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Querida coleccionista de mundos:

Cuando llegaste días después; todo entre nosotros había cambiado, no sé como ni porque pero sentía la necesidad y derecho de coger tu rostro y estampar tus labios contra los míos cada vez que se me antojara, lo cual era muy seguido, en ocasiones me escondía tras un estante mientras tu cargabas libros o leías y te besaba de sorpresa, a veces te enojabas por que estabas concentrada leyendo o porque se te caían los libros, otras veces simplemente reías, me mirabas mucho, más de lo que yo a ti, a veces no lo notaba porque estaba arreglando manuscritos mientras que otras me llenaba de culpa, porque tu me besas con labios de verdad, y los míos estaban llenos de secretos.

Algo A Lo Que AferrarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora