Capítulo XIII: Regalo

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Eran las once de la noche, el sonido de respiraciones y ronquidos invadían el lugar, sin embargo había unos cuantos a los que Morfeo aun no visitaba.

En la carpa celeste, la joven de cabello negro no lograba conciliar el sueño. Por los akumas, se había acostumbrado a irse a dormir bien entrada la noche. Resignada, se giró hacía su amiga, quien dormía profundamente.

- Qué envidia – musitó, despertando a su kwami.

Tikki la miró preocupada, a lo que Marinette le hizo señas de que iba a salir a tomar aire. En respuesta, la kwami se escondió entre los cabellos de la chica, que en ese momento llevaba suelto.

En casa, cuando no lograba dormir salía hacía el balcón de su pieza a respirar el tranquilizante aire nocturno. Marinette no pudo evitar tiritar de frío, el viento, aunque era poco, era más helado que en la ciudad. Estaba a punto de volver a su carpa por algo con que abrigarse, cuando una mano la tomó del brazo, deteniéndola.

- Tranquila, soy yo – susurró una voz masculina, haciéndole señas para que guardara silencio - ¿tampoco puedes dormir?

- Víctor – exclamó sorprendida al verlo – sí, es... muy temprano.

- ¿Muy temprano? – preguntó curioso – te quedas trabajando o jugando hasta tarde.

- Algo así – contestó mirando para otro lado, ni se imagina lo que hacía por las noches - ¿Qué hay de ti?

- Pues... mmm... no te rías – susurró avergonzado. Marinette lo miró confundida – creo que no estoy hecho para acampar... el piso es muy duro.

Marinette lo miró tratando de contenerse la risa. Habían pasado muchos veranos juntos y debía admitir que nunca habían acampado.

- Bueno... de seguro es la poca costumbre. Podrías usar algún poleron como almohada – sugirió.

- Puede ser, lo voy a intentar – susurró alegre, girándose en dirección a su carpa.

No alcanzo a dar dos pasos y volvió donde la chica.

- Lo olvidaba – susurró, buscando entre sus bolsillos – pensaba entregártelo en la tarde, pero... aquí esta – dijo triunfante, sacando del bolsillo lo que buscaba.

Con paso decidido, se acercó a su amiga y pidiéndole que cerrara sus ojos, coloco en su cuello el collar que había comprado el día anterior.

- Pero ¿Qué? – dijo sorprendida abriendo sus ojos, al sentir al frío alrededor de su cuello - ¿y esto? ¿Por qué? – preguntó aturdida.

- Por volvernos a encontrar – susurró encogiéndose de hombros – y porque ahora vamos a estar más tiempo juntos, como compañeros, claro – aclaró nervioso, aun no se armaba del valor para declarase.

- Si... Víctor no debiste hacerlo – susurró avergonzada, mientras observaba a el collar.

- Tranquila, no te lo voy a cobrar – dijo guiñándole un ojo, haciéndola reír – es mejor que nos vayamos a dormir.

- Si, tienes razón – respondió, aunque aún no quería acostarse – buenas noches Víctor y gracias.

- De nada Marinette – deseo, no sin antes despedirse dándole un beso en la frente – buenas noches.

Apenas el chico se alejó, Tikki apareció de su escondite. Miró a su amiga tan desconcertada como ella.

¿Había algo más que quería decirle?

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Un viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora