Parte 10

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Decir que escaparon por los pelos es decir poco, pero lo consiguieron. ¡Demonios, eran Asesinos! Si no podían dar esquinazo a la Policía Local y luego a la Nacional y más tarde a la Guardia Civil (había sido una noche interesante) no podían llamarse Asesinos.

Ahora Paloma tosía como una condenada. Se había saltado la medicación de la noche y el agotamiento y el estrés amenazaban con aparecer en forma de fiebre y era algo que no podía permitirse. Cuando por fin llegaron al refugio de emergencia de la Hermandad de Castellón (un apartamento ruinoso en la parte vieja de Benicassim), tuvo que tumbarse y descansar. No podía con su cuerpo, literalmente, y tantas emociones eran demasiado para ella. Por mucho que quisiera engañarse, no era una agente de campo. No lo era y punto. Y menos estando enferma.

Se durmió al final, pero no tuvo un sueño agradable. Nunca recordó qué fue, pero cuando abrió los ojos, hinchados y escocidos, supo que había sido horrible. No fue una buena manera de empezar el día... aunque fueran más de las 3 de la tarde. Se incorporaba cuando la puerta se abrió con cuidado. La cara de Samu apareció por el umbral.

-¿Cómo estás?- ella se limitó a gruñir. Él entró y le puso la mano en la frente para ver su temperatura.- No tienes fiebre.

-Eso es bueno.- logró decir. Se frotó los ojos.

-Toma.- Samu le daba agua y un montón de pastillas.- Con una vez que te lo saltes es suficiente.

Se tragó las medicinas y se estremeció. El agua estaba helada. En realidad el piso estaba helado. Se levantó y se fue al baño. Mientras se duchaba pensó en lo que había pasado el día anterior, en lo que significaba, en lo que tendría que preguntar, en lo que no sabía y en lo que había averiguado. Y Joaquín, claro. El amigo Joaquín y sus miraditas misteriosas. Cuando salió al salón-cocina-recibidor-terraza (era un apartamento muy, muy pequeño) vio que había demasiada gente para tan poco espacio. Los tres hermanos de la zona, Isaac, Tomás y Joan, Julián, Samu, Carles y por supuesto, Joaquín. Aún estaba inconsciente. O dormido. Dio los buenos días.

Paloma se sirvió café en un vaso y aunque arrugó el gesto por la amargura, no se quejó. Agradecía el líquido caliente. Ah... se sentía fatal... Miró a los hombres que tenía delante y echó de menos el que no hubiera más mujeres en la Hermandad. Que haberlas las había, pero en provincias había áreas en las que brillaban por su ausencia o se dedicaban a otras tareas de información o investigación, igual de útiles o más, pero en momentos así en los que se sentía como un trapito, no le apetecía el plan "all boys". "Trabajo, trabajo, trabajo...", se repitió mientras dejaba la taza en la encimera.

-Ayer... - se encontró sonriendo divertida ante el eufemismo que iba a soltar.- fue un día intenso.

Los hombres sonrieron a su vez y parecía que la tensión había bajado varios grados mientras se tomaba unos segundos para pensar.

-En primer lugar, por favor, disculpad que os haya hecho esperar hasta estas horas, pero ahora no estoy al 100%. Después quería agradeceros a todos que hayamos salido ilesos de aquello. En especial a Carles, Maestro.- los hombres aplaudieron y Carles sonrió ligeramente azorado.- Hubiera querido que nuestra reunión se hubiera hecho en condiciones más agradables, pero ya véis, shit happens. Y además, Joaquín. ¿Está dormido?

-Inconsciente.- dijo Isaac.- ¿Le despierto?

-Sí, terminemos con esto lo antes posible antes de entrar en harina.- Paloma rodeó la encimera y se sentó enfrente del tipo mientras Isaac le daba bofetones en la cara. Sólo necesitó dos o tres y ya estaba de vuelta en el mundo de los vivos. Lo primero que vio fue a Paloma, sentada con las piernas cruzadas, su café y tres fornidos Asesinos detrás de ella.- Buenos días, Joaquín.

Assasin's Creed - ResurrecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora