Había algo completamente diferente en Frank. Algo que no podía explicar ni tampoco podía adivinar.
Seguía sentado mirándo fijamente lo que era el televisor, tenía su mano derecha en su mentón, estaba pensativo por algo... ¿Pero qué?
Me colgué mi bolso sobre el hombro y me encaminé hacia la puerta con cautela. Braddie había dicho que no podía moverme del todo porque los puntos podrían, quizás, abrirse. Pero no era seguro, pero por si las moscas, obedecía.
—¿Dónde vas? —Preguntó sin voltear a mirarme unos segundos. Suspiré.
—A trabajar. —Dije con frialdad. La noche anterior no me había ni mirado. Simplemente se echó a dormir... Estaba extraño desde nuestra discución de hace tres días, en donde me preguntaba sobre una familia.
—Es demasiado pronto para salir, ¿no crees? —Agaché el moño y suspiré.
—Iré te guste o no. No eres quién para mandonearme. —Dije mientras daba un portaso de los grandes.
Frank estaba algo extraño desde mi accidente. Ya no pensaba en eso de no haberme ido a ver mientras casi moría... Pero estaba más extraño de lo habitual. Contestaba llamadas que no podía descubrir. Hablaba con hombres, con mujeres ¿Con quién? Ni idea. Simplemente contestaba con un "sí; entiendo; quizás; No." que me volvían completamente loca y me hacían dudar más sobre lo que le ocurría.
El ascensor bajaba con cautela y en sumo silencio. Me concentré totalmente en qué le diría a Leonardo cuando me preguntase que había pasado de bueno con su hermano las noches que estuve sola con él... Sonreí mientras pensaba en aquello. Me percaté de mi sonrisa porque el espejo de las paredes de metal me hacían delatarme. Suspiré agobiada. Él aún me hacía sonreír.
Boris estaba fuera del hotel apoyado de la camioneta de la policia de investigaciones. Me quedé mirándole sin comprender hasta que se percató de mi precensia y se quitó las gafas oscuras de los ojos.
—Hola. —Dijo con frialdad ¿A qué se debía ese comportamiento?
—Hola ¿Qué hay? —Miró a todos lados y me entregó un sobre. —¿Qué es esto? —Boris sonrió.
—Deberías revisarlo cuando estes con Lex. Por favor. —Dijo besándo mi mejilla. No comprendí y le vi subir a la camioneta sin más. Me quedé en silencio... ¿Qué demonios era aquello?
Llegué a la dulcería con el sobre marrón en las manos. Lexi y Leonardo me abrazaron con cuidado ya que seguramente Braddie les había advertido de mi estado, pero, vieron el sobre y se miraron sin comprender.
—¿Qué cojones es eso? —Preguntó Lex.
—Pues me lo ha dado tu esposo. —Dije sin mentir.
—¿Algo nuevo? —Leo estaba siendo precabido.
—Ni puta idea. Me lo ha dado y me ha pedido que lo viese con ustedes por seguridad...
—¿Seguridad? —Preguntó Leo.
—¿Seguridad de quién? —Inquirió Lex.
—No sé. —Dije encogiéndome de hombros. Lex tomó el sobre y lo abrió mientras sus ojos le delataban de que aquello no era nada agradable.
—Me cago en la re puta. —Dijo poniéndose la mano derecha en la boca para aumentar su ceño de asombro. Leonardo le arrebató las hojas y luego me miró.
—Elizabeth, deberías alejarte de ese hombre a quien dices que amas. —Dijo con el ceño fruncido. No comprendí y miré detenídamente las manos de Leonardo antes de arrebatarle las fotos que llevaba encima.
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Memorias imborrables. [TERMINADA]
Ficção AdolescenteComo todos recuerdan, Elizabeth se fue a estudiar de todos modos a Canadá... Dejó su pasado atrás, en donde también olvidó por completo lo que era su amor hacia Braddie Winther. Elizabeth pasa años lejos de Atlanta y vive su vida normal en Ottawa, c...