Capítulo XVII: ¿Castillo?

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Es una hermosa mañana en la campiña francesa. El cielo semi-despejado, los pájaros cantan y Chloe brincaba de alegría.

- Vamos, vamos, apúrense, ya volvemos a la civilización – exclamaba orgullosa, mientras sus compañeros empacaban sus cosas con un ánimo muy diferente de la chica.

Tras empacar, las profesoras Bustier y Curie se acercaron a la profesora de Mendeleiev a pedir explicaciones.

- No me digan nada – exclamó cansada – no se en que momento la señorita Bourgeois llamó a su padre y no tuve más opción que interrumpirla... ¿Qué ocurre? – preguntó confundida, al ver las caras de decepción de sus colegas.

Apenas terminaron de contarle lo sucedido la noche anterior, los alumnos estaban listos.

- A ver sabido antes, no le habría quitado los ojos encima – comentó tapándose la cara, molesta – niña malcriada.

- Muy bien ¿ya están listos? – exclamó la única persona alegre en el lugar – ahora solo falta que llegue el bus.

- Nada de eso señorita, vamos a pie – interrumpió la profesora de ciencias. Los demás alumnos se quejaron – tómenlo como una clase de educación física – aclaró seria, pero tampoco le hacía gracia caminar con el equipaje al hombro.

- ¿Y las caminatas no cuentan cómo ejercicio? – comentó sin ganas, Iván.

- Parece que no – respondió Max.

- Pero esto es indignando como pretende... - empezó alegar Chloe.

- Usted dijo anoche que la casa de su familia se encuentra cerca ¿cierto? – interrumpió la profesora Curie. Chloe asintió – bueno, sería absurdo llamar al bus por unos pocos metros ¿no le parece?

- Pero, pero...

- A ya cállate Chloe, ya te saliste con la tuya ¿no? ahora sufre un poco, como los demás – la retó Kim. La chica enmudeció.

Minutos más tarde se pusieron a caminar. En el camino una chicas no paraba de estornudad.

- Salud – dijo Alya, sujetando a su amiga – eso te pasa por salir a pasear.

- Mmmm... achu – respondió la chica, aturdida por tanto estornudos.

- Marinette ¿Por qué no te acostaste tras conversar? – preguntó Víctor, acercándose – o por lo menos buscar algo para taparte.

- No tenía frío – logró antes que le diera otro ataque de estornudos.

No podía creer lo que pensaba, pero se alegraba que Chloe se saliera con la suya. No estaba tan resfriada, pero una cama calientita, ayudaría a recuperarse más rápido.

Adrien miraba la escena desde una distancia ¿prudente? Lo único que quería era llegar pronto a la casa de Chloe, para que Marinette se acostara.

Tras veinte minutos de caminata, llegaron. Era un edificio de dos pisos de piedra grisácea y lo que más destacaba, una gran puerta de madera oscura. Parecía un castillo de película de terror y varios lo hicieron notar, excepto una.

- Chloe esta no es tu casa – susurró Sabrina.

- Oh, lo sé – respondió con suficiencia – mi padre no iba a poder tener a tiempo la casa en condiciones, pero llamó a un amigo que gustoso ofreció la suya – explicó.

- ¿Qué? Tiene de amigo a Drácula – dijo divertido Nino – oye ¿Qué te pasa? Estas pálido – dijo preocupado al ver la cara de su amigo.

- E-e-e es solo... - no lo podía creer.

- Oye Adrien ¿Qué no es la casa de tu familia? – exclamó Víctor.

- ¡¡¡¿QUÉ?!!! – chillaron todos, incluyendo a las profesoras.

Adrien se puso pasó del blanco al rojo vivo ¿Cómo la prestó?

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