Esto no es posible. Me giré sobre mis talones lentamente, con el corazón latiendo y cuerpo resistiendo. No lo podía creer. Ahí estaba, de pie frente a mí, con su clásica y perfecta sonrisa que era capas de descolocarme de cualquier circunstancia. Su rostro tenía una pequeña herida en la frente que con el tiempo sanaría. Sus ojos. Ese par de relucientes zafiros que tenían la capacidad de transportarme a otro espacio y tiempo, a un mundo paralelo. Recién ahí me di cuenta que jamás estuve en casa, que hogar no son cuatro paredes, a veces hogar son dos ojos que te a cobijan con tan solo mirarte. Esos eran los suyos.
-Jack- susurré.
Mis piernas tiritaban por los nervios y la sorpresa, claramente eran una mala combinación. Él dio un paso más hacia mí, acortando la distancia existente hace un segundo atrás. Aún no podía asimilar lo que ocurría, él estaba ahí, a menos de diez centímetros de mí, como si no hubieran pasado cinco meses desde su muerte. Su muerte. Esto no debía ser real, debía ser parte de un sueño, o peor, de una pesadilla que sólo buscaba mortificarla más y recordarle que lo había perdido.
-Emma, sé lo que piensas- su voz era tan real-, pero soy yo.
-No, esto no es verdad- negué con la cabeza.
-Swan, mírame- pidió-, por favor, sólo hazlo.
Tomó mi frío rostro entre sus cálidas manos. Su contacto hizo que mi piel se erizara, confirmando cada vez más la realidad de tal escena. No podía no ser real, ni siquiera su subconsciente era tan buena creando cosas así. Él estaba ahí, había vuelto.
-Eres tú- alcé la vista-. Eres tú.
-Claro que sí, amor. Te prometí que conocería a mi hijo- sonrió.
-Oh, Jack, te he necesitado tanto- lo abracé-, ambos te hemos necesitado. Todo ha sido tan difícil sin ti.
-Lo sé, amor- acarició mi cabello-. Para mí también ha sido todo tan difícil, estar todo este tiempo lejos de tu lado me estaba consumiendo por dentro.
-Fue mucho tiempo, más del que creí soportar.
-395 días- lo miré extrañada-, los conté todos y cada uno.
Me aparté un poco de él y rodeé su cuello con mis brazos, acercándolo a mí para besarlo. Fue un beso diferente a todos, lleno de amor, necesidad. Cada célula de mi cuerpo necesitaba de sus labios, de sus abrazos, de su amor. Lo extrañaba más que a nada del mundo y, ahora que lo tenía ahí, supe que esperaría los siglo o incluso milenios necesarios si algo lo volvía a apartar de mi lado.
-Te amo- le dije cuando terminamos de besarnos-. Te amo más de lo que podrías siquiera imaginar.
-Te amo, Swan- aún me tenía rodeada por sus fuertes brazos-. Sé que tengo que darte muchas explicaciones.
-Sí, tienes que hacerlo, pero antes... Sé de alguien que quiere conocerte- le dije con una sonrisa mucho más grande.
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Te necesito, ¿Y tú?
AcakEntonces entendí que, sin importar lo que hiciera, si me rompieras lentamente, si me enterraras una daga en el corazón o incluso si lo tomaras en tus manos y lo estrujaras hasta convertirlo en cenizas, seguiría ahí para ti. Emma intenta olvidar sus...