Capitulo 17: Corona de espinas

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Después de unos cuantos minutos en aquel pequeño lugar, ambos chicos decidieron salir no sin antes crear una estupenda fachada para despistar dudas de cualquier tipo.

-Listo John?-

-Si!-

-Bien- dijo el pelinegro y ayudó al castaño a bajar, para después darle la mano-Vamos!-

-Espera! ¿Que le voy a decir a tu madre? No puede verme así!-

-Amm no lo sé-

-Mmm ya se! Tengo una idea, debo irme ¿nos vemos mañana?- dijo el castaño

-Si eso creo-

-Está bien :3! Anda! Ve a tu habitación- dijo el chico moviendo sus pequeñas manos en señal de que se alejara, pero el otro no pudo evitar reír nuevamente- ¿De que ríes ahora?- dijo contagiado por la risa del pelinegro

-Es que nunca me ha dado órdenes un niño de 5 años- dijo riendo delicadamente el pelinegro

-Y no has visto lo mejor de mi, nene- dijo John algo pícaro pero a final de cuentas era más tierno que nada.

-Ya sera algún día- dijo Paúl algo sonrojado

Aquello terminó allí, en un extraño acuerdo que prometía llegar a mas, pero que la situación no permitía por el hecho de que podía llegar a ser un poco bizarro. Solo imaginen! Un niño desconocido de 5 años de la mano de un joven de 18, y que encima este le diese un beso?...sin duda eso llamaría bastante la atención. 

John fue inteligente y se escabullo sin ser visto por las sirvientas, llegando finalmente la cocina donde se encontraba su jefa.

-Disculpe señora!-

-Hola amor ¿En que puedo ayudarte?- dijo la señora Mccartney ante la vista del adorable niño

-Perdone vengo por parte de mi tio John-

-¿A que tu eres su sobrino?-

-Si-

-Que extraño, el nunca nos habia mencionado que tenia hermanos-

-Es que solo vengo poco tiempo cada año-

-Tienes que aprender de tu tío, es una muy buena persona-

-¿Usted cree eso?-

-Claro! Jóvenes como el ya no existen en este loco mundo-

-Eso creo...-

-Ademas, por como te veo yo creo que seras igual de apuesto que el-

-¿Usted en verdad cree que es un joven apuesto?- dijo el pequeño John ya un poco sorprendido

-Si, en verdad creo que ha sido una de las cosas mas bellas que he visto-

-Ojala pueda ser como el- dijo John disimulando la sorpresa que le causo aquel ultimo comentario

-Oh discúlpame pequeño, no te he preguntado ni como te llamas-

-Yo soy ammm Yuri, me llamo Yuri-

-Yuri? Perdona mi atrevimiento pero...¿No suena un poco femenino?-

-Es que mi padre es ruso-

-Oh ya veo-

-John no podra venir hoy-

-Esta bien?-

-Esta muy enfermo-

-Valgame Dios!- dijo la señora Mccartney persinandose- Ten, podrias llevarle esto?- dijo la señora entregandole unas cuantas cartas y un recipiente

-Si claro señora Mccartney- dijo el niño recibiendo dichas cosas- Debo irme ya- dijo el chcio de forma amable

-Claro!...Yuri!- dijo la señora alcanzando al pequeño

-Si, que pasa?-

-Puedo pedirte un favor?-

-Claro- dijo el pequeño y de pronto aquella señora se acerco lentamente al pequeño para darle un pequeño beso en la comisura de los labios, lo cual hizo que el chico se estremeciera por dentro.

-Por favor dale este beso a John- dijo abrazando al chico

-...Si señora- dijo y se fue

Al salir de aquella casa, el chico tenia la cabeza completamente revuelta por lo que acababa de pasar, pues era muy extraña la sensación de amor que lo invadió al sentir el rose de sus labios con los de la señora Mccartney. No tengan una mente maliciosa, la señora Mccartney solo tenia el titulo de señora por el simple hecho de haber sido desposada, pues si pudieran verla tan claramente como yo podía, se habrían dado cuenta de que en verdad la señora no era fea ni estaba entrada en años...si no, todo lo contrario. Era joven y hermosa, pues no por nada Paul se paresia a su madre. Si bien, quiza el señor Mccartney habia sido un poco cruel por haber desposado a una mujer casi 10 años menor a el. Lo mas curioso del asunto era que la señora Mccartney no sentía las punciones de dicho dolor en las lagrimas como todas las mujeres, si no que ella las aislaba en sus labios, quiza como señal de todo aquello que queria gritar pero que nunca la habian dejado.

Por otra parte, les aseguro que si la mente de John hubiera tenido voz en aquel instante, les hubiera narrado con todo detalle sobre esos labios que tanto sabían a desesperación, sal y al arrebato cruel y forzoso de una juventud. En si, era como si en aquel beso John hubiera sentido las espinas de la corona de Jesucristo, pues inmediatamente después, los labios le sangraron como nunca antes, dando fe a que ella se habia liberado, al menos un poco, del enorme martirio que llevaba...y todo gracias al beso de un joven John, que aparentaba el no saber nada con su temporal y anormal apariencia. 

El pequeño se dirigió corriendo a casa de su querido padrino quien ya nada lo sorprendía si de el se trataba...

-Señor Thompson yo...- dijo el niño en el marco de la puerta

-No digas nada muchacho, pasa!- dijo al ver a un niño

-¿Que te ha pasado ahora muchacho? Te has encojido- dijo sentandose en su ya correspondido sofa para prender su pipa

-Yo no se que paso-

-Te ofresceria un whisky pero mejor te dare una taza de chocolate caliente- dijo riendo el anciano

-No es gracioso señor Thompson, mireme! Soy un niño-

-Quien fuera tu muchacho-

-¿Porque?-

-Cualquiera daria lo que fuera porque le pasase lo que a ti, tienes hoy mas que nunca el hermoso don de la juventud, el hermoso don de que no duela el cuerpo que es tan bonito y tan efimero a la vez-

-Hermoso don de la juventud...-

-Deberias ir a ver a tu madre justo ahora-dijo el anciano completamente serio

-Pero porque?- dijo el chico con incertidumbre

-Por los años perdidos muchacho-

-Pero se va a horrorizar cuando me vea-

-Muchacho...ella daria lo que fuera por volver a ver a su hijo como un niño, anda y ve, yo se lo que te digo-

-Pero señor...-

-Por favor muchacho, no lo hagas por ella, hazlo por mi, que tanto me hubiera gustado poder volver a mi juventud para darle un ultimo abrazo a mi padre-

-...Si señor Thompson, cuidese-

-Adios muchacho-dijo sin mirar al chico

Y el muchacho sin mas salio de aquel lugar, confundido y con un extraño sentimiento de llanto, el no era de los que lloraban, pero ese dia el dolor se respiraba y se sentia en el piso, en las casas e incluso en las miradas y los besos.Nuevamente habia pasado un milagro, el milagro de volver a aquellos hermosos ojos de juventud.


Damas!!! Perdonen la larga ausencia, he tenido mucho trabajo, espero les guste mucho este capitulo 



El chico que murio de amor (McLennon) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora