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— Lo has intentado muchas veces, es obvio que no puedes hacerlo. 

— Claro que sí, sólo mira.

Muevo la pequeña palanca y el gancho va de lado a lado hasta llegar sobre el pingüino de peluche que quiero. Saco la lengua involuntariamente y me concentro en obtener mi premio, pero el gancho se queda quieto a mitad de camino, volviendo el peluche a su lugar.

— Mala suerte. — dice, riendo con socarronería. — Yo podría hacerlo con los ojos vendados.

— Si eres tan bueno como dices, ¿Por qué no lo intentas? — pregunto efusivamente, señalándole la máquina.

— Es un juego muy fácil, pero me parece estúpido e infantil. — explica, volviendo a ser el idiota egocéntrico que conocí hace algún tiempo. — ¿Por qué no vamos a tiro al blanco? Parece divertido.

— No, Min Yoongi, yo quiero ese peluche. — lo señalo a través del vidrio y él rueda los ojos, negando con la cabeza.

— Hay muchos que podríamos ganar en tiro al blanco.

— Pero yo quiero este peluche.

— Pues te lo pierdes. — dice, caminando hacia el juego que tanto quiere, dejándome sola.

— Mierda. — farfullo entre dientes, sacando sólo una moneda de mi bolsillo. — ¡Idiota, espera!

Sigo a Min Yoongi a regañadientes por todos los juegos que logran llamar su atención. Y pareciera que estoy aburrida, pero la verdad es que me estoy divirtiendo como si fuera mi último día en la tierra. Compramos churros y él dice que se han vuelto su debilidad desde ahora en adelante. Nos subimos a muchos juegos temáticos y miramos los fuegos artificiales en miniatura porque se ve realmente genial.

Él no vuelve a tomar mi mano y yo no me acerco demasiado por temor a confundir más las cosas. Supongo que dos besos son suficiente intimidad por hoy, a pesar de que quiero mucho más... Pero no, es todo por hoy.

— ¿Te has divertido? — pregunto, caminando a su lado, conforme salimos de la feria.

— Mucho. — sonríe con efusividad, mirando el cielo mientras abraza uno de sus peluches ganados en tiro al blanco. — Lastima que no hay ferias tan grandes en Seúl.

— Me alegra que te haya gustado. — sonrío, abrazando el oso morado que gané en arquería. Suspiro. — Hace mucho que no me divertía así.

— Oh, entonces deberías agradecérmelo, ¿No?

— Sí, claro. — bufo, dando dos pasos de ventaja.

— Hablo en serio, después de todo es gracias a mí que estamos aquí, ¿No crees? — bromea, tomando mi mano, reteniendo mis pasos. Volteo y lo veo sonriente, como si disfrutara el ponerme nerviosa.

— Toma. — extiendo el peluche. — Es una ofrenda de paz o agradecimiento, como quieras tomarlo.

— Ya tengo uno, muchas gracias. — dice, jalando mi mano hasta que mi hombro choca con su pecho.

— ¿Q-Qué haces? — tartamudeo, jalando en dirección contraria.

— ¿De veras esto te pone nerviosa? — bufa.— Vamos, creo que puedes darme un beso en agradecimiento. — dice, asintiendo y mirando el cielo estrellado sobre nosotros, como si se lo hubiera pensando mucho.

— ¿No te parece que dos ya son suficientes? — él niega con la cabeza y yo ruedo los ojos, realmente confundida. — Bien, aquí voy.

Él cierra los ojos y yo río por lo bajo, acercándome a su mejilla para darle un beso cerca a los labios.

| Lies → Suga - Min Yoon Gi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora