{ Harry }
Entré al departamento estando realmente cansado. Las clases no me estaban gustando, pensé que estando en Música la vida sería más relajada, pero no, me he dado cuenta que todas las universidades tienen su dificultad. No es que fuera muy difícil, es sólo que lo aburrido cansa. Claro está que no hago trabajos, pero sentarme en un pupitre de ahí es un infierno. No he terminado la semana y ya me estoy echando para atrás como toda la vida.
Lancé mi mochila al suelo y me recosté en el sofá. Hace unos días que no vengo aquí, la última vez que vine fue cuando me corrió la chiflada. Eso me hizo recordar cuando me marché con la culona. Efectivamente fue un mal sexo, pensándolo ahora. No quedé satisfecho, ni siquiera se la metí. Sólo quiso mamarme, pero lo hacía de la mierda. No entiendo por qué tenía que sacar mucho sus dientes. De recordarlo me estremecí por acordarme del dolor de aquella vez. Ella me gritó porque no llegué; yo le reclamé que era la peor mamadora.
No quedé complacido. Necesitaba una paja.
Sin pensármelo mucho, me bajé los pantalones hasta la rodilla junto con el bóxer. Escupí en mi palma un poco de saliva y empecé hacerme una paja. Mi pene quedó completamente erecto, entonces me masturbé más rápido por la facilidad. No pude evitar soltar varios gruñidos y uno que otro gemido. Se sentía bien, mucho mejor de lo que ella hacía. Todo lo que se escuchaba en el departamento era mis jaladas junto con mi débil voz soltando leves maldiciones por lo bueno que se sentía. Estaba a punto de llegar, me sentía más caliente de lo normal.
— ¿Hola? — escuché la puerta abrirse y un grito asomarse pero yo no me detuve — ¡Ah! ¡¿qué es lo que haces?!
— Oh... Joder sí..., cierra la puerta, niña — volteo un poco mi cabeza para verla, pero mi vista estaba un poco nublosa por lo que cerré mis ojos. Estaba a punto de explotar y yo no podía hablar.
— ¡¿Q-qué?! — cerró de un portazo la puerta de la entrada y salió corriendo hacia la habitación para encerrarse ahí.
{ Amanda }
He visto... a un chico masturbarse. Por primera vez, santo cielo.
Cerré la puerta de la habitación bajo llave. He quedado espantada. La imagen me era imposible borrar de la mente. ¿Cómo puedo olvidar el tamaño de su pene? Era... un poco grande, sí. O tal vez muy grande, no lo recuerdo. Él estaba muy ocupado moviendo su mano de arriba hacia abajo. No sabría decir si estoy asustada o asqueada, es que sigo asombrada.
Hice bien al correr.
— Oye... — intentó abrir la puerta — ¿Cerraste la puerta? Venga, solamente era un pene.
— Eres un asqueroso — dije entre dientes.
Escuché su carcajada. ¿Qué era lo divertido? Acaba de ver algo suyo personal, debería estar avergonzado. Pero me doy cuenta como es, y no, no lo está en lo absoluto, hasta le parece divertida la situación.
— ¿Por qué lo hiciste? Eres un asqueroso. Encima, en el sofá. ¿Qué te crees? Si vas a hacerte una paja, hazlo en el baño. — le reclamé. Escuché como se recargó sobre la puerta, yo estaba sentada en mi cama, protegiéndome de él.
— ¿Qué por qué lo hice? Bueno, pensé en ti. Me excitas, mucho — ronroneó, mis mejillas se sonrojaron. Lo bueno que no podía verme.
— Mentiroso. Soy la que menos podría excitarte.
— No, de verdad. Eres muy bonita. Lo noté la primera vez que te vi, no miento, quisiera estar cerca de ti — murmuró lo suficientemente alto para escucharlo, sus palabras... me dejaron sin habla.
— ¿Qué... qué dices? — cierro mis piernas.
Es asqueroso, de muy mal gusto.
— ¿Puedo tocarte?— jadeó.
Lo que dijo me dejó atónita. De pronto olvidé todas las palabras. Escuché sus risas burlonas detrás de la puerta y el enojó fue el que me dominó. Todo era un juego suyo, en serio me molesta mucho sus bromas.
— Bromeo. En serio, jamás te tocaría — dijo entre risas, mi ceño se frunció al oír eso.
— Como si quisiera que me tocaras. No quiero tener SIDA, gracias.
— Hey, no tengo ni una enfermedad — lo oí gruñir.
Ahora yo fui la que me reí. Tocó la puerta, yo reí un poco más fuerte.
— ¿Me dejas entrar? Quiero preguntarte algo
— Hazlo desde afuera.
— Ugh, es mi puta habitación también.
— Ni siquiera has dormido aquí, así que no, no lo creo — sonreí victoriosa.
— ¿Cómo conoces a Georgina? — cambió de tema.
Lo recordé. Había olvidado ese tema, ese maldito tema. Una gran amiga estaba saliendo con un idiota mujeriego, realmente ella no se merece a ése. Él no se quedará al final del día y solamente le romperá el corazón.
— Aléjate de ella — lo dije sin pensar, un silencio apareció — Ella es una gran amiga para mí. Tiene un corazón noble, Georgina no merece a un chico como tú. Así que es mejor que la dejes sola si no le vas a prometer nada...
Me callé de golpe al escucharlo hablar por celular. Ni siquiera me estaba poniendo atención, ahora me siento una gran inútil.
— Ahorita voy a tu depa, Pamela. ¿Noche de películas? Suena bien...— su voz se iba alejando de poco a poco hasta oír como la puerta se abría y se cerraba.
Genial.
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My Room, My Rules | Harry Styles
Fanfiction❝Que quede muy claro; mi cuarto, mis reglas.❞ Copyright © 2016 osnapitzanie