Capitulo 9: A Sea of Letters

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Aquella noche, después de que John partió a casa, Paúl se dio cuenta de todo aquello que el chico castaño le hacia sentir voluntaria o involuntariamente, pues el solo pensar en dicha sensación placentera, hacia que el corazón le brillara cuál si fuese una lámpara roja.

-Paúl, hijo te encuentras bien?-dijo su madre al percatarse de su lámpara roja y tratando de ocultarla el chico asintió, y su madre, quizá inconforme solo se limito a cerrar la puerta.

Se acostó pensando en aquella sensación con la esperanza de que esta le produjera un poco de sueño, pero al ver que ese deslumbrante color rojo no cesaba( si no todo lo contrario),decidió dejarse llevar por un extraño arranque de loquera. Se levanto de la cama y haciéndose de pluma y papel se puso a escribir 1000 y un cartas dirigidas a John, de todos los tamaños y formas e incluso postales y superficies, pues su mano no encontraba descanso de si escribir a John se trataba.

Toda la noche fue así, cartas entintadas con errores y correcciones. Al principio solo fueron 5, pero conforme pasaban las hojas, se fueron convirtiendo en 10, luego en 30 y después en mas de 100.

No se ustedes, pero yo creo firmemente que si la voz de Paúl hubiera sido un poco mas valiente, la habitación se habría llenado de gritos ensordecedores de tanto dolor que le empezaba a producir aquella lampara roja, pues la dicha aun era incesante ante la idea de que no lo vería los siguientes días y el único modo de arrancarse el tremendo dolor fue escribiendo.

Si les importa saber, les confirmo que de su mano escriba brotaron cartas y cartas cuál lágrimas de una enorme tempestad, y a su vez, estás se  fueron acumulando al punto de inundar la habitación entera. Sin embargo ahí seguía metido Paul, inundado hasta el cuello de sus propias cartas...o mejor dicho, de sus propios sentimientos.

A la mañana siguiente, la sirvienta de los Mccartney abrió la puerta de la habitación del pelinegro y se vio atacada por una enorme oleada de cartas, estás eran tan densas que la hicieron perder el piso al punto de tener que nadar sobre ellas, aquella odisea era de lo más divertida y si lo pienso bien no fueron un completo fracaso. Pues por un lado, la madre de Paul las uso como portatazas para el té y como platos para el pan tostado, y por otro, los gemelos las usaron para construir edificios enormes y muñecos de origami. Ninguna de estas fue abierta si es que se lo preguntan, pues eran demasiadas como para leer aquel arsenal de sentimientos y palabras. Sin duda Paul se desvivió aquella noche escribiendo para poder apagarse a si mismo...al menos por un rato.

Mientras tanto en algún lado de la ciudad, John se despertó gracias al hervor de su pecho, el cual duro punzante toda la noche pero no al punto de despertarlo...

-Hey Stu! Quieres té?- dijo John sirviéndose

-Si John por favor!!!- dijo gritando el chico que apenas se estaba vistiendo

-Vale, te lo dejaré en la mesa-

-Si!-

Al llegar Stu se quedó impactado ante una escena visceral. Era John, leyendo el periódico y tomando té como si nada mientras su pecho se deshacía en cubos rojos y amarillos, los cuales quemaban todo aquello que tocaban.

-¿Oye estás bien?- dijo Stu mientras desayunaban

-Si estoy bien hermano ¿Porque?-

-No...no por nada- dijo Stu con un poco de horror en el rostro mientras veía que John desprendía cubos de lava sobre la mesa-Quizá deberías ir al doctor-

-Si de hecho últimamente esto no ha parado de escurrir- dijo John tocando su pecho con cierta normalidad

-Te duele?-

-Aveces, en especial ahora que trabajo para los Mccartney, desde que me contrataron no ha parado de punzar pero desde ayer no ha dejado de escurrir-

-Que se siente?-

-No lo sé, dime loco pero aveces me gusta mucho que duela, me hace sentir como que estoy muy vivo-

-Efectivamente ya has perdido el juicio jajaja-

-Agh cállate jajaja-

-Hombre pero de verdad debes irte a checar eso, estás deshaciendo la mesa- dijo Stu mirando los bordes quemados de la mesa

-Agh mierda!- dijo John un poco fastidiado - Es la tercera esta semana, es curioso, no siempre escurre, solo cuando pienso en ciertas cosas-

-Como que?-

-Hombre solo cosas jajaja hey como van las cosas con tu mujer?-

-Ya no me recuerdes, no me quiere ni ver-

-Lamento escuchar eso-

-Claro que lo lamentas jajaja eso quiere decir que me tendrás más tiempo aquí- dijo Stu gracioso

-Hombre eres un patán jajaja-

-Oye, acá entre nos, puedo preguntarte algo?

-Si claro!-

-¿Como se llama eso que te pasa?-

-¿Que cosa?-

-¿Es enserio?- dijo Stu señalando el pecho del castaño

-Agh hombre no lo sé...Derrame?-

-El día que sepas el nombre dímelo! Me voy a trabajar ya-

-Vale suerte con ello-

-Hey por cierto! Llamo Cynthia ayer-

-Amm ok y que dijo?-

-Que vendría esta noche a hablar contigo, no me dijo de que exactamente, solo dijo que vendría a arreglar cuentas contigo-

-Que?!?-

-Olvida el doctor! Jajaja-

-Jeje si-

-Me voy!-

-Hasta luego Stu!-

En ese momento el pecho de John se apago intempestivamente después de 4 días, pues la noticia de ajustar cuentas con una exnovia le había caído como un balde de agua helada. Y créanme, ese tipo de noticias no es algo que cause en verdad mucha emoción pues en si para el ya fue doloroso el cesar su fuego de esa manera tan cruel.Solo había algo bueno en todo aquello y era que por fin su deslave había cesado.

El chico que murio de amor (McLennon) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora