De imbéciles está lleno el infierno.
Solo sé que es miércoles, que el cielo está nublado, que el desayuno me aburre y la realidad siempre ha sido predecible para los que habitan en ésta ciudad.
«El problema económico es la escasez y surge porque las necesidades humanas son ilimitadas, mientras que los recursos económicos son limitados.»
— Las necesidades humanas son ilimitadas — dije en voz baja. Intentaba mantener mi atención en el profesor pero apenas podía. Tenía toda la razón, las necesidades humanas son ilimitadas.
« ¿Por qué debe estudiarse la economía? La economía provee un ejercicio mental. La economía desarrolla el sentido de la evidencia. Nos da la facultad de poder apreciar sin ayuda mecánica el valor y la importancia de las cosas, a través de las varias consideraciones que se ofrecen a nuestro criterio. »
BLA, BLA, BLA...
Dos horas de palabrerías y el resto de las clases..., habían pasado tres días desde el regreso a la ciudad y mi mente todavía estaba en aquel lugar. Camine desde el salón de clases hasta el amplio jardín del instituto, mis pasos eran apresurados solo quería llegar hasta mi auto para irme a casa.
Debo buscarme un pasatiempo.
El día había estado enteramente pesado, me molestaba la blusa, los jeans, me molestaba tener que usar tacones para estar todo el día en un maldito salón de clases pero, así era, o al menos eso me hacía creer. Mi humor era hostil, me encontraba odiando hasta mi cabello, tanto así como para soltar el volante y llevarme las manos a la cabeza para recogérmelo. Encendí la radio y una tonta canción inundo todo el silencio.
Háblame cariño
Me voy después de probar este dulce antojo, whoa-oh Vamos a perdernos en nuestras mentes y volvámonos jodidamente locos Yo yo yo yo yo yo sigo con la esperanza de que comeremos pastel junto al océano Modela para mí, cariño
Seré Didd y tú serás Naomi, whoa-oh ...
Al llegar a casa un auto CTS SEDAN de color gris plomo se había robado mi lugar en el estacionamiento, furiosa me baje del auto y con toda la fuerza que podían impartir mis pies patee una de la llantas hasta hacer sonar la maldita alarma, tal vez no serviría de nada pero al menos no me moriría por acumular toda esa rabia. En cuanto estuve en el ascensor mi celular me sobre salto, tenía una llama entrante de Gustavo, ¡que sorpresa!
Espere unos segundo, sonó un par de veces y conteste.
Llamada de Gustavo:
— ¡¿Hola?! — conteste.
— ¿Miranda?
— Sí, ella habla.
— Necesito verte, ¡¿sabes?! Hay un par de cosas que necesitamos hablar.
— ¿si?
Corte la llamada, realmente no tenía ánimos para hablar con él, sobre todo porque después de lo sucedido no se tomó el tiempo para buscarme. Entre a mi departamento dejando todo lo que traía en la sala de estar, camine descalza hasta la habitación de Will y no estaba, de seguro estaba trabajando, (yo siempre llegaba primero). Camine hasta la cocina en busca de un poco de agua y luego hasta mi habitación.
« Maldita sea, quien se cree ese imbécil para llamarme »
El día tomo un giro totalmente inesperado, al abrir la puerta de mi habitación distinguí la silueta de un hombre alto parado cerca de la mesa del tocador, no me alarme, obviamente reconocía esa figura. Gustavo se giró, y nuestras miradas se encontraron.
— ¿Qué demonios haces aquí?
Gustavo sin decir una sola palabra se acercó a mí y tomándome entre sus brazos empezó a besarme, metió las manos en mi cabello y lo soltó, acercando sus labios hasta mi oído susurro — esto era lo que necesitaba — volvió a besarme y yo no podía replicar, estaba envuelta y sedada por el placer culposo. Aquel momento lo deseaba tanto como él.
Estaba cociente de que era un imbécil, y después de dejarlo hacer lo que quisiera lo bajaría de un golpe y lo pondría de lleno contra la realidad, las cosas no solo serían cuando él quisiera.
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Mi pequeño acto de rebeldía.
Teen FictionEstoy enamorada del mejor amigo de mi hermano. Él también está enamorado de mi. Tengo 18 años y el 26. Mi hermano me trata como una niña, quiero dejar de ser la princesa de la casa y seducirlo a él sera mi pequeño acto de rebeldía.