Capitulo 05

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La tensión absurda que provocaba la mirada decaída de Lexi estaba por volverme loca. No sabía que decirle desde que admití hace apenas unos minutos que estaba totalmente convencida de que odiaba sin remedio a Braddie Winther.

Los ojos azules de mi amiga se pegaban en mi rostro como si me quemasen por fulminarla con mis palabras en cuanto me dijo que yo sentía algo por Bradd. ¿Cómo demonios podría? Estaba enamorada sin remedio de Frank. O eso me estaba obligando a creer ahora. Necesitaba creerlo. O al menos, creer que odiaba con locura y sin remedio a Braddie. Pero no lo sabía... A pesar de ya haber pasado tanto tiempo... Me seguía sintiéndo como una niña perdida junto a Bradd.

Leo entró a la tienda y nos miró a ambas. Estaba dudoso... Pero luego nos sonrió.

—¿Sucede algo, linduras? —Negué con la cabeza.

—No. —dijo Lex haciéndo ademán de que yo tenía la culpa. Bufé. Leo me sonrió y se dirigió a su oficina. Caminé detrás de él solamente para quedar frente a frente con el hermano de mi antiguo novio.

—¿Se te ha perdido algo, Cooper? ¿O prefieres que te diga Lacostt? —Mi corazón se frenó.

—No juegues con fuego. Leo. —Refunfuñé. Sus ojos miraron a un lugar imaginario y luego se fijaron en mí.

—¿No te has preguntado jamás por qué mi hermano te dejó ir? —Esa pregunta me pilló desprevenida, claro que me lo preguntaba. Más de un millón de veces al día... El tatuaje comenzó a quemarme viva una vez más. Leo sonrió. —Al parecer hemos tocado un punto de debilidad en ti, Eli. —Le fulminé con la mirada e inconciéntemente mi mano izquierda se fue directo a mi muñeca derecha. Mi corazón se apretó y un leve nudo se formó en mi garganta.

—No hay nada más de que hablar. —Dije caminándo hacia la puerta. Pero su voz me volvió a detener.

—Es decir que si te lo has preguntado ¿no? —Le miré ¿desde cuándo se había vuelto tan malditamente desgraciado? Mis puños se apretaron. Respiré hondo y recordé todas esas veces en que Félix me llevó al psicólogo para controlar mi ira. Suspiré otra vez y le miré. Aún estaba irritada. —Vamos, estámos en confianza.

—Lo dudo.

—Soy tu jefe. —Me recordó con superioridad.

—Si quieres renuncio. Me vale madres. —Dije irritada. Sus ojos se cruzaron con los míos y vi como se sentía vencido. —¿No dirás nada más? —Negó con la cabeza.

—Solo vete. —Dijo irritado.

—¿Me despides?

—No. Me refiero a que me dejes solo, maldita sea. —Dijo melodramático. Sonreí. Había ganado.

Lexi esperaba aún dudosa de preguntar si Leo había logrado hablar conmigo. Pero no hizo ni la más mínima pregunta. Guardó silencio y no se dijo nada más entonces.

Frank había llamado un par de veces y sin dudarlo contestaba a todas sus llamadas. Me pidió cenar juntos hoy en la noche... Pero estaba claro que no quería porque sabía que sólo hablaríamos de su caso nuevamente y aquello me iba a terminar por volver loca. Me mataba la curiosidad de saber que demonios pasaba aquí... Quería saberlo. Necesitaba saberlo.

No entendía por qué demonios decidió traerme aquí si sabía que odiaba este lugar. Mi mente estaba perdida mientras Lexi estaba atendiéndo a un crío algo obeso. Dudé un momento y luego suspiré mientras una niña me pedía unas paletas para ella y su hermanito. Miré un momento a los críos y algo me hizo recordar a Matilda y a Joseph. Eran los hijastros de Leonor... Técnicamente, comos mis hermanito pequeños. Matilda tenía apenas unos doce años ahora que su Madre había muerto... Y Joseph era su mellizo. Pero había muerto hacía dos años. Dudé. Las personas hoy en día iban a terminar por volverme loca cada vez que recordaba algo negativo.

Memorias imborrables. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora