Cap .17

5.2K 192 0
                                    

No todo es tan fácil Will.

Podía haber pasado todo el día allí, haciendo nada, solo existiendo, mirándolos a todos ir y venir, tan despreocupados. Abrí la puerta del auto absorta en la contemplación de mis pensamientos, entre en él y encendiéndolo salí a toda velocidad.

Mientras conducía iba recordando que mi padre había sido quien me enseñó a conducir, acababa de cumplir quince años y a los dieciséis me regalo mi primer auto, desde entonces me complacía cambiar de modelo cada vez que quería. Al igual que a mi hermano, mi padre también lo había enseñado, él nos había enseñado tantas cosas, y ahora que estaba lejos de él comprendía que me empezaba a hacerme falta.

Al llegar al apartamento lo primero que hice después de cerrar la puerta fue ir directo al cuarto de visitas, Gustavo ya no estaba y tampoco esperaba que estuviese allí, luego me dirigí a la habitación de mi hermano, note que estaba en la cama cubierto por la sabanas completamente, camine despacio tratando de no hacer ruido para no despertarlo y me acosté a su lado, él de inmediato sintió mi presencia y pregunto qué ocurría. Negué con la cabeza, cerré los ojos y me arrope cubriéndome la cara. Will retiro las sabanas dejando al descubierto mi rostro y con la voz adormilada de un pequeño empezó a rememorar nuestra infancia. Decía que cuando era niña y me metía en problemas acudía a él, con los ojos amplios e inundados de culpa.

— No has cambiado ni un poco, ¿Qué hiciste ahora?

Negué nuevamente con la cabeza.

— Hiciste algo y no quieres contarme, ¿tan grave es?

Si supieras...

Mis ojos le estaban diciendo más de lo que quería que dijeran.

— Cambiemos de tema ¿sí?

— De acuerdo — dijo sonriendo — Mmm...

Sabía que no se le ocurría nada más que decir.

— Sabes, falta poco para mi cumpleaños número 19... Y a decir verdad no se me ocurre nada para celebrarlos.

— ¿Por qué no haces una reunión con amigos?

¿Es enserio? Con expresión de esquivez lo observe en silencio.

— ¡Es cierto! tú no tienes amigos.

— Eres realmente gracioso.

Me levante de la cama deprisa y Salí de su habitación, era imposible estar con él sin que me hiciera un mal chiste, lo soportaba medias. No tenía amigos no porque no pudiera hacerlos, a decir verdad no me importaba mucho y con el poco tiempo que llevaba en la ciudad no había espacio para eso.

— Miranda, regresa... Planeemos tu fiesta — grito a todo pulmón.

— Aún es muy pronto.

— No importa nunca está demás... Y así lo planearíamos bien.

— Solo quiero algo muy personal. Papá, tú, Novali...

— Entra a la habitación y vuelve a acostarte aquí.

Entre y volví a recostarme a su lado.

— ¿Realmente no has congeniado con nadie en la universidad?

Lo mire con un gesto serio.

— ¡No estoy bromeando!

Lo que empezó como una tonta conversación se extendió por horas como una amena, interesante y larga charla. Nos fuimos hasta la cocina, alistamos la cena y cenamos en la sala de estar mientras mirábamos en la televisión un tonto programa. Si vivíamos los dos solos, era mejor llevarnos bien.

— Will, ¿cómo era antes, cuando no vivía contigo? ¿No te sentías solo? — le pregunte mientras masticaba mis sándwich rebosante de salsa.

— Un poco, no es que permanezca mucho tiempo aquí, tú bien lo sabes. Pero antes de que llegaras Gustavo y Amanda venían mucho, podían pasar semanas aquí.

Mmm... ¿conoces a Amanda desde hace mucho?

— Realmente sí.

— ¿Y cómo es que andas con una chica, con otra y con otra?

— Pues, quisiera tomar a Amanda un poco más enserio pero, ni siquiera ella se toma enserio. Ustedes las chicas son muy complicadas — mordió su sándwich y volvió a mirar el televisor —. Si las tratamos bien, están mal. Si las tratamos mal, están bien. Y aun así se quejan. Y aun así, no saben lo que quieren.

— No todo es tan fácil Will.

— Allí está, ¿por qué no puede ser simplemente todo fácil y ya?

Aff lo mismo me preguntaba yo, ¿por qué no podía ser todo fácil y ya?

Puse los ojos en blanco y volví a morder el sándwich. Todo aquello que decíamos solo me hacía pensar en Gustavo, él ya empezaba a gustarme más de lo que debía, más de lo que yo esperaba, realmente estaba sintiendo algo por él y no quería verme perjudicada, aunque ya lo estaba, y mucho. Si alguien de mi familia llegara a enterarse tendría muchos problemas.

— ¿Y Gustavo, por qué viene a casa cuando tú no estás?

— Porque ésta es como su casa y puede hacerlo cuando él quiera, lo ha hecho siempre.

— Realmente le tienes mucha confianza.

— Sí, así es.

— Sabes qué, muero de sueño — le dije levantándome — hablamos mañana.

Mi pequeño acto de rebeldía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora