Intentar seguir adelante

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NARRA DAVID

Luego de que Mary Margaret y Emma volvieran al cuarto, después de una aparente acalorada conversación, decidí no inmiscuir más en el tema y las insté a pedir sushi como cena, con la idea de distraerlas y relajar los ánimos, sabiendo que es uno de sus platos favoritos. Emma llamó a un restaurante que aparte de atender en el local, hace envíos a domicilio. Más rápido de lo esperado ya habíamos terminado de comer, Emma había hecho dormir a Thomas y Neal estaba en el cuarto que le había designado su hermana hablando con Ana por video llamada.

-¿Qué ocurrió entre nuestra hija y tú?- le pregunté a Mary mientras estábamos en la sala de estar a solas.

-Nada de lo que preocuparse, sólo hubo un malentendido, pero ya lo solucionamos.

-¿Estás segura?- dudé alzando una ceja.

-Sí, David, no te preocupes por cosas que ya se arreglaron.

-Si tú lo dices...- alargué.

Estuve a punto de besarla, pero el sonido del timbre interrumpió el momento. Mary Margaret soltó su clásica y melodiosa risa y me apartó un poco de su lado, me hizo una señal queriendo decir que fuera a ver de qué se trataba. Terminé aceptando a regañadientes y me levanté del sofá, no sin antes dejar un corto beso en sus labios. Caminé hasta la entrada de la espaciosa casa (quién diría que mi hija viviera con más lujos que nosotros), abrí la puerta, pero no había nadie, chequé hacia los lados de la entrada, pero tampoco encontré algo o a alguien, eso hasta que miré el piso y me encontré con un sobre un poco arrugado en el suelo, me doblé de rodillas y o recogí, sólo tenía una inscripción.

PARA LA SEÑORA EMMA N. FOSTER.

Sin saber exactamente por qué, miré nuevamente hacia mis alrededores y al comprobar que no había nadie más, rompí una de las orillas del sobre y saqué la hoja que se encontraba en su interior. La extendí y estiré para poder leerla mejor, su contenido me sorprendió aún más que su hallazgo.

YA TE EXTRAÑO, EMMA.

Esas cuatro palabras sólo me llevaban a pensar en una única persona: Jack. Incontables veces escuché cuando se despedían de esa forma tan original que hacía que mi hija tuviera una amplia sonrisa. Mi hija. ¿Qué iba a hacer con esa nota? No podía entregársela y crearle falsas expectativas, recién estaba logrando levantarse y si la ilusionaba con algo que tal vez no era real sólo lograría desmoronarla nuevamente. No podía hacer eso. No hasta estar completamente seguro de la veracidad de la breve nota.

Rompí la carta en muchos trozos, tantos que sería casi imposible juntarlos todos a la perfección, entré a la casa y fui directamente hasta la cocina, donde boté los papeles en el basurero de metal que estaba a un costado del lavaplatos. Salí del lugar y fui hasta el salón de estar, para no preocupar a Mary Margaret.

-¿Quién era?- cuestionó.

-No había nadie, quizás eran niños jugando- me alcé de hombros.

-Probablemente. Iré a preparar nuestro cuarto- se levantó.

-Claro, ve.

Asintió y de retiró del lugar, era el momento oportuno para realizar la llamada que me ayudaría a saber qué es todo lo que ocurría, ¿sería posible que Jack estuviera con vida? ¿Quién más podría ser si no era él? ¿Algún otro demente empedernido en estropearle la vida a mi hija? Sinceramente no quería ni imaginarme más teorías, todas terminaban siendo angustiantes en un punto. Marqué el número que estaba en mi lista de contactos y esperé hasta que respondieron la llamada.

Te necesito, ¿Y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora