Capitulo 26: Olvidando la vida palabra por palabra

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Después de aquello estaba claro que ambos jóvenes estaban más que enamorados, pues más allá de solo asistir por razones específicas a la casa Mccarney, no había día en que John llegara y no fuera recibido por su hombre, quien se lo comía a besos antes que su madre o hermanos pudieran darse cuenta. John encontraba en aquel joven pelinegro la razón de su vida, por fin tenía por quien dar la vida e incluso por quien arriesgarla. Y cada que la casa estaba desierta ambos hacían el amor y después hacían todo tipo de cosas bobas.

Aveces salían a beber en algún bar cercano o simplemente se iban a pasear por Londres como si el tiempo no pasara nunca. En si, empezaba a notarse como Paul despertaba a la vida impulsando por el inmenso amor que tenía hacía John, y por el lado contrario, se notaba como John tenía quizá una reconciliación con la vida gracias a Paul, era como si el chico pelinegro le hubiera devuelto la capacidad de asombro...y aquella capacidad era increíble.

-¿Porque yo Paul?-

-Porque no tu John? Eres perfecto para mí, y no en una figura iconica como suele ser visto el amor, si no como el gran amor que los griegos debaten en el banquete de Platón-

-¿Tanto así?- dijo John mirándolo con ternura, puesto que su hombre no era cualquier chico, era un hombre hermoso y sumamente culto.

-Si- dijo el chico y beso al castaño

-¿Y si todo se extingue?- dijo John pensando

-Al menos nos tuvimos en cuanto nos fue posible, y se nos dio la hermosa oportunidad de ofrecer la vida, que es lo más valioso. Debes recordar amor mío que la vida que se escapa sin ofrecer no es considerada bien vivida ni provechosa-

John quedaba anonadado ante las sabias palabras de su joven amante, pues cada que lo escuchaba hablar era como si el supiera algo que nadie más podía saber. Ese era un gran encanto que Paul poseía y por uno de los cuales John estaba locamente enamorado de el, puesto que solo había salido con chicas que después del sexo no paraban de hablar acerca de sus ex amantes o sobre otras cosas más banales. Paul era un chico muy especial, pues era como si supiera toda una vida en teoría.

-¿Te cuento algo?- dijo Paul acostado en el césped de su jardín mientras John le acompañaba en la misma posición

-Lo que quieras-

-Si he de pensarlo bien, a mi opinión yo ya he ofrecido la vida- dijo el chico de una manera relajada

-¿En verdad?¿A quien?-

-A ti...John, te he de ofrecer mi vida, puesto que es lo más valioso que tengo y lo único de gran valor que puedo darte-

-Oh cariño yo...-

-Muy a margen de que la aceptes o la rechaces, creo que tú la mereces, y si no, bueno eso estaría aún así bien para mí-

John estaba de lo más conmovido, pues pudo haber considerado todo aquella charla muy sentimental o endulzada para su gusto, pero en realidad no podía sentir más nada que no fuera un profundo amor, amor a Paul, amor a la vida–e incluso quizá un profundo amor a Dios–el cual podía haber estado extinto, puesto que el chico castaño no creía en el.

-Has de hablar muy sabiamente, eso me gusta de ti cariño-

-Todo a sido gracias a la fe, si te das cuenta el estudio de la religión es precioso, pero las instituciones han entrometido tanto las narices que han comercializado todo a costa de Dios y eso no me parece, pero  aún así me gusta el estudio propio de la fe, deberías intentarlo-

-Si, en verdad creo que tienes razón-

-Antes temía por mi vida, pero ahora solo puedo pensar que estoy lleno de gratitud y amor-

-Es extraño pero yo siento lo mismo, en verdad se siente como si no hubiera hecho algo malo-

Ambos se asombraban por las reflexiones del otro, en si nunca había silencio, siempre había algo que decir como todo en la vida. Y desde aquella ocasión en que Paul cruzo palabra con John, jamás en su vida volvió a sentirse solo...ya no hubo para el más jaula de cristal.

-John te he visto muy feliz en estos días ¿estás bien?- dijo Stuard entrando a la habitación de John mientras leía acompañado de sus mascotas

-Hombre ¿Porque me ves feliz te preocupas? Jajaja-

-jajaja ambos sabemos que eres un amargado-

-Quizá después de todo no soy tan amargado-

-Aún lo dudo-

-¿De verdad me comporto tan diferente?-

-A mi parecer si, además ¿Porque carajo estás leyendo la Biblia?-

-¿Que tiene de malo?-

-Creí que repudiabas a la iglesia-

-El estudió de la fe no te convierte en creyente amigo mío-

-Perfecto! Ahora estudias a la fe- dijo exasperado Stu- ¿Y ahora que sigue? ¿Te irás a un monasterio? ¿Serás el nuevo buda de la fe occidental? ¿Venderás Biblias?-

-Jajaja no, aún estoy cuerdo tranquilo, solo es mera curiosidad-

-¿Porque tanta curiosidad?-

-No lo sé, es como si volviera a ser un niño-

-Todo lo que te provoca el trabajar en esa casa-

-Stu, te sonará de lo más tonto pero.... yo creo que he encontrado al amor de mi vida- dijo reflexivo John

-¿Una Biblia?-

-No idiota! Jajaja me refiero a que creo que en verdad ya encontré a mi otra parte-

-Enserio? ¿Que se siente?-

-Jajaja no lo sé, solo sé que está igual de loco que yo jajaja-

-¿Igual de loco que tú?- dijo Stu extrañado

-Metáforas mias, ignórame hermano- dijo John y siguió con su lectura

Por poco John suelta todo un rollo explicativo, pero afortunadamente pudo percatarse de su error y minimizarlo, ya que el decir directamente de quien se trataba podía traer consecuencias catastróficas para el. Aunque bien tendría que hacerlo algún día, ya que no planeaba que su amor por Paul fuera vagabundo y completamente pasajero. Si debían tacharlo de anormal el con todos los honores aceptaría la etiqueta en la frente solo por Paul, solo necesitaba un poco de valor y más nada.

El chico que murio de amor (McLennon) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora