Los niños gritaban y saltaban por todos lados mientras Jessica intentaba buscar de buena gana un vestido que luciera conmigo. Estaba aburrida y algo cansada de estar en la octava tienda de vestidos de novia mientras mi amiga se ponía eufórica buscando cada porquería que se le venía a la mente. Que con cola, que con un velo reluciente... ¡Por Dios! Es un pinche vestido que usaré una sola puta vez en mi vida. Preferiría ir con uno de color negro.
—¿Podemos irnos ya? —Pregunté mientras Jessica me fulminaba con la mirada.
—Pareciese que ni casarte quieres. —dijo algo disgustada. Claro que estaba disgustada, hablábamos de su hermanito mayor. Bajé la mirada y luego eché mi cabeza hacia atrás.
—Sigue en lo tuyo. —Dije moviéndo mi mano en señal de que me rendía y que ella hiciese lo que se le diese la puta gana.
Frank estaba ocupado con sus casos en la embajada, mientras claro, yo estaba más aburrida que una mierda con mi cuñada. Jessica tenía veintiocho años, un año menor que mi prometido. Frank Rotherford era el orgullo de esa diminuta familia... Jessica había sido la oveja negra apenas dio a luz a sus dos hijos gemelos. Lorenzo y Luciano. Los críos correteaban aún por todos lados mientras su Madre buscaba un vestido para mí... Deseaba con toda mi alma que por favor Frank se tomara el puto tiempo de marcar mi número para poder irme de tarro diciéndole que su hermana iba a ser aniquilada mientras dormía.
Jessica amarró en una coleta su largo cabello castaño y suspiré ante ello. Comencé a jugar con las mechas locas de mi cabello y me percaté de que Lorenzo estaba llorando.
—¿Por qué no vez que le pasa a mi hijo? —Preguntó Jessica en un tono más parecido a una súplica. Dudé con malicia y me acerqué al crío.
—¿Qué sucede?
—Lu-Luciano me-me ha pegado. —Dijo apenas podía. Las lágrimas y los llantos incontroláblemente exajerados no le dejaban hablar. Miré a Luciano, el crío de cabellos rubios estaba escondído detrás de un maniquí. Me miró confundido y le estiré los brazos.
—No vas a pegarme ¿verdad tía Eli? —Enarqué una ceja.
—Ese es trabajo de tu Madre. No es el mío. —Dije mientras él se limpiaba los ojos. También quería llorar... De los dos, él era más fuerte que su hermano Lorenzo. Suspiré y miré a mi amiga sin dudar. Ella me sonrió con malicia cuando por fin encontró el puto vestido perfecto.
—¡Mira este! —Chilló al ponerlo en los aires para mi sorpresa. —Es lindo, sexy... Y al parecer cómodo.
—Jess, —dije mirándole. —te voy a conseguir un novio. Algo me dice que sólo quieres casarte
—John jamás me pidió matrimonio y de paso se fugó dejándome con estos... —La fulminé con la mirada antes de que continuase. —Con estas preciosuras. —dijo besándoles las mejillas a los pequeños. Hija de su Madre.
Me lanzó una mirada de odio cuando miré con desdén el vestido. ¿Por qué mierda debían de ser todos blancos? Entré al probador y me desnudé con sigilo mientras me propuse deslizar el vestido blanco por mi cuerpo. Me quedaba estupéndamente, pero no era mi estilo y tampoco el de Frank. Mi novio me habí dicho que fuese yo quien eligiese el encaje perfecto... Esto era una mierda en comparación con el diseño que había echo con Lucifer. Sonreí.
Salí para que Jess me viese con su vestido puesto y aplaudió eufórica. Suspiré. Escuché la campanilla sonar cuando vi a Frank de pie junto a la puerta. Llevaba su maletín en las manos y me sonrió cuando se puso una de sus manos en los bolsillos de su pantalón. Sonreí y corrí a toda velocidad a sus brazos. Sus ojos se pegaron con los míos y nuestros labios se juntaron. Jess rápidamente sacó una foto y nosotros le mirarmos irritados.
ESTÁS LEYENDO
Memorias imborrables. [TERMINADA]
Teen FictionComo todos recuerdan, Elizabeth se fue a estudiar de todos modos a Canadá... Dejó su pasado atrás, en donde también olvidó por completo lo que era su amor hacia Braddie Winther. Elizabeth pasa años lejos de Atlanta y vive su vida normal en Ottawa, c...