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Querida coleccionista de mundos:

Hoy me has contado de tu familia, ese hombre que había venido a gritarte dos veces era tu tío, y no sabes como te encontró, pero me aseguraste que ya se había ido de la ciudad, me dijiste que vivías en una parte lejana de tu ciudad natal, en una casa con verjas que parecían cárcel, y tu familia, extremadamente conservadora, no te dejaban salir, así que tu forma de escape eran libros que te llevaban tus maestros, en especial el de literatura, y los libros de tu padre que a pesar de estar de acuerdo con que no deberías juntarte con las demás personas del pueblo te compraba muchos libros, así que leías, los libros siempre habían estado en tu vida "Eran lo único estable cuando vivías en una familia de locos" Explicaste, tu familia creía que no debías juntarte con las demás personas porque eran menos que ellos, nadie era suficiente bueno para ser tu amigo o amiga, y ellos te amaban, eso no lo dudabas pero tenían un modo raro de demostrarlo, evitando que salgas al mundo, tal vez para no salir lastimada, pero al fin y al cabo, todos salimos lastimados de una manera u otra así que apenas viste la oportunidad te fuiste, dejándolos, ellos decidieron que debían mudarse y tu te negaste a ir con ellos "Volaron en dirección contraria" fueron tus palabras, así que a pesar de sus peleas y ruegos te fuiste, tomando contigo todo el dinero que te tocaba de herencia, el cual tu papá no te habría negado "Si vas a estar lejos, al menos quiero asegurarme de que estés lejos y sin hambre" Me dijiste que dijo, y aún hablabas con él, y te seguía dando dinero, y le contabas de tus viajes, pero no podías verlo ni a el ni a tus demás familiares porque la vergüenza, el dolor y desprecio en su rostro era demasiado para ti.

Algo A Lo Que AferrarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora