Cap. 24

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Sospechosos.

Too young, too dumb to realize.

Me costaba tanto abrir los ojos, mis brazos colgaban hacia abajo; los sentía pesados y no podía levantarlos. Todo estaba oscuro, a lo lejos solo escuchaba unos pies descalzos que avanzaban en el suelo, me movía inconsciente, sabía que no era yo la que estaba caminando. Lo último que recordaba era haberme quedado dormida en el sofá.

Sus besos me hicieron espabilar, abrí los ojos y de repente empecé a asimilar la sensación de unos brazos que se aferraban a mi cuerpo. Ya no estaba en el sofá, tampoco en el aire. Ahora estaba en mi cama.

— ¿Estás loco Gustavo? ¿Por qué haces esto? — mi voz era débil, apenas se escucha. Él estaba sobre mí acariciando mis labios con los suyos.

— Porque sé que cualquier cosa que venga, va a valer la pena. Necesito alguien a quien darle la mano y saber que no la va a soltar, alguien que confíe en mí, porque a veces ni yo lo hago. Necesito a alguien junto a quien sentir todo lo que nunca antes he sentido Miranda.

Si estaba ebrio no lo sabía, si todo aquello que decía era mentira, no lo sabía.

«Sé que te estoy pidiendo mucho, pero es que aquí ya ha habido mucho dolor, no estoy dispuesto a compartir lo mejor de mí con cualquiera» Después de haber escuchado aquello, me rendí, era una guerra que no podía ganar. Sus dulces palabras, su amor bajo el efecto del Crozes-Hermitage ponía a arder las sabanas, habíamos caído en lo más bajo, en un lugar de donde no queríamos regresar.

Sus labios recorrían mi cuello a la vez que me distraía metiendo los dedos en mi cabello. Mi boca se anticipaba a explorar su cuerpo. Empezó a desnudarme lentamente mientras me susurraba al oído lo que sentía por mí. Me abrace a él para recibirlo, para recibir posteriormente sus manos deslizándose por mi vientre; debajo de mi ropa interior, luchando con los pliegues de aquella cosa que me cubría la piel. Me quito la camisa, se detuvo a lamer con euforia mi pecho, su saliva corría hasta mis senos y con las manos la esparcía por todo mi cuerpo, estaba húmeda de tanto él.

La mañana llego sin avisar, sorprendiéndome debajo de las sabanas. Mi acompañante furtivo ya no estaba, lo cual me dejaba con una sensación de tranquilidad. Salí de la habitación con la intención de encontrarme sola en el departamento pero no sería fácil, ejemplo; Will ni siquiera se tomó la molestia de saludarme, mi madre estaba de un humor terrible, mi padre no estaba y quién sabe dónde se encontraba Gustavo.

— ¡Buenos días familia! — dije intentando romper el hielo —. ¿Y esas caras largas? ¿Pasaron mala noche?

Me acerque a la isla de la cocina ya estaba lista para irme, tome un poco del jugo que estaba servido y me senté. Mientras tanto mi padre y Gustavo estaban llegando al departamento. Me preguntaba dónde estaban y qué andaban haciendo, todo era tan extraño, y por otro lado Will me miraba como si algo le estuviera incomodando demasiado.

Ya lo sabe...

— ¿Dónde estaban chicos?

— Fuimos por algo para desayunar... — respondió mi padre.

— Por si no lo habían notado, ustedes no tienen más que jugo de naranja en la nevera, un poquito irresponsable de su parte — agregó mi madre.

Allí estaba la respuesta a su mala cara.

— Disculpa Novali, pero Will es quien se encarga de las compras...

— Quizás he estado un poco más ocupado que tú, ¿no crees que ya estás un poco mayorcita para ayudarme con eso? O es que... ¿Estas mayorcita para unas cosas y para otras no?

— ¿A qué te refieres? — mi mirada se encontraba evadiendo la de mi hermano, pues por alguna razón yo sentía que ya lo sabía todo, aquella reacción de Will no era común —. Ya no importa, me voy o llegare tarde. Y ¡cuando regrese me encararé de las compras! 

— Hija, no puedes irte sin desayunar, siéntate.

Pasamos de estar teniendo una pequeña discusión a estar sentados desayunado, mientras que entre Gustavo, Will y yo parecía que había algo que estaba por romperse.

— ¿Cómo te ha estado llenado en tus clase cariño? — preguntó mi padre.
Una conversación normal, ¡al fin!

— Bastante bien pa...

— ¿Segura? — interrumpió mi madre —. No se te ve muy entusiasmada.

Entre cerré los ojos e intente no tener un colapsó nervioso.

— A ver, ¿cómo sabes tú como me veo cuando estoy entusiasmada?

Gustavo desde su lugar hizo su típico ademán de "mantén la calma" y para mí era inevitable no hacer caso. Baje la guardia y dirigí la mirada al plato para no iniciar una mini discusión con mi madre. Will me miro una vez más como confirmando un pequeño pensamiento oculto en su cabeza, miro a Gustavo y se levantó. 

— Debo darme un baño — Will se levantó y se dirigió a su habitación.
Yo, por otro lado me levante casi un segundo después y me despedí de ellos sin más explicaciones.

— ¡Miranda! no llegues tarde, hoy haremos los preparativos para irnos.

— ¡De acuerdo mamá!

Salí del departamento como si estuviese huyendo, dejándolos a todos en mi pequeño agujero de mentiras.

Mi pequeño acto de rebeldía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora