CAPÍTULO DIECISÉIS.

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— ¿A mi habitación? No digas eso delante de nadie, podrían pensar que eres una cualquiera que va de habitación en habitación, buscando consuelo —dijo con una sonrisa maliciosa en sus labios. Lo que me hizo enfadar sobremanera. ¿Había bebido? Este comportamiento no era normal en Fortis.

— ¿Qué has dicho? —pregunté encarándome a él, para que notara lo mal que me había sentado ese comentario. De repente y sin previo aviso, su sonrisa maliciosa se intensificó. Había algo en la fuerza que desprendía que no era habitual. Me dejé llevar por mi instinto y me aparté de él lentamente.

—He dicho, que vas buscando consuelo de habitación en habitación —repitió con lentitud sus palabras; como si yo estuviera sorda, a la vez que se acercaba de nuevo, con pasos cortos.

—Retíralo. — Le escupí—. De inmediato, negó con la cabeza. Al mirarlo más detenidamente, pude observar que sus ojos no estaban como siempre. No eran completamente naranjas, sino que se podía ver un tono azul rodeando el iris. Me estremecí, había visto alguna vez ese color en los ojos de alguien pero no sabría decir de quién. Me debatía entre mi instinto, que me empujaba a salir corriendo de allí y mi corazón, que me obligaba a seguir al lado de Fortis.

— ¿Por qué no me acompañas fuera? Tengo que hablar contigo —me dijo con tono cansado. Sonaba como si estuviera cansado de mí, de repetirme las mismas cosas. No debía tener miedo a Fortis, pero se lo tenía. No quería salir de la Torre con él, sabía que allí nada me protegería, así que negué con la cabeza.

—Lo que tengas que decirme, dímelo aquí. Estamos solos y nadie nos va a oír —dije escrutando su mirada.

—He dicho que salgas conmigo. — Me gritó. Él nunca me hubiera hablado así y debió de notar mi extrañeza ante su reacción, porque suavizó el tono de inmediato.

—Vamos, no tardaré mucho. Acompáñame, Lux. — ¿Lux? Fortis jamás me había llamado así. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral. La fuerza que desprendía, se iba haciendo más fría a cada momento que pasaba y sus ojos, cada vez eran más azules. No tardé en comprender, que mi instinto no mentía, algo no marchaba bien.

— ¿Quién eres?  —pregunté asustada.

—Así que, ¿te has dado cuenta? No sabía que fueras tan inteligente. —  De repente, los rasgos de la cara de Fortis, comenzaron a cambiar. Su nariz se volvió larga y afilada, su rostro blanco como la nieve y sus ojos, azules como el hielo. El poco calor que desprendía, desapareció y en su lugar, quedó un frío helador. Me transmitía terror, pánico. En ese momento y antes de que acabara de transformarse, supe quién era. Mi colgante comenzó a palpitar sobre mi pecho, él también sabía que era una amenaza y que estaba en peligro.

—Vindi... —susurré pasmada.

—Correcto. Veo que ya sabes mi nombre, Lux. Es una pena desperdiciar a alguien como tú, pero te has posicionado por el bando equivocado, no me dejas más remedio que acabar contigo.

Con un simple gesto de su mano, comencé a sentirme cansada, mis fuerzas me estaban abandonando. Sin darme cuenta, estaba flotando en el aire. Vindi, salía a pasos agigantados de la biblioteca y yo lo seguía, no tardé en razonar y darme cuenta de sus intenciones. Sabía que dentro de la Torre, no podría hacerme daño pero, si conseguía sacarme de allí, podría matarme en menos que canta un gallo.

Intenté moverme por todos los medios, pero algo me lo impedía. Ni siquiera fui capaz de hacer un sólo ruido e inevitablemente, supe que iría a dónde él lo deseara, sin poder hacer nada para impedírselo. Al llegar a la puerta de entrada, pude ver que ésta se abría antes de que llegáramos y estaba convencida de que había sido Vindi, por eso me sorprendió, que cuando la puerta terminó de abrirse, una sensación de fuerza y calor me inundó. Fortis estaba allí, mi verdadero Fortis.

Éste se quedó pasmado al darse de morros con Vindi y su mirada se enfureció cuando levantó la cabeza, y me vio suspendida en al aire, sin moverme. No se lo pensó y sacó su pinna a la velocidad de la luz.

—Suéltala, desgraciado —escupió con ira. Jamás le había visto tan enfadado.

—Hola, Fortis —saludó con tono despreocupado, lo que nos sorprendió a ambos.

—Que la dejes en paz —repitió en tono aún más amenazante. Con una rapidez asombrosa, le dijo algo a su pinna en voz baja, ésta salió disparada de su mano, escaleras arriba. Vindi no había terminado de girarse para seguirla con la mirada, cuando todos los habitantes de la Torre aparecieron corriendo. Se quedaron sorprendidos al ver la escena pero no tardaron en reaccionar y lanzar sus pinnas, todos a la vez.

 No pude ver si habían alcanzado a Vindi, porque lo que me sujetaba en el aire, cesó de inmediato y caí al suelo con un sonoro golpe. Parecía que la caída no me había afectado pero al intentar levantarme, noté que mi pierna se había resentido, aún no estaba en forma. Levanté la vista rápidamente para ver que sucedía y lo que vi fue a Vindi, creando una especie de globo negro a su alrededor. Sus últimas palabras antes de desaparecer, resonaron por toda la Torre.

La pinna dorada    Torre de Praesidium I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora