Pesadillas de espinas

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Llegó la lluvia, y en una habitación, se esconde un sueño oscuro que atormenta a un chico tricolor que posee rasgos maduros, han pasado 5 meses desde que su otro yo cruzó al más allá, no puede dejar de pensar en él, pero eso no implica que no hay dolor más fuerte que el haber perdido a un amigo cercano y que la promesa que se habían hecho, se ha roto por completo.

Otra de las cosas, es que Yugi Mutou había encontrado a alguien que tal vez, solo por un momento, el dolor de la soledad desaparecía por unos segundos, gracias a la sonrisa de esa persona que le transmitía confianza y seguir adelante. Pero, alguien le arrebató lo poco que le quedaba, aquel amigo que una vez hicieron la promesa de permanecer unidos sin importar qué. Nadie sabía lo que pasaba después, hasta que el destino fue cruel con ellos y su sonrisa le fue arrebatada.

Yugi se movía de un lado a otro de su cama, ponía las manos en puños entre las sabanas como si algo lo torturara, apretaba los ojos y los dientes, pues en el sueño, ocurría lo que para algunos lo llamarían cómo la maldición de la culpa por no haber protegido o valorado lo que tenían hasta que lo perdió.

Caminaba por un lugar oscuro, no podía ver nada, hasta que enfrente de él, aparece su otro yo, no mostraba ninguna expresión, sólo lo miraba:

-Yami, tengo miedo-dijo Yugi

-Deberías tenerlo-le respondió su otro yo y desapareció de la nada

Yugi trataba de seguirlo, pero, por más que caminaba, no lo encontraba:

-¿Yami? ¡Yami!-comenzó a gritar, pero no pudo localizarlo

De pronto, una luz clara ilumina el lugar, al principio creyó que se trataba de la luna, pero no fue así.

Era la tierra la que iluminaba aquel lugar desierto, que al parecer, Yugi está en la luna, y enfrente, estaba la persona que creía muerta.

-¿Aichi?-se acercó un poco más-¡Aichi!-apresuró su caminata hasta que entre las sombras, una mano oscura perfora el vientre de su amigo por la espalda, Yugi detiene su andar en seco y mira la terrorífica escena, la mano negra en realidad era una garra, la saca del vientre de su víctima y deja el cuerpo en el suelo mientras la criatura se deja ver, tenía alas de murciélago, ojos rojos como la sangre, lame la sangre de su garra como si fuera un liquido el cual se pueda beber.

Yugi corrió hacía él y levantó la cabeza de Aichi hasta su pecho mientras trata de llamarlo inútilmente, apenas el chico podía abrir los ojos, pero sabía que lo escuchaba, las lágrimas se hicieron presentes; Yugi usó su otra mano para tratar de parar la hemorragia pero es inútil, la sangre no para de salir-No...-sollozó-Aichi no...no puedes irte, por favor no cierres los ojos-suplicaba-no...

Aichi solo se limitó a tocar su mejilla de Yugi con delicadeza y le sonrió hasta que cerró los ojos y dejó caer su mano.

-¡No, Aichi!-gritó mientras abrazaba el cuerpo muerto de su amigo-No...tú no...por favor...alguien...sálvenlo...

Yugi despierta con lágrimas en los ojos, mira a su alrededor y se da cuenta de que está en su habitación; se incorpora y baja de la cama para sacar algo del cajón que está en la mesa de a lado, saca el cofre de oro donde resguardaba antes el rompecabezas del milenio, abre la tapa y mira la cadena que una vez le pertenecía a Atem, luego le pertenecía a Aichi que una vez había caído en un sueño que lo dejó ver uno de sus recuerdos y sentimientos que ocultaba en su interior, por esa razón, Aichi y él se hicieron amigos con una promesa que para todos sus amigos sería un secreto. Pero ahora que ya no está, no queda más que un recuerdo frío y que tal vez sea olvidado con el tiempo. Solo por una vez en su vida, desearía que ese dolor desaparezca de una vez y seguir con su vida, pero...

EL HEREDERO DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora