Capítulo 23
Una dura decisión
Desperté con las gotas de lluvia cayendo sobre la ventana, pasé mis manos por mis ojos parpadeando varias veces. El brazo de Matt abrazaba mi cintura manteniéndome cerca de su cuerpo, sentía su pecho tocar mi espalda desnuda, sonreí un poco acariciando su mano. Sentí su respiración en mi cuello, me mantuve así un rato hasta que volví a la realidad. Extendí uno de mis brazos a la mesa de noche alcanzando mi celular.
Eran las 9:00 de la mañana. Aún era temprano, si Matt seguía conmigo significaba que trabajaría en la tarde. Decidí escribirle a Kim.
"Acabo de despertar, todo está bien. Matt planeó una cena romántica para los dos. Fue muy lindo, te contaré todo, lo prometo"
Entre los demás mensajes estaba el número del que Max me había escrito. Tardé unos segundos antes de decidir en borrarlo, luego salía el de Teresa. La conversación con su madre vino a mi mente, abrí su nombre decidiendo escribirle.
"Hola. Me dijeron que estás algo complicada con respecto a tu salud. ¿Cuándo pensabas decírmelo?"
Kim había contestado.
"¿Enserio? Que tierno. ¿Le contaste sobre lo sucedido, Susan?"
Con mucho cuidado me levanté, Matt sólo se giró dándome la espalda, tomé mi ropa interior vistiéndome luego con sólo el pantalón que había traído. Salí de la habitación llamando a la chica, cerré lentamente la puerta bajando a la sala.
—No pude hacerlo, Kim. No quiero preocuparlo—susurré en cuanto la llamada fue contestada.
—Dios mío, Susan. ¿No te dijo nada sobre el moretón en el brazo?
—Sí pero tuve que mentirle—mordí mi labio observando la lluvia caer—Acabo de escribirle a Teresa, no puedo creer que no me lo haya dicho cuando nos vimos.
—¡¿Por qué sigues tomándole importancia?! Susan, el chico no te quiere—noté el tono de molestia en su voz—Cariño, abre los ojos. Matt planeó una cena romántica para ustedes y aquí estás tú, pensando en ese idiota. ¿Qué demonios te pasa, Susan?
—Tengo derecho a enojarme, tiene un mes, Kim, cuando se lo pregunté a Max si seguían viéndose dijo que no...
—¡Te mintió!—alzó la voz—¿No puedes simplemente superarlo? Tienes a otro hombre que te respeta y te ama, mira todo lo que ha hecho por ti, ¿Cómo te ha conquistado ese idiota? Sólo te da problemas y dolores de cabeza. ¿Querías ser la madre de sus hijos? Malas noticias Susan, nunca lo serás.
—No deberías hablarme así, no me entiendes...
—¡Si te entiendo! Lo he hecho por un largo tiempo pero me hierve la sangre cada vez que lo nombras—explotó—Concéntrate en Matt, el chico te ha demostrado que te quiere—recordé sus planes de París conteniendo las lágrimas. Definitivamente era una egoísta—¿Cuántas veces no has disfrutado hacer el amor con él?
—¿Susan?
Mierda.
—Eso no tiene nada que ver—miré hacia las escaleras. Matt se había despertado—No puedo hablar ahora—colgué cuando entró a la sala.
—Aquí estás—se acercó estando más despeinado que antes, su pecho seguía descubierto—Oye, ¿Estás bien?—me abrazó. ¿Qué estaba haciendo? Matt debía irse, no merecía quedarse conmigo.
—¿Recuerdas lo que dijiste anoche de París?—me alejé limpiando mis mejillas. Asintió confuso—Quiero que lo hagas. Quiero que te vayas.
—Ya hablamos de eso, Sussie—intentó tocarme pero retrocedí.
—¡No! Quiero que te vayas sin mí, no puedes quedarte, Matt, esto es lo que has querido por mucho tiempo, serás el chef y no el simple cocinero que debe cumplir las órdenes—lo miré con algo de tristeza—Fue bonito lo que tuvimos pero no podemos seguir.
—¿Qué estás diciendo? No, claro que no, quiero quedarme contigo, Susan...
—¡No puedes! Por favor, entiende—sentí un nudo en la garganta—Matt, no podemos estar juntos.
—Estamos intentándolo—acarició mis manos.
—Ya no—negué con la cabeza—No puedo estar con alguien que no quiero—su mirada ya no era tan alegre como antes. Debía hacerle entender que lamentablemente nunca sacaría a Max de mi cabeza—Tú me amas pero nunca podré corresponderte un te amo.
—Creí que...
—Yo también—lo interrumpí sabiendo lo que diría—Pero ahora estoy convencida, debo estar sola, quiero amarte como se debe, te quiero y no sabes cuanto, por eso debes ir a París. Cumple tu sueño.
No dijo nada, se mantuvo en silencio hasta que decidió besarme, un beso entre ansiedad, desespero, tristeza, molestia, demasiadas emociones juntas. Por primera vez sentí que hacía lo correcto aunque mi corazón doliera con cada latido.
La cafetería se mantenía llena, los clientes iban y venían, por dentro estaba muriendo, cada vez que el arrepentimiento intentaba derrumbarme me convencía a mí misma de que Matt tendría éxito en su vida, ¿Qué mejor forma de amar que dejarlo ser feliz? Era muy típico de película pero quería tanto a ese chico que prefería verlo lejos de mí. ¿Qué clase de amor extraño poseía?
—¿Estás bien?—Kim me sacó de mis pensamientos. Suspiré asintiendo—Hiciste bien en decirlo—dio unas palmaditas en mi hombro.
—Tenías que verlo cuando se lo dije—susurré mirando algunos clientes que probaban su café mientras estaban enfocados en su celulares—Lo lastimé, Kim, hice lo que no quería.
—Matt es incapaz de odiarte, créeme—sonrió un poco—No lo haces por Max, ni por él, ni por ti, es lo correcto. Puedes volver a su lado cuando estés lista.
—¿Y si es muy tarde?
—Nunca lo será para él—intentó animarme—Eres fuerte, Susan. Podrás con esto.
La miré regresar al trabajo, claro, era sencillo decirle a alguien que era fuerte pero nadie sabía lo difícil que era serlo. Mi celular vibró en el bolsillo de mi delantal, lo tomé mirando el nombre de Teresa.
"Quise hacerlo pero no quería que me odiaras de nuevo, lo siento, yo...no sé que decir"
Guardé el celular en su sitio de nuevo, no tenía ánimos de pensar ni discutir. Me sentía cansada y harta de todo, mi cabeza comenzó a doler mediante pasaban los días. El agotamiento era más notable en mí, cada vez me costaba levantarme de la cama. Matt no me escribió más, agradecía por eso, sería más complicado si lo hacía. Kim preparaba el desayuno mientras la miraba desde el mesón, hablaba sobre algunas decoraciones que haría su madre en la cafetería por lo cual en toda la semana estaríamos libre.
—Creo que un verde manzana con detalles grises quedaría bien—opinó sirviendo los platos—¿No crees Susan?
Sentí un mareo seguido de náuseas, me levanté corriendo al baño, sostuve mi cabello dejando salir lo poco que tenía mi estómago. Kimberly llegó a los segundos preocupada y decidida a llevarme al hospital.
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Sola (COMPLETA)
RomanceSusan Reed trabaja por las tardes en la cafetería del centro, siempre ha creído en el amor y ha estado enamorada de la vida pero su corazón se convierte en piedra cuando descubre a su prometido engañándola con su mejor amiga. Sintiéndose traicionada...