No puedo dormir.
Se ha vuelto un hábito bastante normal en estos últimos meses, a decir verdad. Pero esta noche es diferente.
El departamento se mantiene en completo silencio, y no puedo creer que luego de tanto tiempo queriendo dormir plácidamente, no pueda lograrlo.
Miro el techo alto de la habitación conforme los minutos pasan. Enciendo la lámpara de mi mesa de noche y la miro.
Alice duerme plácidamente, con una leve sonrisa en los labios, con las ojeras muy notorias y un hilo de baba sobresaliendo de su labio inferior. Pero es feliz así, y yo también.
Luego de aquel desastroso día en el que nos enteramos que tendría que ser operada para que la bebé pudiera nacer, Alice no volvió a ser la misma. Sí, estaba tranquila y confiada de que todo saldría bien, pero yo estaba muerto de miedo.
Y con justa razón.
La operación se complicó, tuvieron que sacarme a rastras de la sala y me dijeron que no hiciera una tontería porque de lo contrario no vería ni a mi esposa ni a mi hija. Lo sé, un tremendo coñazo.
Me torturé mentalmente. No dejé que ni los chicos, ni mi familia, ni la familia de Alice se acercaran a mí. Quería estar solo, dejar de pensar en que podríamos estar pasando una de las peores situaciones de nuestras vidas. Perderlas nunca estuvo en mi mente, pero era una posibilidad. Lo dijo nuestro médico. Y no tuve tanto temor dentro de mi pecho, hasta ese día.
Por un momento pensé que me lo merecía. Quizás tener algún tipo de paga por toda la mierda que le hice pasar cuando me daba cuenta de que comenzaba a amarla... Pero no. No era justo.
Basta decir que ese día se convirtió en noche, y no pude dejar de culparme por absolutamente todo lo que estaba pasando. Sin embargo, la mañana llegó, y luego de muchas horas de temor e incertidumbre, combinada con la culpa, nos dieron la noticia. Ambas estaban bien y podía pasar a verlas.
Nunca pensé que podría abrazar a alguien con tanta desesperación. Alice me dijo que era un idiota por no tener cuidado, y luego de decirme que era un mal esposo por no tratarla con cariño, señaló la pequeña incubadora a un lado de la cama. Sentí miedo.
Era una bebé, un pequeño ser parecido a mí, con mi sangre corriendo por sus venas, con mis rasgos apenas pronunciándose en su diminuto. Fue como si todo mi mundo se detuviera al verla.
¿Cómo era posible que amara a esa cosa tan pequeña como si mi vida dependiera de ello?
— Tiene tu nariz. — dijo, Alice, en una risa débil.
— Tiene tu fuerza. — respondí, rozando la diminuta mano de la nueva integrante de nuestra familia.
Ahora estoy aquí, mirándola como si todo mi mundo girara alrededor de ella. Y quizá lo hace, o puede que simplemente la ame demasiado.
— ¿En qué piensas? — su voz rasposa por el sueño, me toma por sorpresa.
La veo frotar su nariz y abrir los ojos lentamente. Me enfoca luego de unos segundos y sonríe a medias.
— Recordaba el día en el que nos conocimos. — me encojo de hombros y ella vuelve a sonreír, pasando un brazo por mi cintura. Su abrazo me toma desprevenido, pero lo recibo con gusto.
— Fuiste un idiota de primera. — dice, ante de bostezar. — Pero no puedo negar que me gustaste desde ese momento.
— Nunca lo dijiste. — aprieto su nariz conforme me muevo en la cama, quedando frente a ella.
— Pensé que lo sabías. — besa la punta de mi nariz y vuelve a cerrar los ojos. — Era demasiado notorio.
— No, no lo eras.
ESTÁS LEYENDO
| Lies → Suga - Min Yoon Gi |
Fanfiction"Lamento que no puedas soportar una broma y también lamento que tu amigo sea tan feo. ...