Capítulo XLVIII: ¿Espagueti?

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Después de conversar sobre el concurso de diseño, los cinco chicos se juntaron con los demás para una última actividad organizada por las profesoras. Tras ello, llego la hora de hacer el almuerzo.

Tenían claro que la comida más "segura" son los espagueti, en cuanto el postre...

- Pero es simple, nosotros hacemos los fideos y ustedes ven el postre – ofreció Víctor.

- ¿Estás seguro? – preguntó insegura Marinette. Hasta donde sabía Víctor no cocinaba.

- Por supuesto, soy un experto – dijo muy seguro.

Adrien no pudo evitar levantar una ceja, escéptico. No conocía esa habilidad de su amigo.

Marinette y Alya se miraron por un momento y aceptaron la propuesta.

- Muy bien, en rato más los acompañamos – dijo Alya, alejándose junto con su amiga.

Apenas las chicas se perdieron de la vista de los chicos, ellos se dirigieron a la cocina. Lo primero que hicieron fue juntar los ingredientes para cocinar los fideos. Para suerte de ellos había instantáneos.

- Muy Nino, por donde empezamos – dijo entusiasmado Víctor.

- ¿Eh? ¿No sabes qué hacer? – preguntó sorprendido el chico.

- Yo no sé cocinar y mucho menos él, así que tú debes saber – dijo señalando al rubio, quien lo miraba molesto.

- Eeee se hacer algunas cosas, pero no esto – exclamó señalando los ingredientes.

- Mmm ¿y qué hacemos? – preguntó pensativo. La idea era darle una sorpresa a Marinette.

Mientras, Adrien había tomado uno de los paquetes de fideos, pensando que podrían venir las instrucciones de cómo hacerlos, salía algunos indicaciones pero no todo. No pudo evitar suspirar resignado, había visto en la televisión como hacerlos, pero no creía que iban a necesitar harina y huevos.

- ¿Y si llamamos a las chicas? – preguntó Adrien.

- Ni pensarlo, siempre he escuchado que los espaguetis son fácil de hacer – contestó indignado Víctor.

Adrien y Nino se miraron por un segundo. No querían envenenar a nadie y mucho menos a Marinette y Alya.

Al ver que sus amigos no lo seguían, Víctor tomó la iniciativa. Agarró una olla mediana, la llenó de agua y la colocó en la cocina.

- Nino, enciéndela – ordenó – por favor – dijo más suave, al ver que el chico frunció el ceño molesto.

Tras hacerlo, se acercó a su amigo para susurrarle.

- No se tú, pero yo no quiero estar cuando se queme la cocina – susurró – Yo voy a ver la vajilla – exclamó saliendo de la habitación.

Quería hacer lo mismo que su amigo, pero no se atrevía a dejar solo a Víctor con una olla calentándose. Podían ser muy engañosa.

Pasaron varios minutos, en los que Víctor había estado abriendo y cerrando las puertas de los muebles de la cocina, buscando más paquetes de fideos.

- ¿No crees que son muchos? – preguntó al ver que había juntado más de veinte paquetes.

- Mejor que sobre a que falte – dijo con suficiencia.

Adrien suspiró resignado.

- Aprovechando que estamos solos – dijo misterioso - ... por fin me declare a Marinette – dijo alegre.

Un viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora