Capítulo 14: Hola, suegro

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Merody


Engullo el esponjoso pan untado con queso cheddar  fundido y ruego que mi ceñido vestido no sufra ninguna mancha. Miro hacia las escaleras frunciendo el entrecejo cuando veo a Ángela bajarlas a una velocidad increíble y subirlas al instante con la mochila de mi hermanito en las manos, mientras le grita a mi padre que se apresure.

Contengo la risa mientras mastico.

Es Nochevieja, por lo que todos —mi padre, mi madrastra, mi hermanito Ángel, mi prima procedente de España y yo—, nos estamos preparando para salir a celebrar el Año Nuevo en distintos lugares. Ellos se irán a la mansión Bracamonte donde se encuentra toda la familia de mi padre reunida, mientras que yo me dirigiré a una fiesta en una reconocida discoteca de la ciudad en compañía de Leandro y otros chicos de la universidad, que hemos venido tratando los últimos tres meses en la clase de Fotografía.

Mi papá hizo una mueca de disgusto hace tres días cuando le conté mis planes, pero a cambio de dejarme ir me pidió —exigió— que mi novio se presentara en casa esta noche como Dios manda.

Y bueno, la ansiedad me estaba matando, así que estaba literalmente arrasando con todo a mi paso en la cocina.

—Venga ya, primis. Para ya el pico, que no vas a poder ni respirar cuando el vestido se ajuste de manera horrible en tu abdomen por todo los que has engullido. —Alexa Navarro, mi prima segunda que ha llegado desde España, es la que me hace la advertencia. Ha decido quedarse con nosotros tres días antes de llegar a la casa de la abuela Sofía y la verdad es que, aunque no habíamos tenido contacto cercano en ningún momento, ella y yo conectamos bastaste bien durante este corto periodo de tiempo, porque su actitud despreocupada y divertida contrastaba con la mía.

Sigo masticando mientras observo con pequeña envidia lo bien que luce en su vestido de cóctel color dorado. Ese pedazo de tela hace resaltar maravillosamente sus ojos marrones claros y piel morena.

Ella es bastante mayor que yo, quizá unos seis años.

—No puedo, estoy un poco nerviosa —digo finalmente. Sin embargo, hago a un lado el plato de alimento—. Le dije a mi novio la semana pasada que le caería bien a mi papá, pero ¿qué tal si me equivoqué?

—Mateo es muy guay, no creo que deberías ponerte así —dice con una sonrisa—. Los padres suelen ser un poco recelosos al principio, pero si tu novio es tan bueno como dices, sólo será cuestión de tiempo para que mi primo se dé cuenta que es un buen partido para ti.

Me apoyo en la barra de la cocina mordiendo el interior de mi mejilla con duda

—¿Tú crees?

—Absolutamente. —afirma.

El traqueteo de unos tacones y el sonido ahogados de voces nos alertan sobre la presencia de los demás miembros de mi familia.

Lo primero que veo es el hermoso vestido de color aguamarina que mi madrastra ha elegido para esta noche. Ángela siempre ha sido una mujer guapa, pero sin duda sabe cuando resaltar aún más. Mi padre, por otras parte, está vestido similar a mi hermanito con pantalones negros y la clásica camisa blanca de mangas tres cuarto, lo que provoca que tanto Alexa como yo chillemos de ternura al verlos.

Después de intercambiar unos cuantos cumplidos, mi atención se entra en mi celular, que acaba de vibrar sobre la isla de la cocina.

Mi corazón se dispara cuando veo que es Leandro quien me ha enviado un mensaje.

Él: ¿Nerviosa?

Yo: Un poco. ¿Dónde estás?

Él: Justo detrás de la puerta de tu casa :)

Bien podría haberme desmayado en ese momento.

Me tambaleo hacia la entrada sin decir nada, abro la puerta de manera automática y me deslumbro cuando veo a mi chico allí. Lleva vaqueros negros y una camisa de color plata. Además, se ha cortado el cabello dejándolo más largo en la parte posterior y mentiría si dijera que no se ve aun más guapo.

—Hola. —grazno. Mi garganta está seca. 

—Hola —dice. Sus labios estirándose en una sonrisa burlona—. Espero no haber llegado muy tarde.

—De hecho, sí es un poco tarde. —La voz de mi padre se cuela entre nosotros y descubro que está justo a mi lado.

La sonrisa de Leandro se ha borrado al tiempo que enderezaba su postura.

Ja.

—Mi disculpas, señor —dice en un tono exageradamente formal—. He pasado primero a por éstas flores y la botella de vino para usted y su señora.

—¿Le has traído flores a mi mujer? —inquiere mi papá arqueando las cejas.

Leandro palidece y yo cubro mi boca para no reírme. A diferencia de él, yo sí he notado el sarcasmo en el tono de voz de mi padre, que indica que no está diciendo algo muy en serio.

—Uh... si lo prefiere, puede tenerlas usted. —tartamudea Leandro.

No soy capaz de frenar mi carcajada y río como hace tiempo no lo hacía. Las caras de mi padre y novio son un poema, y me riño mentalmente por dejar atrás mi teléfono y no grabar este momento.

—¿Qué es ésta aglomeración en la puerta? —pregunta Ángela antes de darse cuenta de la presencia de nuestra visita.

—Este es Leandro —Mi padre asiente hacia el mencionado—. Y se ha atrevido a traerte flores.

Papá sonríe mientras Ángela toma las flores balbuceando con ternura y sé que ninguno de nosotros olvidará esto.

(...)

—Pudiste haberme ayudado allí dentro. —me recrimina Leandro, mirando enfurruñado el parabrisas del coche.

Hace quince minutos terminó lo que él ha denominado «La mayor vergüenza de su vida», lo que equivale, por supuesto, a la presentación ante mis padres.

Ahora nos dirigimos en mi auto hacia la discoteca, dispuestos a bailar hasta no mas poder y pasar un buen rato.

—Tampoco fue para tanto —indico, maniobrando el volante—. Tuviste la suerte de que mi papá estaba de buen humor, porque de otra manera, se hubiese puesto bastante pesado.

—Me realizó veinte preguntas exactas. —replica.

Suelto una sonrisita.

—Bueno, pero no fueron tan incómodas —insisto—. No puedes negar que mi padre es un hombre bueno.

—No, no puedo negarlo —dice y finalmente confiesa con una sonrisa—: Me cayó bien.

—Y te puedo asegurar que tú a él también —chequeo fugazmente el retrovisor antes de inclinarme para besar la comisura de su boca—. Eres un buen chico.

—Y tú una muy guapa chica —dice cuando vuelvo a mi lugar. Por el rabillo del ojo puedo ver como evalúa mi cuerpo infundado en un vestido a la rodilla color verde amazonas. Los vellos de mi piel están erizados cuando termina su vistazo—. Y como que estás haciendo que me guste más el color verde.

Río ante su tono de voz ronco, pero la verdad es que me ha causado un no-sé-qué y ahora hay una gran fiesta de mariposas en mi estómago.

Me estoy enamorando de él. 

No olvides que te amo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora