Capitulo 5: Cartas a Paris

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Después de sacarlo de aquel cuarto,la señora Mccartney se torno bastante molesta, pero a la vez se mostró paciente a sabiendas de que John era un chico nuevo que apenas conocía acerca de las reglas o creencias de la familia.

-Perdona mi reacción tan feroz John- dijo arrepentida la señora Mccartney- Es sólo que esta estrictamente prohibido en esta casa que se violé la privacidad, va en contra de las reglas-

-¿Porqué?-

-Digamos que tratamos de evitar malos actos-

-¿Malos actos?- dijo aún más confundido el chico

-Te lo explicaré luego hijo-

-Perdone, en verdad no quería romper las reglas-

-No no te preocupes, la próxima vez reúnanse en el estudio por favor-

-Si señora Mccartney-

Una vez dicho todo aquello, la madre de Paul bajo apresuradamente las escaleras, como si estuviese ansiosa... Pareciera que todas las madres siempre estaban apresuradas por algo. Y tal como se acordó, John espero a Paul en el estudio, y al llegar el chico, empezaron a contemplar todos los grabados que contenían aquellos libros para que el pelinegro se diera una idea, aunque esta fuera remota, sobre lo que era el arte del grabado.

Fue así como pasaron horas y horas buscando y contemplando hasta que un pequeño incidente cambió la manera de ver las cosas para John.

-No pude conseguirte el cuento de las ruinas, pero creo que si tienes una...- dijo el joven castaño buscando un libro hasta que fue interrumpido por el hecho de ver que el chico pelinegro hacia expresiones muy raras al tratar de leer- Hey! Paul estas bien?- dijo extrañado

Al acercarse pudo constatar que ,en efecto, el chico tenía problemas para leer, pero no porque fuera inculto sino porque en realidad era completamente miope.

-¿De verdad no vez nada?- dijo tomándolo de la barbilla para verlo un poco mejor, mientras el pelinegro negaba con la cabeza sin apartar la vista de los ojos de John. Pues extrañamente, era lo único que podía ver bien.-¿Nunca le has dicho a tus padres sobre esto?- dijo un poco preocupado, mientras el chico negaba con la cabeza avergonzado.- Podríamos solucionar este problema tu y yo...¿Te gustaría?-

Inmediatamente al oír esto bajo la mirada como si le diera vergüenza admitir aquello. E inmediatamente, John reacciono de manera inconciente pero muy dulce.

-No te preocupes Paulie, tu y yo lo arreglaremos- dijo y beso su frente cerrando los ojos.

El pelinegro no creía lo que pasaba, en si no sabia si le había impactado el hecho de que John besara su frente o que le había llamado de tal forma que le encanto...Paulie. Inmediatamente John se percató de aquello y miro fijo a Paul.

-Perdóname a lo mejor no querías...-dijo John rojo como un tomate cuando fue tomado del rostro por Paul insistiendo en un segundo beso en la frente.

John estaba atónito por lo que estaba sintiendo, pues realmente sentía como si sus entrañas fuesen a explotar en cualquier segundo, Paul por su parte, solo presionaba suavemente su frente con los labios de John, el cual, cediendo ante dicho deseo, solo cerro los ojos. Si la voz de ambos hubiera tenido voto en aquel momento, habrían querido que el mismo durara siglos, o que el mundo sufriera una gran catástrofe para que pudieran estar completamente solos.

Al terminar ambos se quedaron mirando unos segundos sonriendo, pues en ese pequeño acto acababan de sellar un nexo de lo mas especial, pero aquel acto se vio interrumpido cuando John miro la hora fugazmente y comprobó que ya era tarde y debía marcharse.

El chico que murio de amor (McLennon) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora