Me estaba volviendo loca.
Era sábado en la mañana y cada vez que veía a alguien pasar por la ventana me ponía a la defensiva pensando que era Adam y su chófer. Estaba al pendiente de cada pequeño detalle, quería que todo estuviera perfecto, sin embargo, con mi suerte de seguro todo iría al demonio de la peor forma.
-¡Por el amor de Dios Leila ya cálmate!- exclamó mi mamá poniendo la mesa.
Vi el reloj por quinta vez en el mismo minuto, 14:48 de la tarde, bien, aún no llegaba tarde. De hecho, estaría a punto de llegar, una característica de Adam; detesta el retraso.
-Bien, conozco a Adam, él llegara a las tres puntual. Detesta el retraso- dije sentándome para volver a pararme a ver en el espejo de mi sala si estaba bien arreglada.
-Entonces nunca le digas que tienes un retraso- dijo mi hermano riendo.
Mi mamá le pegó en la cabeza y fue a terminar de preparar la comida. Mi padre estaba en la sala viendo la tele, mi hermana vestía a Paúl y a Ariadna. Ari tenía un lindo vestido de flores y una diadema blanca con calcetines blancos- conociendo a mi hermana ella es capaz de quitarse los zapatos en plena comida y arrojarlos-, y a Paúl con una camisa, jeans y tenis. Sonreí con ternura, mis hermanos menores estaban a punto de cumplir un año de vida.
Fui a mi cuarto, las camas estaban tendidas. Mi hermana justo entró agitada
-Ay, perdón, pero es que vine por el biberón de los bebés.- me tomó con la mano libre y me sentó en mi cama-, ¿Nerviosa?
-Un poco- admití-, bien, oye, ¿Te puedo pedir un favor?
-Okey hermanita menor, si Adam quiere conocer tu cuarto y venir yo los dejo solos. Me voy a algún lugar. Y me llevo a los bebés, conociendo a mamá, es capaz de entrar cada cinco segundos a "ver a los bebés"
-Gracias
El timbre sonó, me levanté tan rápido que mi cabeza se golpeó con la cama de arriba. Mi hermana rió y me dio un beso en el golpe. Me peiné por última vez y salí de mi cuarto con el corazón en mi garganta.
-Hola Adam- saludé
Tenía una camisa morada, estaba tan pinche guapoooooooo
-Hola Citlali- se acercó a mi y me dió un beso
Su mano agarró mi cadera cuando me saludó, sentí un calor que nacía ahí y se expandía por todo mi cuerpo.
En la comida hablamos de todo; de la carrera que queríamos, la carrera de mis hermanos, que a mi papá le hubiera gustado terminar su carrera, el trabajo de mis padres, mis hermanos menores, lo curioso que yo no tenga un mellizo.
Terminamos de comer, pero decidimos seguir hablando. La verdad mi mamá se lució con la comida, era pollo a la crema con arroz. Noté que Adam estaba nervioso, sobretodo porque ahora ya no había tema de conversación, era silencio. Deslicé mi mano a su pierna y le apreté la rodilla, él me volteo a ver, le guiñé un ojo.
Decidimos levantarnos. Me lleve a Adam a mi cuarto, él observó mi cuarto detenidamente. Al final se acostó en mi cama, decidí acostarme a lado de él.
-Adam
-¿Mande?
-Te quiero- cerré los ojos fuertemente.
-Yo también- su respuesta me tranquilizó.
En la noche ayudé a mi mamá a recoger la cocina. En la sala mi papá y mis hermanos veían la tele. Los bebés estaban con nosotras, decidí romper el silencio y preguntar
-¿Te cayó bien Adam?
-Sí hija, y también a tu papá, me dijo- me guiñó un ojo cómplice.
-¿Crees que debo seguir con él?
Mi mamá suspiró y acarició la cabeza de Paúl, sonreí, su entera concentración era en descubrir su lengua
-No debes dejar que las grandes oportunidades se vayan, puede que no tengas una segunda oportunidad. No dejes que Adam se vaya de tu vida; puede que no encuentres un chico igual; guapo, rico- volvió a guiñar su ojo-, y con un gran corazón. De esto último fue por lo que me enamoré de tu padre. Los mejores milagros sólo pasan una vez.
Esa noche me fui confundida. Los mejores milagros... ¿Adam es mi milagro, o yo so su milagro?
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La chica pobre
RandomCuando eres una chica de escasos recursos y tienes la oportunidad de ir a una de las escuelas más caras de tu país y la tomas es una gran decisión. Es un mundo totalmente diferente al tuyo. Pero al final, no serás la única chica pobre en esa escuel...