Merody.
El chico en el mostrador, vestido con pantalones azules y camiseta gris, es definitivamente una grata sorpresa, considerando que era la última persona que pensé que podría encontrarme aquí hoy.
Ensanchando mi sonrisa, introduzco entre mi coleta el boli y me levanto.
—Espérame, ya regreso. —Le informo a Nacho, pero éste me detiene antes de que logre retirarme.
—¿Adónde vas? —Me mira con el ceño fruncido. Me suelto con lentitud de su agarre en mi codo y miro directamente a sus ojos cuando le hablo.
—He dicho que ya vuelvo, voy a saludar a una persona. —digo y avanzo, dejándolo en nuestra mesa al tiempo en que me encamino hacia la persona sobre la barra.
Recupero mi sonrisa inicial cuando le toco el hombro, y éste se vuelve con gesto confuso antes de reconocerme.
—¡Hola! —exclamo con alegría. Me entran unas ganas tremendas de darle un abrazo de saludo, pero no lo hago. No sé cómo podría reaccionar y no estoy dispuesta a sufrir un posible episodio de rechazo. Al menos no todavía—. ¿Y eso, vienes por un café?
—No exactamente —dice, una esquina de su boca ladeada—. Tengo una amiga que trabaja aquí, así que he venido por ella. Le sirvo de chófer los fines de semana.
—Ah, genial —asiento metiendo mis manos en los bolsillos delanteros de mi jersey—. Es un sitio increíble. No entiendo cómo es que no había venido antes.
—Lo es —concuerda conmigo, echándole un vistazo al lugar. Siento calentarse mis mejillas cuando, de manera rápida, hace lo mismo conmigo—. ¿Y tú, qué estas haciendo aquí?
—Aunque no lo parezca, estoy estudiando —Le comento, agradeciendo encontrar mi voz. Tal como lo imaginé, alza una ceja incrédulo—. Y aprovecho la oportunidad para agradecerte que me hayas prestado tu libro. Está increíble y me ha servido como no tienes idea.
—Me alegro que te sea útil, Merody. —Por alguna razón, el como pronuncia mi nombre me provoca un cálido sentimiento. Decido atesorarlo, porque resulta ser muy agradable.
Estoy tan inmersa en ése sentir, que no me doy cuenta cuando Ignacio se une a nosotros.
—Entonces, Mer, ¿no vas a presentarme a tu amigo? —El recién llegado hace énfasis en las palabras y mira fijamente a Leandro, que hace lo propio con él.
—Claro. —Parpadeo, procediendo a hacer las presentaciones correspondientes.
—Ignacio, él es Leandro. Leandro, Ignacio —Los señalo respectivamente—, los tres vamos a la misma universidad —. Hago mi acotación final mientras aquellos dos no dejan de debatirse con las miradas.
—¿En serio? Eso es bastante curioso —comenta Nacho, estrechando la mano de Leandro—. Yo nunca te había visto. ¿No eres sociable, verdad?
—Parece que ninguno de los dos lo somos, porque ¡qué casualidad! Yo tampoco me había topado contigo antes. —contraataca el otro. Ambos sonríen, pero es una sonrisa tan falsa como lo es una moneda de cuero.
—Bueno, ¡maravilloso! —Me interpongo en el medio de los dos y sonrío nerviosamente— Siempre es algo grato conocer personas nuevas, ¿no? —inquiero, pero no recibo respuestas de parte de los chicos, pero si de una chica de baja estatura, con curvas muy pronunciadas y cabello ondulado castaño claro.
—Claro que sí —dijo ésta, abrazando de costado a Leandro, quien se limita a sonreírle y devolverle el abrazo. Mis ojos se quedan fijos en la mano que rodea su ancha cadera —. Mi nombre es Malena. Y soy amiga de Leandro.
—Mucho gusto, Malena —Mi ex novio se apresura a intervenir—. Yo soy Ignacio, pero puedes decirme Nacho y ella es Merody, aunque puedes decirle...
—Merody —Le tiendo la mano a la chica curvi, lanzándole una mirada fugaz a Ignacio para que se calle—. Es bueno conocerte.
Cuando hago el intento de sonreír sinceramente, es que entiendo a los chicos. No puede hacerlo. No cuando considero odioso que sea tan cercana a Leandro.
—Creo que ya es hora que volvamos a nuestros asuntos, Mer. Seguro que los chicos tienen que irse. —señala Ignacio con un gesto picarón en su cara. De pronto me dan ganas de enrollar mis manos en su cuello y ver como poco a poco ese rostro se vuelve morado.
—Así es —añade Leandro, que hasta el momento se había mantenido en silencio total—. Espero que sigan teniendo una buena tarde.
—Gracias. Ustedes también. —digo y desvió la mirada hacia la barra de los postres para evitar hacer contacto visual con la pareja frente a mí.
Tras una ultima despedida, ellos salen del local y los sigo con la mirada, hasta que el coche donde suben desaparece de mi campo visual rápidamente. Nacho me incita a regresar a la mesa y lo hago, no sin antes dar un largo suspiro de derrota.
Hasta ahora no me había dado cuenta de cuáles eran mis expectativas hacia Leandro, pero el verle junto a una chica me provocó una emoción muy semejante a la que sentí cuando descubrí la infidelidad de Ignacio. Es una sensación desgarradora que pensé jamás podrían volver a provocármela, y menos un chico.
Ahora veo cuán equivocada estaba al imaginar tal cosa.
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No olvides que te amo©
Teen FictionCuando Merody Bracamonte y Leandro Bustamante se conocieron, no se imaginaban el impacto que iban a producir uno en la vida del otro. Ellos están justo en la etapa en donde todo se vive con demasiada intensidad, por lo que vivirán episodios que los...