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Querida coleccionista de mundos:

No te pedí que abrieras la librería ese día la dejamos cerrada, y te dedicaste a arreglar libros, en silencio, sin risas, ni platicas, solo cogiendo libros del carrito y poniéndolo en los estantes, y yo me senté en el mostrador a leer manuscritos, cuando terminaste de organizar los libros comenzaste a limpiar los estantes, cosa que no hacías, honestamente nunca te vi como una ama de casa, sin embargo limpiabas los estantes y libros como si lo hubieses hecho toda tu vida, tal vez era así, tal vez no, habia aprendido que eras un misterio, con un pasado muy enterrado, y eso me dolía, porque me prometí nunca volver a enamorarme de alguien sin pasado.

Algo A Lo Que AferrarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora