Cuadragésimo Sexto Capítulo

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Luego de dejar a Grace en el parque, fuimos directo a casa, donde Thomas continuo reconfortándome por muchas horas. No preguntó nada. Se dedicó únicamente a abrazarme y acompañarme todo el tiempo. Y lo agradecí enormemente. Era lo único que necesitaba en ese momento.

A pesar de todo lo atormentada y complicada que me había sentido luego de la conversación con Grace, tuve una noche bastante descansada y tranquila. No recuerdo haber soñado algo. Pero si recuerdo la increíble atmósfera de serenidad.

Tanto silencio y calma, me habían dado el tiempo más que suficiente para pensar en todo lo hablado y en lo que debía hacer ahora. Sobre todo, en lo que ella había pedido.

Era difícil. Para mí lo era demasiado. Mi orgullo era bastante grande y no podía dejar a un lado el resentimiento de todos estos años.

Pero sabía muy en el fondo que podía intentarlo. Darle aquella oportunidad que tanto ella quería. Mucho más ahora cuando las cosas serían tan diferentes para mí.

No sería una oportunidad únicamente para ella, si no que para mí también. Extrañamente nunca supe lo que era ser una hija. Nadie nunca me trato como tal y pensaba en que quizás ahora era el momento. No era lo normal o lo ideal, pero había llegado. Eso era lo importante.

Tener la nación de que teníamos aun tanto tiempo para poder aclarar, hablar, conocer o incluso reclamar la una a la otra, me daba extrañamente más ganas de tratar conseguir un contacto más allá con ella. Era mi madre. No podía negar eso.

Me había levantado esta mañana al sonido de su llamada. Como ayer se lo ofrecí y ella acepto, almorzaríamos juntas. Acordamos en unos minutos un lugar y la hora. Estaba ansiosa y algo temerosa por volver a verle.

Tome una relajante ducha de unos largos minutos, para después vestirme y arreglarme de misma calmada manera. Tendría que hacer tiempo para la hora de almuerzo. Aún faltaba bastante.

Me escabullí a la cocina observando de manera cautelosa a Thomas con aquel sujeto que no conocía. No podía oír mucho de lo que hablaban y tampoco quería interrumpirles, ya que me imagina que era algo importante como todo lo que él siempre trataba.

Me moví por la amplia habitación tomando lo que necesitaba para mi desayuno. Había jugo fresco y era de manzana, mi favorito. Bebí un vaso casi completo en un par de segundos, para luego buscar por dentro del refrigerador algo para comer.

En unos minutos pude prepararme un sándwich con unas lonchas de pavo cocido, queso fresco, unas hojitas de lechuga y tomate crudo. Di unas primeras mordidas con muchas ganas. Me había levantado con aquel tipo de apetito hoy.

Deje mi sándwich sobre el plato blanco, observando luego la pequeña ruma de papeles que había sobre uno de los muebles. Podía verse con claridad la hermosa elegante invitación que Caitlin había traído hace ya un par de semanas.

Agache la mirada echando un rápido vistazo al anillo que estaba firme alrededor de mi dedo. Por un par de horas, por lo sucedido con Grace, no había tenido cabeza para pensar en la boda. Quedaban solo seis días. No podía creerlo.

Leve sorpresa sentí tras ver y sentir como sus brazos rodeaban mi cintura desde atrás. Sonreí con delicadeza, sintiendo sus manos tocar mi vientre. Había sin duda extrañado despertarme de esa manera esta mañana.

-¿Quieres un sándwich?

Pregunté, sintiendo pronto como depositaba un cálido beso por mi cuello.

-No, gracias. Tú termina el tuyo, por favor.

Pidió. Me gire a los minutos para poder verle de mejor manera y saludarle como correspondía. Lucia increíble esta mañana. Como siempre.

Mía & Para Siempre: Burning UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora