Parte 4

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Durante el primer segundo fue como si el corte de electricidad hubiera paralizado también a las personas. Los primeros que lo notaron fueron la gente con los móviles en la mano y los que tenían un altavoz. Como eran apenas las 11 de la mañana y el sol estaba alto y radiante y las calles cortadas, no notaron que las luces se apagaran o los coches se quedaran muertos, pero ese ligero impasse y la creciente indignación de la gente al ver que sus teléfonos habían quedado inutilizados, fue la señal que necesitaba.

Andrés avanzó hasta la entrada de metro a duras penas. Por supuesto allí habían notado bastante más el corte repentino de electricidad ya que la oscuridad reinaba y había un buen lío montado. Como una sombra, se coló entre la gente, saltó los torniquetes y entró en el atestado andén. El tren se había quedado parado justo cuando salía y estaba mitad fuera y mitad dentro del túnel. La gente había forzado la puerta y había salido por su propio pie. No había guardias de seguridad allí o nada que se le pareciera y estaba tan oscuro que nadie le vio saltar al andén y adentrarse en el túnel.

Sólo allí se permitió sacar el móvil para iluminar su camino. Qué endemoniadamente útiles eran esos cacharros, por mucho que se metiera su padre con él por eso. ¿Y cómo era que el suyo funcionaba? Porque lo había tenido apagado en el momento del EMP, tan sencillo como eso. Rodeó el tren y empezó a buscar un mechinal en la pared de hormigón, a un metro y pico del suelo, algo que pasaría totalmente desapercibido si no se supiera lo que se está buscando.

-Ahí estás.- susurró.

Metió la mano esperando que no perturbara la vida de ningún inquilino y buscó una palanca que, por supuesto, ahí estaba. Tiró. Lo que parecía pared sólida tembló y con un chasquido se hundió un par de centímetros. Andrés empujó con todo su peso y luego lo echó hacia la derecha. La pared de hormigón resultó tener raíles y un pasillo apareció ante él.

Las catacumbas del Banco de España eran profundas y mucho más antiguas que el banco en sí mismo y bueno, eran Asesinos, conocían cada rincón de esa ciudad desde tiempo inmemorial. Conocían caminos que ni los historiadores conocían, y por supuesto, conocían aquella entrada "secreta". El pasillo era bastante basto, bajito y estrecho, húmedo y con, por dios qué asco, habitantes, pero Andrés lo ignoró todo. No tardó en empezar a subir una escalera de caracol que haría gritar a un enano de Moria y tras al menos 3 vueltas sobre sí mismo llegó a una especie de puerta estrecha. Por supuesto cerrada. Empujó. Muy cerrada. Tenía miedo de hacer ruido y no tenía mucho espacio, pero pateó la puerta con todas sus fuerzas. Quien hubiera cerrado la puerta lo había hecho a conciencia.

Se apartó la manga del antebrazo derecho mostrando el brazal de la hoja oculta. Manipuló una rueda hasta que oyó un click y movió la muñeca para extender la hoja elegida. La siempre encantadora (NO) Hermandad suiza había tenido a bien desarrollar un concepto muy especial de hoja oculta convirtiéndola en, literalmente, una navaja suiza. Según la opción elegida tenías la cuchilla habitual, una aguja, una hoja serrada, una especie de ganzúa y, en los modelos caros, un táser. Por supuesto él tenía el modelo barato. Sacó la ganzúa y empezó a hurgar en la manilla hasta que consiguió sacarla. Tras unos minutos consiguió soltarla y desmantelar el cierre. Abrió la puerta.

-No me lo puedo creer...- dijo.

Habían tapiado la salida. Puso la oreja en la pared de yeso y escuchó. Nada. Era lógico ya que lo que había al otro lado era uno de los túneles de acceso a la cámara acorazada. No era el sitio más transitado del mundo por motivos obvios. "Hulk aplasta...", pensó. Sacó de la mochila una palanquita y empezó a golpear sin miramientos. Por suerte sólo una fina capa de yeso, ladrillo y pladur le separaba del túnel y tras unos buenos quince minutos de minería, pudo hacer un agujero lo suficientemente grande como para poder pasar.

Assasin's Creed - ResurrecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora