Parte 5

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Paloma fruncía el ceño mientras escuchaba el relato de Andrés. Por supuesto habían avisado a Julián para que tuvieran ojos por todas partes y se mantuvieran ocultos lo más posible al menos hasta que averiguaran más. Tenían que moverse rápido, y la lógica decía que tenían que contraatacar.

A veces la lógica era una mierda.

-No te veo muy contenta.- dijo él. Ella levantó la mirada como si de pronto se acordara de que estaba ahí.

-Hay algo que no me termina de cuadrar.- dijo al final frotándose los ojos con cansancio. Se sentía mal, más cansada de lo que debería y con la llegada de la noche se estaba quedando más y más grogui. Buscó apoyo en una mesa que tenía detrás.- Luis Hernando es, según lo que sabemos, un templario del círculo más cercano a la cúpula si no uno de ellos. Está claro que da órdenes a los perros de Abstergo, pero al mismo tiempo está en una posición de poder público, expuesto a los ojos de todos.

-Es lo que han estado haciendo últimamente, Paloma, no veo a dónde quieres llegar.

-El gran Maestre, el capullo máximo, es un tío tan alejado de los focos que podría perfectamente confundirse con un señor jubilado de Soria.- dijo ella.- Y las grandes cúpulas de cada país son iguales. Manejan sus tentáculos desde la sombra. Ese Luis Hernando es un peón con ínfulas, Andrés.

-Pues sea como sea las ínfulas se las van a cortar en breve, porque son las... 7 y aún no han dado con el error en la fórmula. Están perdiendo pasta en cantidades industriales.

-Sí, hiciste bien en no matarlo. Caerá por su propio peso y a nosotros nos dará tiempo.

Andrés asintió.

-En cualquier caso tenemos unos cuantos nombres que podemos investigar.- dijo él.

-Tendremos que ir con cuidado. Saben que estamos detrás.

-Pero no saben cuánto sabemos.

Paloma asintió.

-Hablaré con Hugo para que se ponga a hurgar en lo que tenemos y con lo que averigüe empieza a mover a tus chicos.- suspiró. Estaba agotada.- Tengo que hablar con Julián y...

Paloma de pronto sintió cómo se le iba la cabeza y se le nublaba la vista. Apenas notó cómo Andrés la sujetaba para que no cayera redonda al suelo. Un instante después notó la mano del joven en su frente.

-Dios, estás ardiendo. Vamos...

Ella no dijo nada. Estaba totalmente fuera de juego justo en un momento en el que no podía permitirse caer enferma. El enfado que aquel pensamiento le provocó la espabiló un poco, lo justo para poder ser ella misma la que se sentara en el sofá y arrancarse las zapatillas de los pies. Se recostó y maldijo entre dientes. Notó levemente cómo le echaban una manta por encima. Luchó por mantener cierta consciencia y se refrescó con el agua que Andrés le trajo. Tragar el paracetamol no fue tan fácil y torció el gesto. Oía de fondo a Andrés murmurar cosas, pero no le entendía muy bien, como si lo oyera detrás de una pared. Poco después se quedó totalmente dormida.

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Andrés oyó que la puerta de la casa se abría y una corriente helada entraba por la puerta.

-Joder, Samu, cierra ya.- dijo molesto. No se había levantado del taburete frente al sofá donde Paloma pasaba la fiebre. Le cambiaba paños húmedos en la frente cada rato y cuidaba de que no se destapara.

-¿Cómo está?

Samuel, Samu para todos menos para su madre, se apartó la capucha blanca de nieve para descubrir su pelo rojizo que peinaba en una especie de moño alto y apretado. Su ascendencia escocesa era tan obvia que era hasta raro no verle con un kilt. Una pena que en realidad la única escocesa en su familia hubiera sido su abuela y él fuera murciano, pero la genética tenía esas cosas.

Assasin's Creed - ResurrecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora