XXXII: Sótano

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Por una penitencia impuesta por Lila, Marinette, acompañada de Víctor, se dirigían al lugar más adentrado y oscuro del castillo, el sótano.

Tras recorrer varios pasillos, llegaron al último pasaje que daba a su destino. En el camino Víctor le contó a su amiga la historia de la habitación y la conexión que tenía el edificio con Adrien.

- Pero no te preocupes – dijo animado rodeando con un brazo los hombros de la chica – es solo una historia para asustar a los niños y si hay algo yo te protejo – continuó, atrayéndola hacia él.

- Emm gracias – respondió nerviosa, tratando de alejarse.

Agradecía el gesto. Aunque después de seis meses peleando contra akumas y hasta volado en un dragón, debía ser algo realmente aterrador para ella saliera huyendo.

- Es cierto – dijo ofendido, mientras reanudaban la caminata.

- Te creo Víctor – respondió sorprendida.

- No podría perdonarme si algo te ocurriera – continuó, tratando de atraer la atención de Marinette – porque yo... digo tú... me... - ¿Por qué le costaba tanto declararse? Era el momento ideal, estaban solos y nadie vendría a interrumpirlos.

Mientras tomaba aire para decirlo de una vez sin tartamudear, notó que su amiga se puso tensa. No pudo evitar suspirar resignado, la idea era entablar una conversión, pero logró aterrarla, pero no había problema. Su declaración provocaría el alivio en ella y él quedaría como su caballero de brillante armadura, que la protegería de todo mal...

- Está abierto – exclamó la chica.

- ¿Eh? – exclamó descolocado.

- La puerta del sótano está abierta – aclaró, acercándose a ella.

Marinette no estaba aterrada y mucho menos asustada, estaba atenta a su alrededor al sentir una extraña y fría brisa, que provenía en la dirección de la habitación.

- Esto es imposible, debimos equivocarnos de pasillo – dijo entre frustrado y nervioso, acercándose.

- No lo creo... ¿vez? – dijo mostrándole parte de la puerta – tiene varios seguros, como tú dijiste.

- Marinette es solo una historia – dijo tratando de recuperar el liderazgo y sacarla del lugar.

- Si es así, no hay problema – dijo tan tranquila, que descoló aún más a Víctor – sino quieres entrar, quédate aquí o vuelve, yo regreso de inmediato... recuerda que tengo que tomar una foto – dijo sacando su teléfono.

- Espera Marinette – dijo decidido - ... vas a necesitar luz – dijo sacando su móvil y encendiendo la linterna.

- No es necesario...

- Si lo es – la interrumpió – dije que te acompañaría y lo voy hacer – dijo más para si mismo que para la chica.

Marinette acepto la compañía de su amigo y entraron a la habitación. Como era de esperarse de un lugar que no había sido abierto en mucho, mucho tiempo, expedía un olor a humedad que costaba respirar y la gruesa capa de polvo que cubría los muebles del sitio no ayudaba.

Era una habitación grande, abarcaba las tres cuartas partes del edificio. A simple vista vieron varios estantes que contenían libros de diversos tamaños y algunos muebles y pinturas cubiertos por sábanas blancas para protegerlos del polvo.

No alcanzaron a recorrer ni dos metros, cuando una voz fantasmal les ordeno salir de ahí. Lo ignoraron completamente, pensando que era su imaginación, sin embargo volvió a aparecer no una, sino varias veces.

- Creo que deberíamos... ¿Víctor? – llamó Marinette a su amigo, mientras observaba a su alrededor, con la ayuda de su linterna.

- Se fue al segundo llamado – aclaró Tikki, saliendo de su escondite Marinette no pudo evitar suspirar desconcertada

- Y él era que me iba a proteger – pensó.

- Deberías hacer lo mismo, no me buena espina este lugar – dijo la kwami, mirando a su alrededor nerviosa.

- Tengo la misma sensación, mejor vámonos – dijo haciéndole señas a Tikki para que se escondiera en el gorro del poleron que llevaba.

Marinette se disponía a abandonar el lugar, cuando una figura masculina apareció a su lado. Mantenía la distancia, dándole unos pocos metros de distancia. Lo único que podía distinguir es que era tres cabezas más alto que ella, por lo que no era Víctor, ya que solo la superaba por dos cabezas.

Con ayuda de su linterna, iluminó a la silueta para ver quién era... craso error, ya que pudo verlo con claridad.

Era un hombre delgado, con ropas antiguas, piel pálida casi grisácea, cabello rubio desordenado y sus ojos... digo ojo, de color verde claro. El otro había sido arrancado y se notaba que fue con mucha violencia, ya que aun tenía las manchas de sangre en su cara y también tenía pequeñas cicatrices que rodeaban el hoyo que había quedado. A pesar del aspecto aterrador que tenía, eso no era lo que había dejado paralizada a la chica. El hombre tenía un parecido abrumador ¡¡con Adrien!!

- ¡¡Sal de aquí!! – exclamó enloquecido el hombre, haciéndola reaccionar.

Marinette giró sobre sí misma, cerró sus ojos para evitar volver a verlo y corrió con todas sus fuerzas hasta que chocó con algo blando que automáticamente la abrazó.

- ¿Marinette? – preguntó sorprendido - ¡¿Marinette?! – repitió ahora asustado, al ver que la chica no levantaba la cabeza – Marinette mírame – ordenó.

La chica estaba tan aterrada que no escuchaba nada y temblaba entre los brazos de quien sea que la había atrapado. No podía quitarse la imagen de ese hombre que era igual a Adrien, de la cabeza. Marinette empezó a sentir como los brazos, que hasta ese momento la tomaban firmemente, se relajaban y cambiaban de posición para acunarla.

- Marinette, tranquila... - susurró el chico, mientras colocaba una de sus manos en la cabeza de la chica, masajeándosela – tranquila.

Poco a poco, Marinette se calmó y con eso reconoció la voz del chico que la abrazaba y consolaba. Lentamente levantó la cabeza, para encontrarse con la cálida sonrisa que mezclaba alegría y alivio.

Adrien...

Un viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora