Cap. 14

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¿Qué pasa?

Demuestras un poco de debilidad y se las juegan para tratarte como mejor les parezca y sí... ¡Lo sé! sé que dije que podía venir a mí cuando quisiera pero, soy voluble.

Y... es que sus ojos, su boca, su piel. Realmente me gustaba, me ponía loca el hecho de saber que a un hombre como él le atrajera.

Me quite la camisa y con ambas manos tome su rostro, de forma autoritaria le indique la manera en que deseaba ser recorrida. Estaba jugando a ser una experta, quería demostrarle que podía con los juegos pesados. Lo empuje hasta la cama y enfrente de él termine de desvestirme.

— Hoy no ha sido un buen día — le dije acariciándolo en la entre pierna — ¿crees que puedas mejorarlo?

— ¡Por supuesto! — dijo apoyándose en sus codos. Estiro la mano hasta la mía y me dejo caer sobre su pecho. Su imponente masculinidad me inquietaba, sentirlo contra mis piernas abría una cantidad extensa de sensaciones.

Con la boca entre abierta y la respiración al máximo puso sus manos en mi cintura, casi hundía sus dedos en mi piel, deje escapar un ligero gemido que termino por ser un aullido cuando sentí la presión de su cadera golpeando la mía. Nos movíamos en un círculo placentero y por un momento no distinguía su silueta, solo podía experimentar su olor cerca del mío y escuchar su respiración. Y de no ser por un pequeño y cliché rayo de luz que se colaba por la ventana no hubiese podido ver sus pupilas dilatadas.

Hicimos lo que quisimos...

***

A las siete p.m. aproximadamente llego Will, Gustavo y yo nos encontrábamos sentados a la mesa (descarados, arriesgándolo todo) cenando, como si nada hubiese pasado. Will nos observó, se sentó con nosotros y empezó a contarnos como había estado su día, se extendió sin que nosotros le hubiésemos preguntado. Por un momento me sentí tan sucia, mi hermano confiaba tanto en él y en mí que no le pareció rara su presencia en su casa sin que él estuviese allí, sin haberle avisado antes. Mire de reojo a Gustavo y el bajo la mirada, después de todo por qué desconfiar, él lo consideraba su amigo.

— ¿Vas a quedarte hoy hermano?

Tas... El sonido de la traición.

Deje escapar una ligera carcajada y los dos me miraron sospechosamente, pero después de escuchar esa vocecita en mi cabeza no podía hacer nada más que reírme. No me quedaba de otra, estaba llegando lejos en mi juego de perra.

Los "hermanos" no se cogen a la hermanita de su mejor amigo mi querido Will, si supieras.

— Sí Gustavo, quédate. A menos que tengas algo mejor que hacer — dije sonriendo.

Mi pequeño acto de rebeldía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora