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— ¿Te estás divirtiendo? — pregunta, golpeando mi vaso con el suyo. El cristal suena con fuerza pero no se rompe, y yo le agradezco al cielo que no haya sido un desastre.

— No te imaginas cuánto. — ruedo los ojos y ella me mira mal.

— Te dije que esta noche todo estaría bien, ¿Verdad? — asiento, y ella vuelve a chocar nuestros vasos. — Olvidarás de una vez por todas que ese idiota existe.

— Claro, es que lo he logrado con tanta facilidad. — sonrío y vuelvo a mi estado en cuestión de segundos. — Por cierto, no sigas diciendo que es o ha sido mi novio porque te golpearé. Sólo es un amigo... Un mal amigo.

— Con derechos.

— A veces creo que tienes problemas para pensar. 

— Me lo agradecerás luego. — aprieta mis mejillas con sus dedos delgados y larguiruchos.

— ¿Por qué? ¿Me ayudarás a encontrar a un buen folla-amigo en esta fiesta? ¿Ese era tu plan?

— No seas estúpida. — golpea mi cabeza con su mano y no tardo en quejarme. Ella ríe escandalosamente, pero luego de unos minutos vuelve a su postura y ya no la escucho más. — Y siento decirte esto, pero aquí viene el próximo amor de mi vida, así que nos vemos por allí, ¿Si?

— Vamos, Minki. ¡Todas las semanas dices eso! — grito sobre la música, cuando ella se aleja, golpeando el trasero de su nueva conquista y volteando a darme una de sus miradas perversas. — ¡Te odio!

— ¡Y yo te amo! — lanza un beso volado y desaparece entre la gente. — ¡Oh, y no tomes el líquido verde! ¡No es para niños!

Frunzo el ceño, realmente enfurecida con mi mejor amiga por dejarme aquí en medio de tantas caras desconocidas. Es que es tan fácil caer en el engaño de tu compañera de habitación cuando te dice que será una noche tranquila con algunos amigos de la facultad, pero termina en esto, la fiesta más escandalosa del siglo. Ha venido tanta gente que me es casi imposible poder respirar con normalidad. ¿Cómo se supone que saldré de aquí si la que tiene las llaves del auto es ella?

Pateo la silla más próxima a mí y un muchacho de cabello naranja me mira con mala cara. Hago una reverencia y le pido disculpas antes de entrar al tumulto de cuerpos sudorosos en medio del salón, bailando al ritmo de alguna canción de moda.

Dios, debí quedarme en casa, quizás allí sí tendría la paz que necesito. Pero, ¿Qué puedo esperar de una fiesta de fin de curso? Es tan clásico en esta escuela, sobre todo porque es la oportunidad de conocer a mucha gente y posibles contactos en la universidad. No puedo culpar a Minki, ella sabe lo que es divertirse y es que conocerla por más de cuatro años es suficiente para saberlo.

Llego a un pasillo largo y con algunas puertas distribuidas por el camino. Trago saliva y rezo para no tener que llevarme con una sorpresa desagradable. ¿Qué puerta abriré sin tener que ver a una pareja en su momento más vulnerable?

— Debí quedarme y pedir pizza. — suspiro, antes de correr por el pasillo para abrir la última puerta. Tomo la perilla y cierro los ojos, esperando que alguien grite, pero gracias a la oscuridad de la habitación, no noto absolutamente nada.

Entro con sigilo y cierro la puerta despacio, poniéndole el pestillo al final. Tanteo por una de las paredes en busca del interruptor y lo encuentro casi al instante. Le sonrío a mi reflejo en el espejo y dejo el vaso sobre la mesa con dos lavabos.

— Genial. — le guiño un ojo a mi reflejo. — Supongo que pasaré las próximas dos horas aquí, así que mejor me pongo cómoda.

— Por Dios, otra loca. 

| Lies → Suga - Min Yoon Gi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora