Primer día de clases {Editado}

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-Citlali, ya son las cuatro y media, si no te levantas llegaras tarde- me habla mi mamá desde la puerta de mi cuarto.

-Ya voy mamá- me estiro en la cama y me quito las lagañas. 

-Apúrate por favor.

Mamá se va, me salgo de la cama y prendo la luz, Leticia entra al cuarto con un vaso de agua, nos saludamos y ahora sí, al primer día de clases. Veo a la cuna, ahí descansa Ari dormidita abrazando a un conejo de peluche que era mío y se lo dí, saco mi celular y le tomo una foto para ponerla como fondo de pantalla. 

-No te vas a poder bañar ahora Citlali, me voy a meter a bañar, igual mamá, Tomás y papá, no les dará tiempo de llegar si te metes a bañar- me dice Leticia saliendo del cuarto-, ¡TOMÁS NO TE METAS!

Suspiro. Me bañaré en la noche. Hay dos baños en la casa pero uno no tiene regadera, es sólo el váter y el lavabo, voy ahí para lavarme la cara, cepillarme el pelo y quitarme los nudos, lavo mis lentes- sí, tengo lentes soy ciega sin ellos-. Me miro al espejo, estoy muy nerviosa del primer día de clases. Siempre he estado nerviosa al regresar a la escuela, pero este es especial. Vuelvo a mi habitación, Ari ya despertó, lo sé porque la veo en su cuna, sentada, en cualquier momento pedirá su desayuno, me voy al closet que comparto con mis hermanas. No se que ponerme, mi ropa se basa en jeans, playeras y botas, recuerdo que mis amigos solían bromear diciendo que me vestía como lesbiana. Quiero verme bien para que la gente sepa que estoy en la escuela pero sin llamar mucho la atención; al final me decido por una playera morada, unos jeans azules y botas beige. No fue nada del otro mundo. Me ato el cabello en una pinza de mamá con pasadores agarrando los mechones rebeldes. No me veo mal, me veo dispuesta a entrar a la escuela. 

Agarro mi mochila, meto mi celular y mis llaves de la casa - que tengo por si acaso, mi mamá no me deja salir mucho de la casa por miedo a que alguien me vaya a hacer algo-, me la pongo al hombro y espero a mi papá en la puerta de la casa con Tomás.

-Dios, Leti se tarda mucho- comenta viendo por quinta vez el reloj. 

-Ya sabes que a ella le gusta maquillarse- respondo viendo yo mi reloj blanco.

-Mujeres, se tardan demasiado- ruedo los ojos. 

Leti llega y los mellizos agarran sus mochilas para irse, mi mamá sale del baño y nos dice

-Pónganse suéter, hace frío.

Los mellizos se ponen suéter pero nadie le repela a mi mamá y se ponen el suéter en silencio. Yo me pongo mi sudadera negra que tiene como cinco años conmigo, la heredé de Tomás. Llega mi papá y nos vamos los cuatro al metro más cerca que tenemos, hacemos como cinco minutos caminando del departamento al metro.

(...)

Mi papá nunca se equivoca; llegamos a las siete y cuarto a la escuela. Sonreí, admiro la puntualidad de mi padre.  O al menos al metro cerca de la escuela, mi papá y yo salimos, dios, si que hace calor ahí dentro, entiendo a las sardinas. El metro es una lata de sardinas en hora pico. 

-¿Y aquí para dónde papá?- pregunto viendo los departamentos lujosos alrededor de nosotros. Me quede pensando en que ellos apenas están despertando cuando yo ya llevo tiempo despierta y he peleado con mucha gente.

-Para allá- señala al norte, caminamos para allá-, ¿estás emocionada por tu primer día de clases?- me pregunta tomando mi mano.

-Pues... La verdad no estoy emocionada, estoy asustada- confieso.

-¿Miedo?, ¿Mi pequeña gladiadora tiene miedo?- sonrío por mi apodo, cuando tenía cinco años pelee con mi hermano con unas ramas que encontramos en el parque, le vencí y mi papá me dijo que así peleaban los gladiadores, y desde ahí a veces me dice pequeña gladiadora.

La chica pobreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora