Cap. 18

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Mañana.

Una vez en la cama y con el pijama puesta tome mi celular para colocarme los aciculares y escuchar un poco de música. Quería ponerla fuerte, tanto como para no oír mis propios pensamientos. Pero entre más fuerte, más me atormentaban. Una loca idea me pasaba por la cabeza y estaba pensando muy seriamente en llevarla a cabo.

Llámalo... Hazlo.

Empezaba a quedarme dormida y al fondo de mis ensoñaciones sonaba Don't you cry, ya casi dejaba de escucharla cuando se detuvo en seco, una llamada entrante la había hecho suspenderse. Abrí los ojos, un bostezo salió del interior de mi cuerpo, me abrió la boca lo más que pudo, era como si mi alma quisiera escapar, me llevé la mano a la boca para tapármela y un sonido raro, desganado, salió después del bostezo. La intensa luz de la pantalla parecía ser más fuerte entre la oscuridad de mi habitación, termine de abrir los ojos y como pude enfoque la vista en el nombre de la llamada entrante, pero lo ley sin prestarle atención. 

— ¿Hola?

—¿Miranda?  

El sonido de su voz atizo mis sentidos, pase de estar totalmente adormila a estar excitada por una corriente de escalofríos. Fingí frigidez en mi voz y conteste sin ninguna emoción.

—   ¿Sí?

 ¿Cómo estas Miranda?

— A punto de dormir.

— ¡Lo siento! ¿te desperté?

— ¿Viste la hora que es?

Trataba de hacer que mi voz sonara irritada, pero solo quería decirle cuantas ganas tenía de verlo. 

— Quiero verte, pero sé que en éste preciso momento no es conveniente ¿que tal si faltas a clases mañana? 

Permanecí en silencio sin saber qué demonios contestar, por mi mente solo pasaba la idea de aceptar, pues qué podría salir mal. Llevaba dos semanas aproximadamente "conociendo" a éste chico y ya me ponía el mundo de cabezas, me hacia cuestionarme. 

— ¡¿Miranda?! ¿sigues allí?

— Sí...

 No te insistiré, menos ahora que debes estar adormilara. Pasare a buscarte mañana, cuando Will se haya ido. 

No hizo falta aceptar, él lo hizo por mi. 

***

A lo lejos escuche la puerta de mi habitación abrirse, era un sonido débil pero perceptible.  El reloj despertador que sonaba todos los días a la seis am. no sonó, pues lo había desactivado, ¡¿para qué despertar temprano si no asistiría a clases?! (el niño que llora y la mamá que lo apoya) me estire en la cama lo más que pude, no podía observarme a mi misma pero sabia que el gesto en mi cara era de regocijo, mi cuerpo y mi alma luchaban entre ellos, uno quería levantarse, el otro no. Como pude y sacando fuerza me levante, corrí las ventas y me fui dando saltitos hasta el baño, baile mientras me cepillaba los dientes, baile mientras me recogía el cabello y baile mientras el agua en la ducha recorría mi piel. Me sentía ligeramente emocionada, como una pequeña que estaba a punto de recibir un regalo.

Salí de la ducha, me tome el tiempo para secarme y colocarme de nuevo la pijama. Salí de mi habitación y como en una tonta película me tropecé con el guapo chico del que siempre se habla, le sonreí dulcemente y lo abrace dejando caer mis brazos al rededor de su cuello, en mi mente una balada cursi inundaba nuestro alrededor. Él había entrado en mi casa sin aviso alguno (era totalmente normal), mirarlo a los ojos me derretía y olerlo me hacia enloquecer.

Todo lo demás quedaba en segundo lugar estando a su lado... La satisfacción porque había cumplido su palabra de venir me enternecía profundamente. No nos atacaron las ganas de desvestirnos y devorarnos, desde que me sorprendió con su  llegada hasta la hora en que le tocaba irse todo fue dulzura y amabilidad, las cosas iban tomando un rumbo inesperado, y al parecer él no lo estaba notando, solo se dejaba llevar...

Mi pequeño acto de rebeldía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora