El resto de camino lo pasamos en silencio, yo seguía dando vueltas al tema en mi cabeza y Fortis pareció darse cuenta y respetó mi silencio. Solo esperaba que eso no hiciera que nuestra confianza se viera afectada. El muchacho se había sincerado conmigo y me había contado cosas, incluso de su infancia al lado de Jack. No creía que hubiera hablado de eso con muchas personas, contando con lo reservado que era. ¿Y qué le daba yo a cambio? Mentiras. No se lo merecía y si antes había tenido claro que ocultar mis sentimientos era la mejor opción, ahora ya lo estaba dudando. Me sentía como una traidora con la persona que más me importaba en ese momento.
Al llegar al Refugio cenamos junto a Trudis, que notó que algo había pasado pero no preguntó. Nada más terminar nuestras cenas, cada uno se fue a su habitación. Por más vueltas que le daba, no encontraba cuál sería la mejor manera de enfrentarme a mis sentimientos. Nunca había tenido novio y nunca había estado enamorada. Pero por otro lado, tampoco había tenido amigos y quizá eso era lo que hacía que no supiera actuar frente a esas situaciones.
Tras darle muchas vueltas, decidí hablarlo con Amaris al día siguiente. Se lo expondría de forma que no dejara claro que estaba enamorada de Fortis y seguro que ella tenía algún buen consejo para darme. Pensé que iba a ser otra noche de insomnio pero el paseo por el monte y el desgaste de los pensamientos que me acudían, me habían dejado demasiado cansada,así que no tardé en dormirme.
No me podía creer lo nerviosa que estaba, Amaris me estaba esperando en el salón para nuestra clase y necesitaba tranquilizarme antes de acudir allí. Notaría mi zozobra y se preocuparía, cosa que no quería que pasara. Tras coger aire y volver a soltarlo un sin fin de veces, me armé de valor y entré en la estancia. Amaris estaba sentada en su sillón como todos los días, con sus papeles y sus plumas para escribir. Al verme, sonrió.
—Hola Lucy, ¿cómo estás? Espero que el día libre te haya servido para aclarar tu mente —dijo alegremente. Era todo lo contrario, estaba mucho más liada que el día anterior.
—Hola, estoy bien. Me ayudó mucho distraerme con Fortis. ¿Y tú qué tal? ¿Cómo va todo por la Torre? —pregunté con interés.
—Sin novedades, se han acercado un par de Petitmal pero al ver que no estabas allí se han ido sin atacarnos. Te están buscando. — Asentí de manera inmediata.
—No me importaría pasar un día allí, me siento protegida y el aire puro que se respira me encanta. Lo echo de menos. — La confié.
—Llegará el momento, estás aprendiendo mucho y no tardarás en estar lista. No se te hará largo, aquí pasas todo el día entretenida entre clase y clase. Además hay biblioteca y ahora que entiendes mejor el idioma... —dijo guiñándome un ojo.
—Si, lo he aprovechado. Ahora puedo leer todos los libros que hay y me encanta —dije sonriendo.
—Eso está muy bien. Dime, ¿qué has estado leyendo?. — Esa era la oportunidad que había estado esperando, era el momento de exponerla mi problema. Mis manos comenzaron a temblar de forma instintiva.
—Bueno, de todo un poco. Anoche empecé un libro que me está costando seguir, debe ser porque vivir siempre entre cuidadores no te enseña mucho de la vida. — Sonreí. La había mentido pero sólo en la fecha en la que leí el libro. Ese libro se encontraba en la biblioteca, junto a muchos otros terrestres que no tenían nada que ver con el latín, y lo había leído al poco de llegar aquí. Amaris levantó las cejas y me miró con curiosidad.
— ¿Crees que yo pueda ayudarte? —preguntó amablemente.
—Tal vez sí, trata de una chica y de su mejor amigo. Han pasado mucho tiempo juntos y al principio tenía claro que se trataba de una simple amistad pero ahora se ha dado cuenta de que está enamorada de él. Se debate entre contárselo o no, ya que teme que las dos opciones dañen la amistad y la confianza que hay entre ellos. — Me había explicado bien y Amaris asentía a la vez que se formaba una sonrisa en su rostro.
—Las relaciones amorosas son muy complicadas, Lucy. Pero si yo conociera a esa chica que tiene tantas dudas, la diría que no tenga prisa por contárselo, su corazón la dirá cuando es el momento —dijo volviéndome a guiñar el ojo. Si no fuera porque era imposible, juraría que se había dado cuenta de que hablaba de mí.
—Eso pensé yo al leerlo, claro. Pero ella se encuentra pensativa la mayor parte del día y el lo ha notado. La pregunta acerca de sus preocupaciones y ella se niega a contárselas, cuando siempre ha sido el primero en saber todo lo que pensaba. Y bueno, a él no le ha parecido bien del todo.
—Y ella tiene miedo a que se enfade, ¿verdad? — Asentí de inmediato—. No se enfadará, seguro que el chico está bien educado y sabe que hay que respetar la intimidad de las personas. Puede que le extrañe y que le cueste asumirlo, pero no se enfadará con ella. La protagonista de tu libro debería estar tranquila —dijo con tono sarcástico mientras se acercaba para observarme.
—Gracias Amaris, creo que ahora lo entiendo mejor —dije tímidamente. La Ángelus sacudió la cabeza de un lado a otro y volvió a levantar las cejas mientras suspiraba, sin dejar de sonreír.
—No hay de qué, querida. Y ahora, basta de charla, la clase ha empezado —dijo con tono un poco más severo. De inmediato cogí un papel y una pluma y comencé a apuntar todo lo que ella me explicaba, como cada día.
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La pinna dorada Torre de Praesidium I.
Fantasy¡¡HISTORIA PENDIENTE DE EDICIÓN!! PRIMER BORRADOR COMPLETO En un orfanato, al norte de España, Lucy es testigo de un brutal ataque por un ser muy extraño para ella y para todo lo que conocía hasta el momento. Un extravagante muchacho de ojos naranja...