Consecuencias.
Will apretaba mi mano tan fuerte que podía oír mis nudillos crujir bajo la presión ejercida por su enojo. Mis lágrimas corrían a borbotones rodando desde mis ojos hasta el pastel que estaba en la mesa, era bellísimo. Todos decían que mis lágrimas eran de tanta felicidad. Estábamos reunidos todos alrededor de la mesa para darle paso al tradicional canto de cumpleaños, mi madre a la derecha, mi padre a la izquierda y Will, justo a mi lado; mirándome de reojo con la rabia y el resentimiento aún vivos.
« ¡Miranda! ¿Dónde estás? » Sus palabras aun retumbaban en mis oídos, iban y venían, era como tener un panal de abejas en la cabeza. A mi alrededor todo pasaba en cámara lenta « Nunca imagine que fueran a ser tan cínicos»
Mi corazón quería salir huyendo despavorido, no podía mirarlos a la cara...
Cinco minutos antes... Me sumergía en un placer carnal con aquel hombre, en el lugar y el momento menos indicado.
Solo a nosotros se nos podía haber ocurrido semejante idea, toda mi familia estaba allí, era mi cumpleaños, y Will, al parecer estaba muy pendiente de todo lo que hacía.
Salte de la cama para cubrirme con la sabana que estaba en el suelo, Gustavo oculto sus partes íntimas con una de las almohadas, nuestros ojos estaban amplios, teníamos la respiración entrecortada, no había manera de ocultar lo que estaba sucediendo en aquella habitación. Will estaba desconcertado, giro dándonos la espalda:
— ¡Cúbranse por favor! — su ira estaba al rojo vivo.
— Will, hermano... — Dijo Gustavo después de haberse colocado los pantalones.
Will se abalanzo sobre Gustavo, le soltó un golpe justo en la mejilla y lo hizo rodar al piso, cae y lo veo erguirse aturdido, un pequeño hilillo de sangre empezaba a asomarse por la diminuta abertura en su rostro. Cierro los ojos.
— ¡No! — le suplico a mi hermano.
— No te atrevas a llamarme así de nuevo. Nunca imagine que fueran a ser tan cínicos. Supuse que entre usted estaba sucediendo algo, pero ¿es enserio? ¿En la casa de tus padres Miranda? al menos pudiste haber cerrado la puerta ¿qué tal si hubiese sido Jeremías?
— Will... Podemos explicarlo.
— ¿Qué van a explicarme? ¿Cómo me vieron la cara de estúpido todo este tiempo?
— No Will, escúchanos — dije entre sollozos.
— Eres una niña Miranda, y tú, tú solo eres un traidor miserable.
Will me pidió que terminara de vestirme. Bajo el ojo del huracán y con toda aquella tensión lo hice de inmediato — Tú bajaras conmigo, nos están esperando... Y tú, quiero que salgas ahora mismo de mi casa — Will me sostenía del brazo y me llevaba casi arrastrada —. Si mis padres preguntan les diré que tuviste alguna emergencia familiar...
El pastel ya estaba cortado y servido, mis padres, abuelos e invitados se reincorporaron en sus conversaciones y yo solo seguía parada allí, al lado de las migajas en la mesa. Cerré los ojos por un momento y deje escapar el aliento que no sabía estaba reteniendo. Salí de la cocina en dirección a la sala, me detuve a observar a Will que era el único que estaba allí sentado sobre el sofá, con las manos sobre su regazo, con los ojos cerrados y una expresión extrañamente delicada. Rodee el sofá y me acerque a él. Ignorante de mi presencia, continúo ahogándose en sus pensamientos. Insegura, deje deambular mis dedos sobre el respaldo, sin llegar a tocar los rizos de tu cabello...
Alejándome gire sobre mis pies para de una vez por toda dirigirme a mi habitación, ya era muy tarde y no me quedaba nada más por hacer. Sentí su fría mirada, triste y cansada, el dolor que sentía mostrándome la cruda sensación de decepción.
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Mi pequeño acto de rebeldía.
Teen FictionEstoy enamorada del mejor amigo de mi hermano. Él también está enamorado de mi. Tengo 18 años y el 26. Mi hermano me trata como una niña, quiero dejar de ser la princesa de la casa y seducirlo a él sera mi pequeño acto de rebeldía.