Capítulo XLVII: Visitas para el almuerzo

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Al día siguiente, y como todas las mañanas, los primeros en levantarse eran el grupo a cargo del desayuno, junto con las profesoras.

- ¿Ya no estas enojada? – preguntó Duusu, haciendo puchero.

- ¿Por estar a punto de delatarme? – respondió irónica, mientras se arreglaba para salir de su habitación.

- Mmmm, pero acaso no quieres conversar con Marinette, como la mamá de su novio – dijo, manteniendo el puchero.

Celine se detuvo a pensar lo que había dicho la kwami, que le gustaba la idea, sí, pero no podía evitar imaginarse como una vieja que está pendiente de cada paso de hijo.

- ¿Qué te pasa? – preguntó extrañada, al ver que Celine negaba con la cabeza.

- Nada, nada – respondió, restándole importancia. Nunca sería ese tipo de persona o eso espera – puede que no sea mala idea... además que le ayudaría a Adrien – dijo pensativa. No debe gustarle la idea de mentir.

- ¿Entonces puedo decirle? – preguntó con los ojos brillantes.

- Deja que Adrien se lo diga, ya debe estar en problemas – respondió. A lo que Duusu rio nerviosa.

Tras lograr acomodar la peluca en una coleta, para esa fecha la peluca parecía hecha para un espantapájaros, Celine se acercó a la puerta, pero Duusu la detuvo.

- ¿Qué ocurre? – preguntó sorprendida.

- ¿Vas a salir así? – encaró.

Celine se miró de pies a cabeza, con la ayuda de un espejo de cuerpo completo que había en la habitación. Llevaba un vestido largo, ligero, sin mangas de color purpura, encima una chaqueta beige y sandalias. No era el conjunto más ideal, pero como era el último día del viaje, no había problema.

- ¿Qué tiene? – no veía nada raro.

- Recuerdas que viene Vincent ¿cierto? – recordó.

- Claro que me acuerdo – dijo extrañada ¿Qué tenía que ver?

La noche anterior, Vincent avisó que iba al castillo a anunciar a los ganadores del concurso.

- No será sospechoso que una humilde profesora que acaba de llegar a la ciudad, tenga un diseño exclusivo de su colega – aclaró.

- ¿Lo dices por esto? – preguntó riendo, señalando el vestido – nah, Vincent es tan distraído que ni lo va a notar y como tú dijiste, quien se fijaría en la humilde y tímida, profesora Curie – respondió, saliendo de la habitación.

- Si tú lo dices – susurró levantando los hombros, siguiéndola.

Celine había cuidado que su equipaje no la delatara y mucho menos ciertas prendas que solo un ojo muy observador podría identificar que fueron confeccionadas por un diseñador. Y muy observador debía ser la persona, ya que fueron diseñadas en una época en que lo normal son antojos de comida, no de ropa y menos tan exclusiva.

Mientras tanto, en el comedor ya se encontraban los alumnos colocando la losa y los alimentos que iban a comer. Al cabo de unos minutos, aparecieron los demás a desayunar.

Celine no pudo evitar desviar la mirada hacia su hijo, le gustaba verlo sonreír y más aún acompañado de personas que lo querían.

- Si Gabriel no fuera tan gruñón y cabeza dura... - pensó. Recordando que estuvo a punto de aparecerse frente a él, el día que entró a escondidas, a buscar a Duusu.

Un viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora