Unos golpecitos en la puerta la despertaron.
-Señorita, el desayuno se servirá en 20 minutos.- oyó que decía una voz suave y desconocida al otro lado de la puerta.
Se permitió cerrar los ojos de nuevo. Durante el sueño había conseguido olvidar dónde estaba, con quién estaba. Ahora comenzaba un día más en la que había sido su casa hasta los 12 años. Su casa. Su habitación. No habían cambiado nada. Entrar allí había sido más doloroso de lo que hubiera pensado. Es curioso cómo la memoria conecta más cuando percibes un aroma específico, un olor que te lleva a años atrás y que es capaz de estrujarte el corazón como si lo estuvieras viviendo de nuevo. Caminar por esos pasillos, por esas salas. La casa de sus abuelos en Valencia era muy grande. Ahora siendo adulta se daba cuenta de que era un palacete de tamaño considerable en pleno centro de la ciudad. Desde luego, si de algo podían presumir los templarios, era de no tener problemas de recursos.
Mientras bajaba al comedor, vestida con ropa que no era suya, pensó en que quizá fuera por todos sus años en la Hermandad y su escasez endémica, pero todo aquel lujo y esplendor le resbalaba como si fuera aceite. No le impresionaba lo más mínimo. Era como si todo aquello no fuera más que oropel que al rascar revelaría algo oscuro, sucio y maligno. Se sentó y sonrió para sus adentros. Aquellos pensamientos la retrotrajeron a los 12 años. Realmente estar allí estaba afectándole de manera especial.
Le estaban sirviendo el café cuando apareció Fernando, ufano, fresco, sonriente, como si de pronto todo en su vida fuera estupendamente. Sus ojos verde sapo la miraron con un brillo especial. Paloma sintió náuseas y se centró en su café.
-Buenos días, Paloma. Espero que hayas descansado.- ella no contestó, pero eso no rompió su buen humor.- Hoy es un día especial para mí y espero que también para ti.
Ella se limitó al arquear momentáneamente una ceja mientras sorbía de su taza.
-Me acaban de confirmar que han neutralizado ya ese pequeño troyano que conseguisteis meter en la Bolsa.
Paloma no pudo evitar la risa y casi la pilla bebiendo. Se rió a gusto durante unos segundos.
-¿Ves? – dijo Fernando.- Sabía que te encantaría la noticia. No hay nada que empezar el día sonriendo.
Fernando alzó su taza de café a modo de brindis y Paloma no pudo menos que responder de la misma manera. Había que reconocer que la situación era graciosa y, en cierto modo, había aligerado su ánimo. Dejó su taza en la mesa y miró a Fernando.
-Bueno, y ahora dime.- dijo ella tranquilamente.- ¿Qué vas a hacer conmigo? Mucho me temo que soy demasiado mayor ya para re-educaciones.
Fernando asintió dándole la razón mientras tragaba su tostada con tomate. Desde luego era curioso tener una conversación tan pasivo agresiva con alguien y que ese alguien se lo tomara con tanta naturalidad.
-Lo sé, lo sé. La verdad es que...- Fernando apuró su café.- si te soy sincero no creo que llevarte a aquel colegio hubiera solucionado mucho.
-Ah, qué bien que me digas esto después de, literamente, destruirle la vida a mi padre.
-Ah, vamos, Paloma, sabes bien que estas cosas son así. Tienen que ser así.- se limpió las comisuras de la boca con la servilleta.- ¿Has terminado? No has comido nada.
-No tengo mucha hambre.
-Bueno, no te preocupes. Por favor,- dijo dirigiéndose al servicio.- preparen un almuerzo ligero para la señorita. Nos lo llevaremos ahora.
-¿Adónde vamos?
-A hacer una visita. Los abrigos, por favor.
Fueron hacia la puerta de salida y allí uno de los trabajadores de la casa ya tenía sus abrigos en la mano y una bolsita con un sándwich y lo que parecía un zumo. Le daba la impresión de que la llevaban de excursión.
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Assasin's Creed - Resurrección
AkcjaLa Hermandad de los Asesinos en España es especial. Al contrario que en otros países europeos, la Hermandad es tricéfala con líderes pseudoinependientes divididos en 3 divisiones, Levante, Centro y Sur. Tras la muerte de Desmond Miles, la muerte del...