Ataque

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-Promete que te cuidarás y no harás estupideces, ¿Sí, Jack?

-Sí, capitán- se burló, sonriéndome.

-No estoy bromeando, no sé qué haría si te pasa algo- acaricié su rostro.

-Seguir adelante- respondió.

-No digas esas cosas, no me pidas eso- negué con la cabeza y fruncí el ceño.

-Emma, ésta vez hablo en serio. Si algo me llegara a pasar, tú...

-No- interrumpí-; nada te va a pasar y si así fuese, ni se te ocurra pedirme seguir adelante... ¿A caso tú lo harías sin la persona de la que estás enamorado?

-No, pero tú has demostrado poder hacerlo, pudiste darte una nueva oportunidad luego de lo de Graham.

-¿Y a caso puedes dimensionar en cuánto se rompió mi corazón? Sinceramente no lo soportaría de nuevo- una lágrima cayó por mi mejilla.

-Te prometo que me cuidaré, ¿vale?- secó la lágrima.

-Sí... Ahora ve o perderás el avión.

Se giró unos cuántos grados en dirección al departamento de embargue del aeropuerto. Su avión partía en cuestión de minutos. Jack se alejó de mi lado y fue hasta donde estaba Lilly, la abrazó y besó su frente.

-Te quiero, mamá.

-Yo igual, cariño.

Se separaron y se encaminó hasta mi lado por última vez, con una enorme sonrisa.

-Ya te extraño, Swan- sostuvo mi rostro entre sus manos.

-Ya te extraño, Foster- lo besé.

Se apartó de mi lado, le dio un último abrazo a su madre, tomó su equipaje y se dirigió a embarque para abordar el avión de vuelta a la Escuela Naval.

Lilly me llevó a la universidad y se fue a su casa. Cuando llegué comencé a hacer los trabajos que me habían enviado de la clase de la señora Taylor. Para cuando hube terminado, ya había oscurecido y Dana se quedo dormida.

Antes de acostarme revisé mi celular y vi que tenía mensajes de Abie y Jack. Mi amiga, por un lado, me informaba que ya estaba en Paris por lo del intercambio universitario. Mientras que Jack avisaba sobre su exitoso aterrizaje en California. A Abie le dije que estaba muy feliz por la oportunidad que tenía y que la disfrutara, y a mi novio le escribí diciendo que me alegraba que llegara bien y que habláramos en la mañana luego de mi primera clase.

No tardé en caer rendida en los brazos de Morfeo luego del largo y agotador día que había tenido entre las clases, acompañar a Jack y terminar los trabajos recuperativos. La vida en la universidad no es la más cómoda del mundo, no sé en que pensaba cuando quería crecer. Pero bueno, son costos del oficio, o al menos eso diría papá.

-Emma, es hora de despertar- anunció Dana moviéndome de un lado a otro.

-Un rato más- pedí hundiendo mi rostro en mis almohadas.

-¡No, las clases comienzan en quince minutos!- gritó destapándome.

-¡¿Qué?!- me levanté de golpe.

-Eso, ya van a ser las nueve de la mañana.

- ¿Por qué no me despertaste antes?- caminé a mi armario y saqué lo primero que encontré.

-Lo intenté cientos de veces- exageró-, te moví una y otra vez, incluso te lancé un poco de agua- eso explicaba mi rostro húmedo. 

-Creo que tenía un poco de sueño- Dana rio.

Te necesito, ¿Y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora