Capítulo XIV: Noche estrellada

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En vez de volver a entrar a la carpa, Marinette y Tikki se alejaron del grupo de carpas, querían conversar y necesitaban privacidad.

No se alejaron mucho, solo lo suficiente para conversar tranquilas. Una de las razones por las que Marinette no lo lograba dormir era la presencia de Víctor.

A pesar de los muchos veranos en que sus familias pasaron juntas las vacaciones y que eran amigos, no lo conocía como a ella le gustaría. De que lo conocía sentía que algo le ocultaba y aun no descubría que.

- No lo sé Marinette, pero deberías de decirle – sugirió Tikki.

- Lo sé, pero no sé cómo... ¿Tikki? – exclamó al ver que la kwami se escondía entre los árboles.

Una mano tomó del hombro de la chica, asustándola. Por instinto, Marinette no gritó, pero salto alejándose de quien la había tocado. Giró sobre sí misma para ver quién era.

- ¡¿Adrien?! – exclamó al verlo - ¿q-que haces aquí?

- ¡Marinette! – exclamó tan sorprendido como la chica, aún tenía el brazo extendido. No la había reconocido – y-yo yo salí a caminar ¿y tú?

- Yo también, no podía dormir – respondió avergonzada.

- Somos dos – admitió ruborizándose – es peligroso caminar sola – Marinette lo quedo mirando extrañada – no me malinterpretes, conozco este bosque. De pequeño venía con mi familia – aclaró.

- ¿Tienen una casa cerca?

- Sí, no está lejos de las carpas – respondió. De hecho era una de las razones por las que lo dejaron venir.

- Ya veo – susurró, sin saber que más decir.

Se quedaron en silencio, sin saber que más decir. Ambos miraban a su alrededor buscando algún tema de conversación, habían pasado todo el día buscándose y no querían desperdiciar la oportunidad.

- Marinette – susurró, acercándose a la chica - ¿te gustaría acompañarme a una parte? – preguntó, ruborizándose.

- Emm... bueno yo...

- Entenderé si quieres volver con los demás....

- No, no, si quiero, digo, quiero ir contigo... ¿queda muy lejos? – dijo nerviosa, tratando de conectar las ideas. Podía sentir como Tikki se golpeaba la cabeza, impaciente.

Adrien no pudo evitar mirarla tiernamente, le encantaba las caras que ponía la chica cuando se ponía nerviosa. Sin pensarlo dos veces, la tomó de la mano y la guio al lugar que quería mostrarle.

- No te preocupes, no está lejos.


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