Capítulo II: Robo

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Es jueves por la mañana y los estudiantes del colegio Francoise Dupont se dirigen a las primeras clases del día.

- ¡¡ADRIEN!! Supe lo que paso en tu casa ¿estás bien? ¿no te paso nada? – exclamó una chica de piel bronceada y de cabello rubio que lo llevaba recogido en un moño. Abalanzándose al chico.

- Hola Chloe, estoy bien, no pasó nada – contestó nervioso, ante la reacción de la chica.

- ¿A qué se refiere? – peguntó Nino.

- Ja, menos mal que eres su amigo – se burló la chica.

- Chloe – dijo retándola, soltándose de su abrazo – Anoche entraron a mi casa, pero no se llevaron nada – aclaró al ver que su amigo iba a alegar.

- ¿Están seguros? – preguntó Nino

- Si, la policía y nosotros mismos revisamos. Fue extraño – concluyó.

Aunque la verdad si se llevaron algo, un objeto que se encontraba en la caja fuerte de su padre. El chico no sabía exactamente qué, pero tenía órdenes de no decir nada.

- Bastante extraño – afirmó su amigo.

En ese momento apareció... ¿la profesora Curie?

- Tss Nino ¿Qué no tenemos Literatura francesa? – preguntó confusa Alya.

- Se supone que si – contestó igual de confundido. Y no eran los únicos.

En silencio y total tranquilidad, la profesora dejó su material de trabajo sobre su escritorio, para después acercarse a los estudiantes.

- Antes de comenzar la clase, les tengo que comunicar, no, mejor dicho aclarar, que con la profesora Bustier intercambiamos nuestras clases, para que tuviera la oportunidad de tener aunque fuera una clase con ustedes antes del viaje – dijo con voz suave, pero con el volumen suficiente para que todos en la habitación, la escuchara – Volviendo a la clase, hoy aprovechando el buen día, van a ir al parque que está cerca y van a dibujar elementos de la naturaleza. Se van a juntar en parejas...

- Ay por supuesto Sabrina y yo, trabajos juntas – interrumpió Chloe, tomando del brazo a su mejor amiga.

- Que YO voy a elegir – continuo ignorando por completo el comentario de la chica – las parejas se van a formar de la siguiente manera, el estudiante que esté detrás será su compañero de trabajo.

Apenas terminó la frase, todos se giraron buscando a su compañero de trabajo, a algunos les gusto con quien van a trabajar a otros... no tanto.

- Profesora no es justo, él no sabe ni hacer un círculo – exclamó Chloe señalando al chico alto, de poleron rojo que se sentaba detrás de ella – además que Adrien quedó solo – continuo en el mismo tono chillón, señalando al otro chico.

- Es cierto – dijo sorprendida la profesora, observando al chico rubio - ¿Qué no había una niña detrás suyo, señor Agreste? – preguntó tratando de evitar hacer una mueca al nombrarlo.

- E eh... si, Marinette, pero no sé qué le habrá pasado – contestó incomodo, desviando su mirada hacia la amiga de la chica.

- Lo más seguro llega en los próximos minutos, si le hubiera pasado algo me habría avisado – contestó rápido Alya.

- ¿Estás segura? – preguntó curiosa la profesora. La chica asintió – Si ese es el caso, podemos esperar unos minutos, sino aparece va a tener que hacer el trabajo solo – aclaró restándole importancia. El chico solo asintió con la cabeza, nervioso.

Toc, toc...

Se escuchó golpear la puerta del salón. La profesora se acercó a abrirla, para encontrarse con el director.

- Buenos días profesora – saludo amable el director – le traigo la alumna Dupein-Cheng, tuvo un accidente, por eso su atraso – aclaró señalando a la joven, que tenía la mano derecha vendada.

- Oh, ya veo ¿estás bien? – preguntó preocupada, al ver la mano.

- Sí, estoy bien. Solo una pequeña herida – respondió tratando de minimizar el daño.

- Una herida que la tendrá vendada por los siguientes días – aclaró serio el director.

- Bueno, lo importante ¿la herida te impide movilizarte con normalidad? – preguntó haciendo más alusión a la actividad de mañana que la de hoy.

- Pues... - dijo pensativa – el médico dijo que hoy evitara mover la mano, para así no tener problemas los siguientes días.

- Perfecto, con eso me basta – dijo indicándole que entrara – gracias, director – dijo a modo de despedida. Cerrando la puerta.

Con mucho cuidado de que nadie viera su mano, Marinette entró a la sala y se sentó en su lugar.

- Eso se llama suerte – dijo divertida Alya.

- ¿Eh? ¿Por qué lo dices? – preguntó confundida.

- Mmm... ya verás – susurró riéndose. Dejando más confundida a su amiga.

La profesora pidió silencio y pidió que antes de salir le entregaran las autorizaciones.

- Supongo que la trajis... ¿Qué te pa...? – se interrumpió al ver la mano vendada.

- Shhh... después te digo – pidió, indicando con el dedo que guardara silencio. Alya asintió con la cabeza.

Uno a uno los alumnos fueron entregando sus autorizaciones e iban saliendo, salvo dos alumnos que fueron detenidos por la profesora.

- Por tu condición, no harás el trabajo de hoy, pero cuando tengas la mano curada me lo entregas ¿de acuerdo? – ofreció amable la profesora.

- De acuerdo y gracias – respondió contenta. En ese momento notó que un par de ojos verdes la miraban preocupado.

- Señor Agreste – llamó al chico, volviendo a aguantar hacer una mueca – será mucho que le pida que cuide que su compañera de que no haga mucho esfuerzo, es solo por hoy – dijo amable.

- E eh no, para nada – respondió ruborizándose. Estaba tan nervioso que sus músculos estaban tiesos.

- Muchas gracias – dijo sonriendo cálidamente. Adrien no pudo evitar pestañear varias veces, esa sonrisa la había visto antes – pueden retirarse, yo los alcanzo – les indicó.

Los chicos salieron de inmediato.

- Tienes que tener más cuidado, creo que se dio cuenta – se escuchó una voz infantil.

La profesora Curie no dijo nada, solo tomó sus cosas y salió de la sala con paso decidido.

No esperaba menos de él.


Un viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora