Coloquial y vulgar.
¡Maldita sea! cómo es que unas estúpidas palabras me habían puesto tan vulgarmente mojada. Estaba ansiosa, deseaba que me arrancara la ropa. Tenía los cinco sentidos alertas.
¡Madre mía! ¿Qué demonios estaba esperando para darme lo que quería?
Nos miramos fijamente por unos largos segundos, no sabía si reírme o llorar, ignore lo que me había dicho, — ¿entonces? — pregunte —. ¿No vas a contarme?
— Solo le dije lo que realmente haríamos...
Solté una carcajada fuerte y energética, tan espontanea que cubrí mi boca para contenerla. El gesto en su cara me preguntaba por qué me reía.
— Lo siento, — dije respondiendo a su pregunta no formulada —. trataba de imaginarte diciéndole a mi hermano, "saldremos, nos embriagaremos y tendremos sexo para variar".
El sarcasmo en mi voz era evidente.
— Confórmate con saber que no estamos en problemas.
— Otra cosa... ¿y tu amiga?
— ¿Qué pasa con ella?
— Cómo que qué pasa, ¿dónde está?
— Eso no importa ya — respondió girando sobre sus pasos, cuando estuvo a punto de abrir la puerta lo detuve.
— ¿Te vas? — le pregunte acercándome a él despacio. Me quite la camisa y el brasier, me deshice de la falda, recogí mi cabello y deje mis hombros al aire. Sus ojos se ampliaron y recorrieron mi cuerpo con ansiedad. Quedamos frente a frente, rozamos nuestros labios.
— Debo hacerlo...
— ¡No! claro que no debes hacerlo.
Gustavo se puso las manos en la cabeza, con un gesto desesperado me alejo de él, — esto no está bien — dijo nervioso—. No puedo hacerlo, no de nuevo.
— ¿No? ¿Y anoche sí estaba bien? ¿Y eso que me dijiste al entrar? no te comporte como un adolescente, tú y yo sabemos bien lo que queremos y qué hacemos aquí.
Gustavo estaba boquiabierto, definitivamente no se lo esperaba.
— ¿Comprendes que si tu hermano se entera va a matarme, verdad?
— ¿Quién va a decírselo, tú?
De nuevo esa carcajada.
— No puedo exponerme de ésta manera. Llevo años siendo amigo de tu hermano. Esto me pone de nervios, tanto así que apenas amaneció tuve que irme y dejarte sola. Además tú eres una niña...
Eso era algo en lo que definitivamente no estaba de acuerdo, pero tampoco me esforzaría en demostrar lo contrario.
— ¿Así que ahora soy una niña? mmm..., está bien, me parece perfecto. Éstas caderas de ¡niña! te estarán esperando, cuando quieras, puedes venir a experimentar placer sin compromiso. Hasta entonces, te puedes ir, cariño.
Sonreí dulce y descaradamente, abrí la puerta tan desnuda como el día en que nací (y sí, no me importaba si alguien iba pasando) hice que se fuera y detrás de su espalda tire la puerta con fuerza.
ESTÁS LEYENDO
Mi pequeño acto de rebeldía.
Teen FictionEstoy enamorada del mejor amigo de mi hermano. Él también está enamorado de mi. Tengo 18 años y el 26. Mi hermano me trata como una niña, quiero dejar de ser la princesa de la casa y seducirlo a él sera mi pequeño acto de rebeldía.