Cap. 8

7.1K 235 0
                                    

Ebrios.

¿Todo está bien Miranda? — preguntaba Gustavo poniendo la mano en mi hombro.
Allí... Una vez más estaban esos escalofríos.

— ¡Sí! ¡Sí!

— ¿Segura? No te ves muy animada pequeña.

En aquel momento mi mecanismo de auto defensa se activó. ¿Cómo es que iba a estar entusiasmada? Ellos estaban con sus mujerzuelas y yo excluida, siendo llamada pequeña y hermanita en todo instante. Me levante furiosa, tratando de que no se viera como un berrinche.

— Pues esto no es lo que me esperaba —. Quite su mano de mi hombro y dando media vuelta me aleje caminando, pero ésta vez no intentaba llamar su atención moviendo las caderas.

Gustavo caminaba detrás de mí intentando alcanzarme. Podía verme a mí misma y estaba armando un berrinche monumental, así que me detuve para dejarme alcanzar, lo menos que buscaba era que él me pidiera que dejara mi actitud de niña.

— De acuerdo, esto no es lo que me esperaba, aparecieron esas dos chicas y...

— Tranquila, es imposible que olvidemos que te hemos traído Miranda.

— Tampoco me resulta divertido que en todo momento me llamen pequeña.

— Disculpa si te hice sentir como una niña — decía mientras dirigía su mano a mi rostro —. No lo digo porque te considere una niña.

De nuevo derretida, buscando algo que me hiciera saber que tenía algo seguro con él.

— Ésta noche vendrás conmigo, te llevare a bailar. Y no te preocupes por Samanta, ella no ira, solo seremos tú y yo.

«Un momento, ¿Me estaba coqueteando o solo eran ideas mías?», claro que no eran solo ideas, eso era un coqueteo. Alejando su mano de mi rostro me pidió que volviera con él a donde estaban los otros, y yo de manera complaciente después de aquello, accedí a acompañarlo. Estaba demás mencionar que Samanta no iría, pues ¿qué estaría haciendo mientras nosotros no estábamos? ¿Cuál sería la excusa?

Después de una tarde de charla (que no había ido tan mal) nos retiramos a nuestras habitaciones. Y mientras que todos se iban yo solo pensaba en él, con la rubia, juntos en una habitación. « ¡Que ingenua!» de seguro estaban comiéndose el uno al otro y yo pensando en la invitación a salir, estaba cayendo un poco bajo al aceptarlo.

Mensaje de Gustavo:

[06:06 p.m.] Gustavo: ¿Estás allí? 

[06:08 p.m.] Miranda: ¡Sí!

[06:09 p.m.] Gustavo: Pasare por ti a las 10, ¿está bien?

[06:11 p.m.] Miranda: ¡Sí, claro!

[06:11 p.m.] Gustavo: Perfecto.

Mi pequeño acto de rebeldía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora