Citlali

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Me estoy volviendo loco. Han pasado dos días en los que Citlali no viene a la escuela, no responde mis mensajes y tampoco nadie responde el teléfono de su casa... Tampoco su padre viene a la escuela y no sé con quién más preguntar. Lo peor es que no sé en dónde vive y por lo que me dijo Ortencia de poco serviría, vive demasiado lejos de la escuela.  

-Adam, es una chica pobre, no va a vivir en la Condesa o en Lindavista o incluso aquí en Polanco. Tampoco digo que viva en Tepito, pero al menos más de once kilómetros lejos de la escuela. 

Llego el jueves y ella vino vestida de negro. ¿Habrá muerto alguien? UN escalofrío me recorrió la columna, no, no, no quiero ver que como ella sufre por la muerte de alguien. 

-Citlali- grito, ella voltea y sonríe le doy un abrazo.- Te extrañe tanto...- susurré, en el fondo espero que no me haya escuchado. 

-Estaba bien Adam... Es sólo que una vieja amiga tuvo un problema grave, estuvo en el hospital y quería estar con ella. Mis papás entendieron y me dejaron ir a verla, pero, hubiera sido mejor no ir. ¿De qué me perdí estos días?- la miro extrañado, quiero que me diga que pasa. 

-¿Qué amiga?, ¿Por qué no valió la pena ir?- sonó la campana de entrar a clases. La miro. 

-En el recreo te cuento, ¿De qué me perdí? 

-Ehh... Pues tuvimos un examen sorpresa, nos entregaron dos tareas, yo tengo las turas obvio, ehhh y hoy tenemos examen de francés sobre les propositions subordonées relatifs (proposiciones subordonadas relativas?)

-Demonios

-Sí, no te preocupes, prestas atención a clases, te irá bien. Eres muy inteligente. 



-Ahora si cuentame que te pasó Citlali.

-Bueno pues, antes de venir a esta escuela yo iba a una del gobierno. Eh... Tenía una mejor amiga pero ella me dejó de hablar cuando me dijeron mis papás que vendría aquí a la escuela. Todos mis amigos me dejaron de hablar de hecho- rió sin humor-, en fin, tuvo un accidente el domingo, la atropellaron- respondió mi pregunta muda-. Sus padres me quieren mucho y no les gustó para nada la decisión de Libertad sobre dejarme, hablaron a mis padres para que me digan. El chiste es que yo estaba con ella en el hospital junto con los viejos amigos. 

<<A ellos no les hacía nada de gracia verme. No dejaban de lanzarme comentarios venenosos de mí. Creen que soy más fresa de lo que era, no me gustaba que ellos me dieran nalgadas o me tocaran los senos. Así se llevaban ellos- me dice ante mi mirada de sorpresa-. No me importaba, a pesar de que ella no me quiere ella era mi mejor amiga- su voz se rompe, no quiero que llore, le tomo la mano para darle apoyo-. 

<<Ehh... Al despertar ella me dijo, no, no me dijo, me reclamó que que hacía ahí, que era ya muy fresa para ser su amiga, que mejor me fuera con los franceses apestosos. Me dolió que me dijera eso, pensé que ella ya me había perdonado y quería volver a ser mi amiga. Fue mi culpa nuestra ruptura de amistad. 

-Ella no tenía nada que perdonarte, tú hiciste la decisión de dejar la escuela por esta. No sabías que iba a pasar, no tienes la misma inteligencia que los demás o incluso que yo, eres mucho más inteligente, observadora. Hablas como un adulto, ¿Quién de secundaria habla como tú? Y eso es lo más atractivo de ti. 

-¿De verdad?- asentí, no sabía que más decirle. 



Después de ese emotivo recreo me fui a clases en una nube.

Y si fue correcto haberle casi dicho que le tenía cariño. 

No le tenía cariño, la quería mucho.

La chica pobreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora