Capítulo LI: Miau almuerzo

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En completo silencio, Marinette y Adrien se dirigieron a su habitación. Tomaron las cosas que necesitaban y fueron a los baños.

Mientras el agua recorría su cuerpo y lo limpiaba de aquel polvo blanco que le trajo tantos problemas. Adrien no pudo evitar golpear la pared cercana, frustrado. ¿Por qué su padre tenía esa reacción con él? Y sin darle tiempo de explicarle lo que había pasado ¿acaso debía ser un robot?

- Chico... - llamó Plagg, sacándolo de sus pensamientos - cálmate.

- Lo siento, Plagg – dijo avergonzado.

Cortó el agua y salió de la ducha, antes de volver al estado depresivo que lo había dejado su padre.

- Ve el lado positivo, está tu mamá – dijo el kwami, tratando de calmarlo.

- Es cierto, pero... - murmuró. Como esta de enojado, dudaba que su madre pudiera convérselo.

- ¿Dudas del poder de convencimiento de ella? – preguntó una voz que asusto tanto a portador y a kwami.

Debido al vapor del agua, y que estaba la ventana cerrada, apenas podían ver más allá de ellos y la ropa del chico. Adrien miró a su alrededor, hasta que divisó un par de ojos rojos, tamaño kwami.

- ¿Duusu? – la llamó extrañado.

- Quien más – respondió acercándose – uuuff que calor ¿desde cuándo te bañas con agua tan caliente? – se quejó, mientras se abanicaba con su cola.

- Eh bueno yo... - estaba tan molesto que ni se dio cuenta de la temperatura.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó curioso Plagg.

- Así... tu mamá me mando – respondió, llamando la atención de los ojiverdes – ¿adivina que logró? – preguntó divertida, moviendo su cola. Plagg y Adrien se miraron asombrados ¿lo logró?

Entre tanto, Marinette había vuelto a la habitación, a buscar un poleron. Al igual de Adrien, también estaba molesta por lo ocurrido. Sin embargo, el enojo se le quito cuando notó algo muy particular en su bolso.

- Hay no... - exclamó alarmada. Llamando la atención de Tikki.

- ¿Qué pasa Mari...? – Tikki no pudo evitar reír, al ver "el problema".

Sin darse cuenta, su mamá había reordenado su bolso. A ella no le molestaba, ya que siempre se le olvidaba algo importante, pero... esta vez.

- ¡¿En serio?! ¿Por qué este? – alegó.

Había visto que su mamá había agregado un poleron más, pero ahora que lo sacó notó cual era exactamente.

- ¿Y no hay otro? – preguntó curiosa Tikki, a lo que Marinette negó con la cabeza – bueno... no creo que se dé cuenta.

- Puede ser – dijo haciendo puchero. Poniéndose el poleron.

Se estaba acomodando la prenda, cuando sintió unas manos por su cintura, abrazándola por detrás, levantándola. La chica no pudo evitar gritar, del susto, hasta que logró ver la cara de quien la había tomado.

- ¡¿Adrien?! – exclamó sorprendida al verlo. En especial porque tenía amplia sonrisa.

- No me voy... por lo menos hasta después del almuerzo – aclaró, sin quitar la sonrisa. En respuesta, Marinette se giró para abrazarlo.

- Pero ¿Cómo? ¿Quién? – no entendía como había cambiado de opinión.

- La... la profe Curie lo convenció – respondió. Marinette lo miró curiosa, pidiendo más información.

Un viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora