cabeza en su hombro y él apoyó la suya en la mía tomando una de mis manos entrelazándolas.
—Faltan pocos minutos—susurró—Ya verás que les gustará.
—Estoy segura que sí.
Hubo un largo rato de silencio. Volví a quedarme dormida y cuando desperté era hora de bajarse del avión. Emilia quería seguir durmiendo, tuve que cargarla, abrazó mi cuello con sus pequeños brazos mientras Matt guardaba su muñeca antes de que se perdiera. El ambiente era más frío pero fresco. La mayoría de las personas estaban bien abrigadas.
Los chicos recogieron las maletas y algunas tardaron más en salir. Cuando todo estuvo listo caminamos a las puertas del aeropuerto, sentí algo extraño en la boca del estómago cuando me fijé en que aquella ciudad no era la que conocía. Sonreí con algo de nostalgia.
—Bienvenida a París, Susan—intentó animarme Lisa.
—Es bonita—me limité a decir. Me acerqué a Matt que subía las maletas a la parte trasera del taxi.
—Iremos a casa para acomodarnos y por la noche nos reuniremos para dar el siguiente paso.
—De acuerdo. ¿Aris sabe que ya llegamos?—abrió la puerta al terminar de guardar todo.
—No. Le avisaré en casa. Sube.
Mientras las ruedas del taxi comenzaron a girar me dediqué a mirar por la ventana. Bien, ahí estaba, ¿Ahora qué? Tenía un cosquilleo agradable en el estómago. Emilia despertó a la hora después mirando curiosa lo que su padre le mostraba. Era aterrador pero a la misma vez agradable que nadie nos conociera. Era empezar una vida desde cero, conocer personas nuevas.
No pude evitar extrañar la cafetería, la madre de Kim y a mi amiga. Sonreí dándome ánimos. Esto sería mejor. Estaba segura.
Llegamos a una casa con aspecto colonial, era clásica y más hermosa que la otra. Emilia tomó mi mano, sin soltarme entramos a la casa mirando todo. Era más espaciosa pero cálida, tenía mucha decoración que llenaba los rincones haciendo parecer el hogar pequeño. Caminé por la sala mirando la chimenea apagada. Tendría que estar atenta con Emilia sobre eso. Temía que llegara a tocar el fuego.
Distintos cuadros de muchos tamaños con diferentes imágenes colgaban de las paredes de colores cálidos. El comedor estaba frente a la cocina, la puerta daba a un jardín trasero.
Me detuve a ver unas rosas frescas sobre el jarrón con agua. Acaricié los pétalos con cuidado.
—Quiedo ved.
Cargué a Emilia quien acercó su pequeña nariz a la flor. Rió por las cosquillas que los pétalos le hicieron.
— ¿Son bonitas, cierto?—asintió mirándome. La puerta se cerró y a los pocos segundos apareció Matt.
— ¿Y bien?—se acercó.
—Es mejor que la otra—le entregué a la niña mirándolos— ¿Aris suele venir?
—Algunas veces—notó las rosas—Es la que cambia las flores.
—Son bonitas—Matt besó la mejilla de Emilia opinando lo mismo. La dejó en el suelo permitiéndole explorar más a fondo. Lo abracé dejando salir un suspiro de alivio y preocupación. Acarició mi espalda por unos segundos besando mi frente luego.
—Será mejor encargarnos de las maletas—di un corto beso a sus labios. Con su ayuda subí las cosas a la que sería nuestra habitación, era sencilla lo cual me gustó. Noté los libros de cocina de Matt— ¿Sigues leyéndolos?—sonreí divertida señalándole con la cabeza.
—De vez en cuando—se encogió de hombros.
Abrí la primera maleta comenzando a sacar la ropa y a acomodarla en el armario. Matt se encargó de ayudarme a organizar todo de una manera que quedara ordenado y mejor. Hice lo mismo con Emilia ayudándola en su cuarto que con los días tendríamos que arreglar.
—No me gusta—hizo una mueca de desagrado.
— ¿Por qué?—acomodé su ropa mirándola de a minutos. No supo responderme, se distrajo mirando las fotos de la mesa de noche.
— ¿Quen es él?—señaló con curiosidad. Me acerqué observando la imagen, tomé asiento en la cama sabiendo perfectamente quien era. Sonreí apenas, las cosas hubieran sido distintas— ¿Mami?
—Se llama Max—expliqué acariciando el marco. Ambos salían sonriendo a la cámara—Es el hermano de tu padre.
—Se padecen mucho.
—Eso es porque son gemelos—la miré—Los gemelos se parecen siempre—dibujó una O con su boquita sin hacer ruido—Tal vez en un futuro lo conozcas.
— ¿Dónde está?
Suspiré recordando la última vez que lo vi. Nunca dejaría de sorprenderme como una persona perdía la cordura por otra. Recordé a Teresa. La pobre había sido una buena madre, nadie le quitaría lo zorra que era pero no podía alegrarme por algo tan triste.
—Cuando estés más grandecita, te lo explicaré—me levanté decidiendo llevarme la foto—Vuelvo en un minuto.
Salí de la habitación bajando las escaleras. Justo en la sala, Matt terminaba de hablar por el celular. Al percatarse de mí se acercó con una pequeña sonrisa.
—Aris vendrá en unos minutos—asentí sin responder nada. Con mostrarle la foto lo supo todo o quizás lo imaginaba— ¿Dónde estaba?
—Emilia la encontró. Preguntó por él.
— ¿Qué le dijiste?—frunció el ceño.
—La verdad, que ese hombre es su tío—me encogí de hombros— ¿Sabes que en un futuro es probable que se conozcan?
—Esperemos que nunca pase...
—Matt—lo interrumpí—Emilia es inteligente, cuando crezca sabrá lo que pasó y sólo ella juzgará.
—Tienes razón.
—No te preocupes por eso—sonreí un poco.
Cuando Aris llegó chilló de emoción llenando a la niña de besos y abrazos. Estuvimos todo el rato hablando, me explicaba algunas cosas que con el tiempo podría entender. Me interesaba aprender el francés, me estaba resultando elegante y clásico. Cuando la noche llegó, arreglé a Emilia para la cena con los chicos. Después de darme una ducha, escogí unos pantalones negros, suéter color mostaza, botas de color café y para estar más calentita, un abrigo azul oscuro con una bufanda entre naranja y roja. Solté mi cabello acomodando el flequillo.
Aris se fue con nosotros a un restaurante un poco lujoso pero que preparaban exquisiteces.
Tomé la mano de Matt que estaba junto a mí. Aris iba conduciendo su auto.
— ¿Todo estará bien, verdad?
—Claro que sí—susurró—Las dos estarán mejor.
Sonreí dulcemente besando sus labios. Todo comienzo tiene tropiezos pero al final siempre hay una recompensa esperando.
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Sola (COMPLETA)
RomanceSusan Reed trabaja por las tardes en la cafetería del centro, siempre ha creído en el amor y ha estado enamorada de la vida pero su corazón se convierte en piedra cuando descubre a su prometido engañándola con su mejor amiga. Sintiéndose traicionada...